La ley que ponía fin a la «cortina de hierro» fue aprobada el 20 de mayo de 1991 por el Consejo Supremo de la Unión Soviética, un Estado que dejaría de existir pocos meses después.
La normativa que facilitaba los viajes al extranjero no pudo entrar en vigencia de inmediato, ante todo por un problema técnico y es que se necesitaba imprimir millones de pasaportes soviéticos y reorganizar el trabajo de miles de oficinas gubernamentales en el extenso país.
La legislación finalmente comenzó a cumplirse en su totalidad en 1993, pero ya en Rusia, en la nueva democracia que se erigía sobre lo que fue la
antigua URSS. El proceso requirió otros tres años, debido a que se tuvieron que imprimir nuevos pasaportes, esta vez rusos. En ese periodo era curioso ver
en los controles fronterizos de otros países la sorpresa de los funcionarios al ver a un ciudadano ruso con el pasaporte soviético con la hoz y el martillo en
la tapa.
Antes de la aprobación de la ley de 1991, que muchos consideraban histórica, los soviéticos tenían que esperar mucho tiempo para obtener el pasaporte. La nueva normativa estableció el límite de un mes para hacer ese trámite y en el caso de urgencias, como tratamiento médico de emergencia, enfermedad grave o muerte de un familiar en el extranjero, el plazo máximo era de tres días.
LA HISTORIA DEL TELÓN DE ACERO
El «telón de acero» o «cortina de hierro» fue un término político que significaba la división política e ideológica de Europa en dos campos: el occidental, bajo la órbita del capitalismo; y el oriental, comunista.
El concepto «telón de acero» comenzó a extenderse tras el discurso que Winston Churchill pronunció en la ciudad estadounidenses de Fulton, el 5 de marzo de 1946, en el que dividió a la Europa de posguerra en esferas de influencia: «Ha caído sobre el continente un telón de acero», sentenció.
Lo cierto es que antes del famoso discurso de Churchill ese término ya se había usado con fines propagandísticos. En 1904, el escritor británico
Herbert Wells en su novela de ciencia ficción ‘El alimento de los dioses’ utiliza esta frase en su obra. El concepto adquiere su sentido antisoviético en
1919, cuando el primer ministro francés, el controvertido Georges Clemenceau, pidió un telón de acero alrededor del bolchevismo para impedir
que se extendiera por Europa.
La propaganda occidental usó el término activamente como símbolo de la falta de libertad de circulación en los países socialistas y acceso a la información. En la URSS durante decenios los ciudadanos no podían viajar al extranjero libremente, aunque, de hecho, no había ninguna ley que lo prohibiera de manera explícita. Solo se permitían los viajes turísticos en grupos organizados, por trabajo o por invitación personal o de entidades extranjeras.
VIENTOS DE CAMBIO
En los últimos años del Estado socialista la situación sufrió algunos cambios y los soviéticos, en particular los de raíces judías, podían viajar a Israel
para obtener el permiso de residencia.
La ley aprobada el 20 de mayo de 1991 significó un punto de inflexión, porque reguló la tramitación de los pasaportes, estableció el mecanismo para resolver la denegación del documento y garantizó a los soviéticos el derecho a salir y entrar libremente en el país.
De acuerdo con la normativa, limitaciones temporales al derecho a viajar libremente al extranjero se podían aplicar, en concreto, a los ciudadanos que hubiesen tenido acceso a secretos de estado, a exconvictos y también alos jóvenes llamados al servicio militar.
La histórica normativa fue promulgada por Mijaíl Gorbachov, el primer y último presidente de la Unión Soviética.
Lo más irónico de todo esto es que al desaparecer la «cortina de hierro» desde el lado soviético, los países occidentales que se declaraban ‘libres y democráticos’ y criticaban ácidamente las restricciones, levantaron barreras que dificultaban recibir los visados.
En la actualidad, los ciudadanos de Rusia, sucesora de la URSS, pueden viajar sin visados a más de un centenar de países. (Sputnik)