Hemos asistido estos últimos días a algo, a lo que no podemos acostumbrarnos. Realmente sorprende que ante un hecho de tanto dolor como la muerte de un hombre de familia, la sociedad se haya enfocado en una discusión, al menos superficial o poco trascendente.
Maximiliano Campo /Edil Departamental / Partido Colorado
Parte de la sociedad ha decidido no enfocarse en el verdadero problema, el dolor de la familia y la inseguridad que azota a todo el Uruguay. Algunos (espero que no sean muchos, aunque temo que son demasiados) prefirieron enfocar la discusión en el barrio de origen del fallecido.
Es triste decir esto de nuestra sociedad, pero la grieta que provocaron en el país aquellos que comenzaron en política por el camino del odio y el resentimiento, aquellos que prefirieron ver divididos a los uruguayos entre ricos y pobres, patrones y trabajadores o profesionales y no profesionales, entre los buenos y los malos, parecen haber cumplido su objetivo solamente para beneficiarse ellos y perpetuarse en el poder.
El lunes 3 de octubre, parte de nuestros compatriotas decidieron salir a las calles a reclamar justicia, paz y seguridad, en la ciudad de Montevideo, en las zonas de Pocitos y Carrasco. Con esa justa consigna reclamaron a cacerolazos y concentraciones. Algunos iluminados pretendieron opacar esto, diciendo que son “cajetillas”. Pero lamentablemente la inseguridad nos afecta a todos, blancos, colorados o frentistas, de Nacional o Peñarol. Es realmente indignante que algunos se jacten de que, por tener dinero o no, las personas tengan más o menos derechos de manifestar su dolor, su bronca, por un hecho más de la inseguridad que sufrimos los uruguayos.
Todos nos hemos indignado por casos como el del pizzero de La Pasiva (un trabajador con cinco hijos), o con este último caso de un hombre retirado naval que administraba una empresa y residía en Carrasco. Y al final ambos, aunque de distintos orígenes socioeconómicos, sufrieron el mismo dolor e indignación en sus familias y en la sociedad en general.
Esta grieta que hasta hace poco veíamos en Argentina, donde si estabas de un lado eras bueno y si estabas del otro eras malo, es lo que están generando desde hace 12 años en nuestro país, y contra la que todos los uruguayos debemos luchar unidos.
La lógica de generar esta grieta social, que divide familias, amigos y vecinos, es crear fanáticos en masas, que luego de llegar a este punto no tienen retorno la mayoría de las veces. Es parte de este pensamiento, el discurso de los gobernantes de turno, que desde que llegaron al gobierno han pretendido decir y hacer pensar a la gente que nuestra República se fundó en 2005 y que hasta ese momento todo lo anterior había sido un horror, una mentira, como aquella de que los tupamaros habían combatido la dictadura militar y que todo el resto de los uruguayos no habían hecho nada, o aquello de que los Partidos tradicionales, desde el gobierno, lo único que habían hecho era beneficiar a empresarios y estancieros y que sólo el Frente Amplio representa a los trabajadores. Como estos relatos mentirosos, hay muchos que intentan malintencionadamente separar y enfrentar a los uruguayos entre sí.
Como decía Martin Luther King “no me duelen los actos de la gente mala, sino la indiferencia de los buenos”, y esto es lo que muchas veces hacemos, ser indiferentes. Al final los dejamos hacer como si nada pasara, y realmente no nos podemos acostumbrar a que nos dividan, no nos podemos acostumbrar al enfrentamiento entre uruguayos, porque esto traerá consecuencias, algunas ya las estamos sufriendo, pero tengo la esperanza que estemos a tiempo de no acostumbrarnos a que nos dividan. Aún queda esperanza de que los uruguayos estemos unidos, con nuestras diferencias naturalmente, pero nunca divididos.