Iniciarse en el mundo de las gafas es muy incómodo al comienzo, pero con el pasar del tiempo el cuerpo y el ojo se acostumbran a este nuevo
elemento. Debes recordar que, hasta el momento, tu cerebro apreciaba las imágenes de una determinada forma.
Cuando incorporas lentes, debe amoldarse el cerebro a esta nueva modalidad de visión. Entonces, si quieres conocer más a fondo las causas de las molestias,
sigue leyendo.
Periodo de familiarización
La primera causa tiene que ver con el periodo de familiarización. Tal como te explicamos, tu cerebro pasa por una fase de adaptación en la que debe ajustar el
campo de visión a través de los nuevos anteojos.
Ten presente que es normal que, en cuanto te los coloques, solo puedas ver el borde de la montura. Para que el proceso fluya de una mejor forma, lo ideal
es que los utilices el mayor tiempo posible. Así, en solo unos cuantos días ya te sentirás cómodo. Un consejo que es de mucha utilidad cuando tienes anteojos por primera vez o si estás estrenando montura o graduación, es empezar a llevarlos solo mientras estás sentado. Luego, pasa a incorporarlos en tareas sencillas que impliquen movimientos rutinarios, como subir escaleras.
Uso de lentes progresivos
Gracias a los lentes progresivos es posible obtener una visión nítida de todo lo que está a tu alrededor. Esto quiere decir que siempre verás todos los objetos, ya sea que estén lejos o cerca.
En general, acostumbrarse a este tipo de lentes no toma más de tres semanas, así que si los síntomas de malestar persisten lo mejor es acudir a un especialista. Comienza con su uso de forma progresiva y podrás adaptarte sin mayores inconvenientes.
Consejos para acostumbrarse a los nuevos anteojos sin molestias Hay que aclarar que el tiempo de adaptación de los nuevos anteojos varía de
acuerdo a la visión de cada persona, su experiencia, su alteración visual previa y el tipo de lente. Sin embargo, hay una serie de consejos prácticos que pueden
ayudarte.
1. Ir con profesionales especializados. Es imprescindible acudir a una óptica en la que atiendan profesionales especializados, ya que son los que poseen
los conocimientos necesarios para proporcionarte las gafas de mejor calidad.
Cabe destacar que, en muchos de estos establecimientos, las personas también están capacitadas para realizar un examen ocular. No olvides especificar
tus actividades diarias para que te recomienden anteojos ajustados a tus requerimientos.
2. Seleccionar una montura que te resulte cómoda. Para cualquier principiante en el uso de anteojos lo ideal es comenzar con monturas propias. El
motivo es que, de esa manera, es posible seleccionar el tipo que mejor se ajuste a tu rostro y proporciones faciales. Pide orientación de los profesionales especializados.
3. Usarlos por periodos de tiempo.
Cualquier elemento que incorpores de cero en tu vida generará un impacto. Lo mismo ocurre con los lentes. Por eso, una buena idea para que la transición sea
más sencilla es utilizarlos durante distintos periodos de tiempo. Por ejemplo, empieza colocándotelos dos horas por día. Luego realiza actividades que ejecutas con frecuencia, como caminar, subir escaleras, trabajar. Esto hará que te acoples a su uso.
Un punto importante que tienes que considerar es evitar durante los primeros días tareas que suelen ser peligrosas, como conducir y hacer trabajos de
precisión. Esto es por la posibilidad de mareos.
4. Movimientos de cabeza. Otro aspecto que muchos pasan por alto son los movimientos de la cabeza. Antes de usar anteojos, tu campo visual está adaptado
a una determinada forma de observar. No obstante, cuando empiezas con los nuevos lentes debes ir ajustando lo que ves.
Por ello, colócatelos y comienza a girar lentamente para detallar el entorno.
¿Cuándo acudir al oculista?
Adaptarse a un elemento desconocido en el cuerpo requiere de paciencia. Los dolores de cabeza, mareos e incluso las náuseas son muy comunes después de una nueva prescripción de anteojos. Pero todo esto tiene un límite. La etapa de familiarización no debería superar las tres semanas, por lo que,
si los síntomas continúan, regresa con tu especialista e investiga la razón de la molestia. Puede que haya un error en la graduación de las gafas.
Así que lo mejor en esos casos es ponerse en contacto con el profesional para que revise si la prescripción es la correcta. El fin es asegurarse de que
sean los adecuados para ti.