Escribe: Jorge Carozo
Hoy más que nunca el mundo necesita mensajes de esperanza y aliento para vencer todos los problemas que nos acosan, que son muchos y variados. Para empezar hace falta superar las divisiones entre los ciudadanos, para lo cual el gobierno y los sindicatos no colaboran; más bien promueven las divisiones de clases: empresarios vs trabajadores, productores vs peones, etc. etc.
Necesitamos trabajar unidos cuando menos y empujar juntos para mejorar, en lugar de perder el tiempo en inútiles enfrentamientos. Por desgracia, persisten demasiadas situaciones en las que la ciudadanía es considerada como un objeto de mercado.
Por otra parte, el concepto de derecho ya no se asocia al de deber, de igual modo que confundimos lo esencial con lo irrelevante. A todo este despropósito, hay que sumarle la oleada de falsedades y mentiras que, aunque son tan antiguas como la humanidad, hemos de reconocer que son como una bola de nieve, que cuánto más rueda, más grande se vuelve.
Tanto es así, que a veces pensamos que vivimos en el mejor de los mundos posibles, sin ver (o sin querer ver), las dificultades de alguna gente por vivir dignamente.
En efecto, las diversas esclavitudes y la trata de personas son cosa del pasado, como también lo es la falta de respeto y consideración hacia una vida humana o en gestación. Ni nuestra indiferencia ni la impunidad, pueden omitir este tipo de hechos, en beneficio de intereses económicos.
Es necesario poner atención y reflexionar, para lo cual debemos unirnos todos, la ciudadanía toda, para lograr otro estilo de vida, más auténtico, más humano, más de todos y de nadie en particular.
La cuestión es que se imponga la ayuda recíproca y que podamos caminar en confianza unos con otros. De ahí la necesidad de generar empleo, que por sí mismo ya es proteger a las personas, puesto que es la manera de hacer frente a la desigualdad y a la injusticia social.
Indudablemente, nunca debe ser tarde para un ser humano, buscar nuevos propósitos que nos permitan abrazar la vida en familia; al tiempo, que hemos de activar la obligación de pensar, cada cual consigo mismo, en un diseño existencial más social y solidario.