Días atrás, en la sesión de la Junta Departamental, el edil del Partido Colorado Nildo Fernández solicitó que en San Gregorio de Polanco se denominara una calle con el nombre de Otilio Furtado Laxalde.
En este texto te cuento la historia de vida:
Allá por 1927, en un pequeño poblado del Tacuarembó profundo, nace Isidoro Otilio Furtado Laxalde.
Hijo de emigrantes brasileños y parte de una numerosa familia que se vino a radicar en la zona, hecho que a la postre le dio nombre a esa comunidad, lo llamaron, “Pueblo de los Furtados”.
A la edad de 10 años, muere su padre y la vida se complica.
Como cada mañana, se levantaba temprano y después de ordeñar, agarraba caballo y salía al tranco para la escuela.
En ese trayecto había algo que lo fascinaba y lo hacía soñar.
Regularmente, el primer viernes de cada mes, su ruta coincidía con el pasaje de un avión a gran altura que le despertaba gran curiosidad, se escuchaba más de lo que se veía, pero eso era suficiente para que con su imaginación volara.
La fascinación era tal, que en el silencio de la campaña, él lo oía venir de lejos y le daba tiempo a bajar del caballo, recostarse en el suelo y así tener una mejor perspectiva para observarlo.
El hecho de nunca haber visto un avión de cerca, no era impedimento para su imaginación.
Así nació la pasión por los aviones que lo acompañaría toda su vida.
A los 15 años la cosa se puso peor aún y se tuvo que ir de la casa a buscar trabajo y transformarse en el sostén de su familia, ¡era el hermano mayor!
Fue así que su vida se transformó en un constante peregrinar por diferentes trabajos y lugares, su profesión fue cambiando a medida de las necesidades, fue esquilador, mecánico, peluquero, etc.
Con 20 años llega a San Gregorio de Polanco, que en aquellos años se le llamaba solamente “Polanco “.
Cuando trabajo de mecánico no tuvo más remedio que aprender a manejar, y cuando se le presentó la oportunidad de trabajar como chofer en el único taxi del Pueblo, de don Modesto Sosa, fue para él una enorme alegría porque le gustaban los fierros.
Don Modesto Sosa, su patrón, tenía una hija rubia muy linda, de la cual se enamoró perdidamente y al cabo de los años se transformó en su esposa para toda su vida.
A los 30 años, se cruzó en su vida Conrado Sampayo, viejo piloto y propietario de una avioneta.
Él fue el impulsor de que Furtadito se pudiera abrazar la idea de volar, y al cabo de unos años con mucha pasión logró graduarse como Piloto Civil.
La historia de Furtadito como todos le llamaban cariñosamente, es una historia de superación, de lucha, de tesón, es la historia de alguien que persiguió sus sueños y con mucho sacrificio y trabajo logró todo lo que en su niñez se veía como algo imposible de alcanzar y muchas veces fue motivos de burlas.
Furtadito no solo fue un reconocido Piloto, sino que fue un gran ser humano, se destacó por su amabilidad,ya en sus comienzos como Piloto, se transformó en un héroe salvando vidas en las inundaciones del 59, no solo en San Gregorio, sino también en Paso de los Toros.
Nunca decayó su entusiasmo ni su solidaridad, cada vez que había que trasladar un enfermo o un accidentado, siempre se recurría al “Avión de Furtadito”.
Este texto, es un resumen de una increíble historia de vida, que en él encontramos razones suficientes para que una persona común, que fue un ejemplo de superación y de solidaridad, tenga el reconocimiento en su comunidad, y es por eso que venimos a pedir que se nomine una calle con su nombre.
A Furtadito lo encontró la muerte 6 de febrero del 2001 a los 74 años, culminó sus días como un próspero productor Rural, y un ejemplar padre de familia.
Javier Mendina