Su color es rojizo o violáceo (incluso verdoso si se encuentran algo más profundas) y tienen una forma que recuerda a un arácnido: las arañas
vasculares o telangiectasias son un entramado de vasos capilares dilatados, es decir, de pequeño tamaño, que pueden observarse a
simple vista en la superficie de la piel. Podemos decir que, presentadas de forma aislada, son una variedad leve de varices.
Generalmente inofensivas, sobre todo si se dan de forma aislada, sin otros signos y síntomas asociados, representan un problema estético
para quien las padece y constituyen un motivo de consulta frecuente en las consultas médicas.
De causa desconocida, no se nace con ellas
Las arañas vasculares son lesiones de la piel adquiridas. Es decir, que no se nace con ellas, sino que aparecen después, y no se conoce con exactitud su causa.
Normalmente, no están relacionadas con ninguna enfermedad, aunque las personas que sufren cirrosis pueden desarrollar arañas muy grandes. Su aparición
también se relaciona con factores hormonales, ya que son frecuentes en las mujeres embarazadas o que toman anticonceptivos orales.
También pueden influir en la aparición de las arañas vasculares factores genéticos, la exposición al sol o a otras fuentes de calor, el uso excesivo de
crema que contenga esteroides o algunas enfermedades congénitas.
Igualmente, aumenta el riesgo de sufrirlas el tener un puesto de trabajo sedentario o que obliga a permanecer muchas horas de pie. Y por último, la
edad también es un factor que incrementa el riesgo de que aparezcan.
Así mismo, aunque normalmente son inofensivas, las telangiectasias pueden estar asociadas, a veces, a enfermedades como la rosácea, el lupus, la xerodermia pigmentosa o la Insuficiencia Venosa Crónica (IVC). Por este motivo, antes de eliminarlas mediante algún tratamiento, es recomendable consultar a un especialista sobre este problema.
Claves para retrasar la progresión de las arañas vasculares
Aunque en la mayoría de las ocasiones no podremos evitar la aparición de las arañas vasculares, especialmente si tenemos antecedentes familiares,
si ocurre en el embarazo o el envejecimiento, o si se asocian a enfermedades de base, sí que existen algunos factores modificables sobre los que podemos intervenir para retrasar su progresión.
1. Mantén un peso saludable. El exceso de peso puede afectar a la circulación, por lo que es conveniente que sigas una dieta variada.
2. Evita el estreñimiento. De igual modo, la alimentación rica en fibra (frutas, verduras, cereales) puede ayudarte a mejorar tu tránsito intestinal.
3. Realiza ejercicio físico. Intenta mantener una actividad deportiva regular, para fortalecer los músculos y facilitar el bombeo de la sangre por
todo el cuerpo.
4. Utiliza ropa holgada. Las prendas muy apretadas interfieren en la circulación de la sangre.
5. No permanezcas en la misma posición durante mucho tiempo. Tanto si estás sentado como de pie, intenta mover los pies y las piernas o levantar y dar pequeños paseos de vez en cuando.
6. Eleva las piernas. Levantar las piernas por encima del corazón durante unos pocos minutosy varias veces al día puede aliviar síntomas como la pesadez o la hinchazón