El uso prolongado de nicotina podría favorecer ciertos procesos de consolidación de la memoria y el aprendizaje. Sin embargo, cuando este consumo se da bajo efectos del estrés podría llevar a que estos procesos se deterioren
UN/DICYT El estudio experimental realizado por Carlos Eduardo Novoa Paloma, magíster en Psicología de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), es un aporte ante el potencial que tienen las drogas de abuso para generar adaptaciones del comportamiento de sus consumidores, por ejemplo la respuesta ante el estrés, sensibilidad a diferentes estímulos y situaciones de aprendizaje.
Para su investigación, que adelantó en el Laboratorio de Neurociencias del Departamento de Psicología de la UNAL, experimentó con ratas Wistar, a las que les administró durante 20 días una dosis crónica de nicotina de forma subcutánea, cada día por tres semanas. Después los animales se dejaron en reposo y recibieron cuidados veterinarios básicos, alimento y agua constante.
Después se entrenaron en tareas de aprendizaje espacial, a través del laberinto circular de Barnes. En ese periodo se le hizo seguimiento a un grupo de roedores para saber qué tanto recordaban de la tarea aprendida.
Un segundo grupo se adiestró con estas mismas características, pero antes de la evaluación del recobro de la tarea se sometió a un evento de estrés por restricción de movimiento, y se evidenciaron dificultades para su ejecución.
El investigador explica: «queríamos ver era si la experiencia previa con la nicotina alteraba de alguna manera el aprendizaje en la primera condición o el recobro de la tarea en sí misma, es decir si con la exposición previa al alcaloide mostrarían una sensibilidad diferente a los efectos del estrés».
RESPUESTA AL ESTRÉS
Múltiples sistemas de aprendizaje y memoria interactúan para producir respuestas ajustadas a las exigencias del ambiente. Sin embargo, estas interacciones pueden resultar en patrones de respuesta anormales cuando los eventos que controlan procesos de organización cerebral favorecen a un sistema sobre los demás.
En este sentido, el potencial de las drogas de abuso para generar adaptaciones comportamentales de largo plazo podría radicar en su capacidad para promover procesos de reorganización neural que afecta funciones cerebrales fundamentales (refuerzo y respuesta de estrés) y la sensibilidad individual a diferentes estímulos y a las situaciones de aprendizaje.
«Al evaluar a los animales del segundo grupo y que fueron sometidos a situaciones de estrés, vimos que los que antes se habían sometido a nicotina mostraron una mayor sensibilidad a los efectos de esa situación», señala el magíster.
Aunque los animales tratados con nicotina en situaciones estándar y de control mostraron una mejoría en los indicadores de recobro de la tarea aprendida, cuando fueron sometidos a situaciones de estrés, esa capacidad se deterioró.
El estudio destaca que dicha conclusión se apoyó con un ensayo en el que se rastreó una proteína a nivel de diferentes estructuras cerebrales; así «observamos que los animales que previamente habían sido tratados con nicotina, y que además habían sido expuestos al estrés, tuvieron un incremento diferencial en una proteína utilizada para medir su actividad cerebral», concluye el magíster.