Retomamos en esta entrega la última parte del criollismo que encontramos en Gardel. En semanas anteriores analizamos en profundidad este tema. Quien tuvo mucho que ver en esta postura criollista además de ser su maestro de canto y guitarra fue Arturo de Navas. De esta manera tomamos los tres últimos párrafos de la nota anterior con el fin de dar continuidad al relato.
La voz de De Nava
(…) De nava constituye por primera vez al cantor criollo solista, pura y exclusivamente. Trae lo rural con él. Porque Ángel Villoldo era un cantor citadino y cosmopolita, urbano; De Nava también lo era, pero recreó elementos temáticos rurales que se mantendrán en el canto criollo de posteriores décadas: el gaucho, las faenas diversas, los oficios, el patriotismo, los ritmos musicales folclóricos, etcétera. (Pág. 107).
(…) Pero su aporte vocal no se remite tan solo a eso, que ya es mucho. Lo tuvo como precursor del tango – canción. Fue quien le quitó el matiz payadoril al canto criollo, realizando entonaciones más arriesgadas. Aunque parte de esto también deviene del canto criollo, de los viejos cantores de estilos. Su voz era potente, varonil, nasal, dúctil y expresiva. Se lo ha tipificado como tenor – erróneamente – y como barítono. Sin duda esta última descripción es la que le cabe, independientemente de los matices que por momentos impostara. Por tanto, su tesitura oscila entre el barítono brillante y el barítono con notas de bajo, tendiendo más hacia lo primero. De estas bases, entre que algún que otro consejo – hasta del propio Arturo -, tomó Gardel para modelar su estética canora: que es la base del tango–canción como género, tal como en épocas posteriores se lo identifica.
La voz de Arturo si bien es destacada del común, es a su vez representativa de la época, del canto de entonces. Tiene una forma característica típica, folcló-rica propiamente, con una «entonación canyengue» (…) 1(Pág. 108).
En el año 1928 su nombre tuvo notoriedad gracias a Gardel, que grabó en París «El carretero». Ya le agradecería De Nava años después frente a la cámara de filmación, tomándole afectuosamente la mano, diciéndole «…gracias botija. Tengo mucho que agradecerte…»
(…) Diremos, por ahora, que era uno de los temas preferidos de «El Zorzal». En una entrevista otorgada al diario «Imparcial» de Montevideo, en 1930, Gardel dijo que era su «canción predilecta». La había grabado con Razzano en 1922 y ahora lo hacía como solista. (Pág. 143).
(…) De Nava fue el mayor modelo de identificación para Gardel. «¡Era su antecesor y guía!» dirá Del Greco (Gardel y los autores de sus canciones. P 131). Fue de quien sacó su estampa y mucho de su canto. Bayardo comentaba: «…de Arturo de Nava toma Gardel la entonación canyengue y de Betinotti recoge el sentimentalismo…2. Con «entonación canyengue» alude a «que corta las frases y subraya la intención de lo que expresa» Gobello, por su parte, conjetura lógicamente cuando argumenta: «El gran cantor de aquellos años era Arturo Nava. Nava debió de haber sido entonces papara Gardel, lo que Gardel es ahora para cualquier muchacho que sueña ser cantor de tangos: el modelo, el ídolo, el non plus ultra.»3
«Gardel frecuentó la amistad de Navas, de quien tal vez haya adoptado, además de elementos que hicieron a su estilo cantable, la elegancia en el vestir, el acicalamiento, el culto por la «pinta»4
Esta es la opinión del argentino Fabián Russo, con la que coincidimos plenamente: Gardel no solo sacó elementos estilísticos del canto de Arturo, sino también aspectos estéticos de su atuendo, actitud y porte. (Pág. 154).
Lo criollo de Gardel, y el movimiento criollista, lo local, lo que surge de lo popular y nativo. La influencia de los payadores, que, a su vez, van transformando esa especie musical nueva y fusionada en lo que luego se llamará tango y el tango mismo, que contiene todos los elementos de lo criollo. Esto es lo que finalmente atrae a Gardel para comenzar e inventar el tango canción, pero claro, sin dejar nunca la canción criolla.
Del aprendizaje y sus asimilaciones en el Uruguay no puede tenerse dudas. Berta contó en un reportaje de La Canción Moderna de Buenos Aires del 20 de junio de 1936; luego de reencontrar-se con Carlitos, después de seis años de ausencia le preguntó:
–¿Qué hiciste en Montevideo?
Y él contestó (textual):
–«APRENDÍ A CANTAR».
Está claro que se refiere a su nuevo gusto musical: la canción criolla (hoy llamada folclore).
Arturo de Navas, injustamente olvidado quien fuera maestro de Gardel, fue reconocido por éste último con la inclusión de «El carretero» en los cortos de 1930. Aquellos que fueron considerados como el «invento del video clip», que fueron grabados 15 y se conocen 10. En la presentación del tema se desarrolla un breve diálogo entre ambos. Arturo de Navas le agradece por acordarse de «este viejo».
Gardel siempre utilizó este tema, y recordó permanentemente a su maestro Arturo de Navas, tal es así que su participación en la película promocional de la empresa Paramount «Cazadores de Estrellas» filmada en diciembre de 1934 y estrenada en 1936, con todas las figuras de la empresa. Gardel debe cantar dos canciones, una de ellas iba a ser «El carretero», cosa que no pudo efectivizarlo pues ya había fallecido su autor De Navas. No llegando a un acuerdo económico con su viuda. De todas formas, Gardel logra transmitir a su letrista y amigo Alfredo Le Pera la esencia del campo, y éste último escribe unos versos con música de Gardel. La canción que surge, siendo grabada y filmada para esa película es «Apure delantero buey», muy similar a «El carretero». Esto sucede por tres motivos: 1) un homenaje a su maestro, 2) recreación de su canción preferida y 3) una intención de no abandonar nunca «eso» que tanto defendió Gardel: lo criollo.
Repasemos una vez más la entrevista de 1930 a «El Imparcial» de Montevideo. Gardel responde que su canción predilecta es «EL carretero» y agrega: – «El Carretero es mi canción predilecta. ¿No cree che? que este canto es todo un cuadro viviente? Para mí, «El Carretero» es un pedazo de vida reflejada de manera admirable».
En los cortos de 1930, antes de entonar el tema, el breve diálogo entre De Navas y Gardel, nos lleva a prestar especial atención en las palabras de Gardel.
Navas: «Bueno gracias botija, tengo mucho que agradecerte que te hayas acordado de este pobre viejo. Y que hayas sacado ese macarroncito criollo que estaba enterrado en el potrero del olvido, para que estas nuevas generaciones, se den cuenta de lo que es el olor a pasto y olor a fogón».
Gardel: «Nava, yo no he hecho más que interpretar en lo posible tu canción y que el púbico juzgue».
Gardel le responde al cronista la importancia de la canción «un pedazo de vida reflejada de manera admirable». Y De Navas describe maravillosamente lo que es el campo.
Sin embargo, la letra si bien es descriptiva; solo se aprecia en su verdadera dimensión quien ha nacido, vivido y sentido lo rural.
La pregunta viene sola. ¿Puede ser que un originario de Francia nacido en Toulouse –, que llegó a Buenos Aires con dos años y medio, creció en el barrio del Abasto, cursó primaria en escuelas privadas, con calificaciones máximas en todas las materias, tener sentimientos y emociones tan firmes para que «El Carretero» sea la canción predilecta?
Tal como lo expresa el propio cantor al responder al cronista en una entrevista concedida: «¿No cree che? que este canto es todo un cuadro viviente? Para mí, «El Carretero» es un pedazo de vida reflejada de manera admirable». ¿Estos conceptos se pueden llevar en el corazón sólo oyendo cantar a los payadores?
Ricardo Ostuni; cita en su libro Repatriación de Gardel a Edmundo Eichelbaum5 respecto del tema de este capítulo: «el criollismo de Gardel no era una pose o una actitud ligada a las posibilidades como cantor en la época, sino el producto de una inclinación y un conocimiento directo y profundo de tipos humanos y de modalidades (…) Un nutrido anecdotario y las muchas fotografías que lo muestran con sus amigos del interior del país, a menudo folcloristas de su tiempo, confirman ese costado de su personalidad» (Pág. 63).
El carretero fue una canción que acompaño a Gardel durante toda su vida. Además, en 1928 la cantó en París, la filmó en 1930 en los cortos mencionados e intentó en la película promocional de la Paramount «Cazadores de Estrellas» incluirla, como no pudo hacerlo, cantó un tema muy similar. ¿Qué insistencia tan extraña para un francés? Fuente: Libro Carlos Gardel: El más uruguayo de todos del autor.
Notas
1 Bayardo, Carlos Gardel a la luz de la historia. P. 49
2 Ídem p. 41
3 Gobello, Crónica general del tango, p, 137. Non plus ultra significa aquello que alcanzó la máxima perfección.
4 Russo, El tango cantado. Una lectura acerca del canto en la Escuela Gardeliana, p. 37.
5 El discurso gardeliano: La Historia del Tango, volumen 9. Editorial Corregidor 1977.