Juan Manuel Rodríguez (PN)
«No importa si el gato es negro o si el gato es blanco; si caza ratones es un buen gato».
Esta frase tan original como descriptiva, fue pronunciada por Deng Xiaoping, máximo líder de la República Popular China, para explicar las reformas de liberación de la economía, el abandono del comunismo ortodoxo y el ingreso de China a la economía de mercado y al capitalismo.
Esa decisión tomada en 1978, le permitió a China salir del atraso en el que vivía el país, y ya para la década de 1990, más de 170 millones de campesinos habían logrado salir de la pobreza extrema. Hoy se pueden contar por millones los millonarios chinos, que son los que en definitiva consumen los alimentos de mayor calidad y precio que el Uruguay exporta.
Algo parecido debió pensar el ex presidente Sanguinetti, cuando en 1988 propició el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Uruguay y China, lo que implicaba un distanciamiento con Hong Kong y la crítica de muchos compatriotas que entendían que se debían priorizar las relaciones con países que contaran con gobiernos democráticos y colocaban una objeción al régimen totalitario chino, por encima de los intereses comerciales y económicos del país.
Hoy nadie en su sano juicio puede dudar de la importancia de ese gigante que se ha vuelto nuestro principal socio comercial. Lo que algunos aún no han entendido, es que eso hubiese sido imposible sin su apertura al capitalismo y a la economía de mercado. Un hito más que importante dentro de lo que fue el derrumbe del socialismo real, que permitió un desarrollo humano que viene en aumento constante y que nos está permitiendo triunfar frente a la pobreza.
Recordemos que según un reciente informe del Banco Mundial, en 1981 más del 50% de la población mundial vivía en la pobreza absoluta y eso se ha reducido en nuestros días a menos del 14%. Desde la caída del muro de Berlín en 1989 al día de hoy, la pobreza se redujo en un 75% a nivel global. Claro que con eso no alcanza y que todavía queda mucho por hacer, pero también confirma que vamos en dirección correcta y podemos ser optimistas frente a los grandes desafíos de este siglo.
Por eso la importancia del viaje del presidente Vázquez y su amplia comitiva, en busca de un tratado de libre comercio que nos permita profundizar aún más nuestros negocios con la segunda mayor economía del planeta.
Bienvenidos todos los acuerdos que nos permitan abrirnos al mundo y, lo que es más importante, abrir el mundo a nuestros productos. Lo esencial es que podamos competir como país en igualdad de condiciones y luego tener mucha confianza en nuestras propias fuerzas como sociedad.
No importa si es con China, la Unión Europea, Chile, Estados Unidos o Venezuela. Ni mucho menos qué tipo de gobierno tengan al momento, sino que nos sirva a nosotros el negocio. A fin de cuentas no importa el color, lo importante es venderle carne y leche al gato y queso al ratón.