Entre las mujeres más pobres que quedan embarazadas está habiendo una «emergencia sanitaria» silenciosa. Así definen las cátedras de Neonatología y Ginecotología al «aumento significativo y crítico de la sífilis» en el sector sanitario público de Uruguay
Porque la sífilis, una enfermedad de transmisión sexual que es prevenible y que Uruguay se propuso erradicar, viene creciendo desde que estalló la crisis económica en 2020. Tanto es así que, antes de la emergencia sanitaria, el hospital de la mujer de referencia, el Pereira Rossell, trataba por sífilis a unos siete de cada 1.000 nacidos vivos. En 2020 y 2021 superó los diez cada 1.000. Y en el primer semestre de 2022 trepó a más de 16 cada 1.000 nacidos vivos.
«Es una situación extremadamente crítica y que da cuenta que los sectores más vulnerables de la población vieron restringidos sus derechos sexuales y reproductivos», explica el catedrático de Ginecotología Leonel Briozzo. Sucede que «como toda enfermedad de transmisión sexual, la base de combate es la educación, la promoción de derechos, el acceso a métodos anticonceptivos de barrera, la posibilidad de negociar con las parejas el uso de condón y la adhesión a los tratamientos de curación».
A mitad de noviembre, Briozzo y el excatedrático de Neonatología Daniel Borbonet elevaron al Ministerio de Salud Pública una carta en la que advirtieron por una «emergencia sanitaria por aumento de la sífilis congénita en el Centro Hospitalario Pereira Rossell» y exigieron la inmediata conformación de un grupo de tratamiento.
Pero la cartera sanitaria recién acabó una auditoría de los datos que van hasta 2020. En ese informe, difundido la semana pasada entre los médicos referentes y al que tuvo acceso El Observador, se da cuenta que el subsector público contaba con un promedio de 1,54% casos de sífilis gestacional entre 2015 y 2019. En 2020, en cambio, había saltado a 2,7%. Incluso en los hospitales públicos de departamentos como Salto o Soriano se superó el 5,8%.
Muchos de estos casos de sífilis detectados durante el embarazo —dado que el test VDRL de diagnóstico de la infección es gratuito y obligatorio en los controles de gestación— derivaron en reinfecciones y el pasaje de la enfermedad al bebé dado que no se trató a la pareja sexual de la madre, advirtió el ginecólogo Briozzo.
Cuando un bebé nace con sífilis, el riesgo es potencialmente grave. Cerca de la quinta parte de los nacidos en el Pereira Rossell con esta afección requirieron internación y en el primer semestre del año fallecieron al menos dos nacidos vivos (sin contar los óbitos fetales que se dan por la infección intrauterina).
Por eso Briozzo insiste: «Es inadmisible que en un país de la cobertura de salud de Uruguay, y sabiendo que la sífilis puede tratarse con un antibiótico muy simple como la penicilina, estemos ante tanto casos de esta infección como no he visto en más de 30 años de trabajo en el Pereira Rossell». El médico, exjerarca del MSP en la segunda administración del Frente Amplio, reconoce que le «consta que el trabajo de fondo no es una tarea sencilla y que obedece más a la injusticia reproductiva que a una campaña de prevención aislada», pero la situación «se ha visto agravada con la crisis económica reciente y que, a diferencia de la crisis financiera de 2002, esta vez se ensañó particularmente con las mujeres de contextos más críticos».
Pero Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim —más conocido por su alias, Paracelso— realizó la primera descripción clínica de la sífilis y utilizó sustancias minerales como el plomo, el mercurio y el azufre para combatir esta y otras enfermedades consideradas intratables. Ahora, sin embargo, se sabe que el microorganismo que causa la sífilis es sensible a la penicilina y no genera resistencia, por lo cual se usa ese antibiótico tanto para la mujer como para su pareja sexual.
En los países más desarrollados, esta enfermedad está casi extinta y solo se reduce a algunos bolsones de pobreza extrema y sin educación sexual. Uruguay se había comprometido a bajar su prevalencia de sífilis congénito (el que la madre le transmite al bebé) a menos de 0,5 casos cada 1.000 nacidos vivos. Pero desde 2020 viene alejándose de la meta.
El Observador