El fin de una larga espera para Tacuarembó
Fuente: El País
ASSE confirma la instalación de un IMAE cardiológico en el hospital de Tacuarembó, un anuncio que empezó en 2012. Estiman que funcionará a partir de marzo de 2019, pero antes hay que equilibrar la balanza empresarial; el centro salteño ya provocó pérdidas entre los capitalinos el año pasado.
En Tacuarembó están cansados de las promesas. Se ilusionaron por primera vez en 2012, cuando el entonces ministro de Salud Pública, Jorge Venegas, anunció que un Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) cardiológico sería instalado en el hospital departamental. El nuevo centro ayudaría a «romper los desequilibrios entre Montevideo y el interior», según el jerarca, ya que brindaría tratamientos de primera línea a los uruguayos que sufrieran un infarto al norte del río Negro.
La propuesta no se concretó, pero el mismo anuncio se repitió una y otra vez. El momento en el que se estuvo más cerca de inaugurar el centro médico fue en octubre de 2014, cuando el entonces presidente José Mujica viajó al departamento y días después firmó un decreto que aseguraba la creación del instituto bajo la órbita de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). El proyecto proponía formar una «red de asistencia» que contemplara el eje de la ruta 5, por lo que cubriría también Artigas, Rivera y Cerro Largo.
«Algún día debemos poner una chapa que diga: acá empezó la resurrección de los hospitales públicos de Uruguay. La reforma de la salud fue desde el norte hacia al sur, al revés de como se cree naturalmente», afirmó el mandatario.
El proyecto tampoco prosperó, pero en 2015 se volvió a hablar del tema. La entonces ministra de Salud Pública, Susana Muñiz, reconoció en entrevista con El Observador que el plan estaba retrasado, pero aseguró que ese mismo año empezaría a funcionar. Cambió el gobierno y asumió al frente del Ministerio de Salud Pública (MSP) Jorge Basso, quien en 2017 prometió que una extensión del IMAE que se trabaja en el Hospital de Clínicas se instalaría en Tacuarembó.
Además de estas, hubo otras propuestas entre 2012 y 2017, pero ninguna fue llevada a cabo hasta ahora.
En ASSE no se dan por vencidos e insisten con que antes de marzo de 2019 habrá un instituto cardiológico sobre el eje de la ruta 5. Fuentes del organismo dicen que el equipamiento necesario para los tratamientos ya fue licitado y adjudicado a una empresa privada, que lo importará del exterior. El angiógrafo llegará a Uruguay en diciembre, pero antes de ponerlo en funcionamiento deben desplegar la logística necesaria para que todos los pacientes del noreste puedan acceder a los tratamientos.
El proyecto será en convenio con el Hospital de Clínicas, como había anunciado Basso, por lo que los médicos viajarán a Tacuarembó dos o tres veces por semana para formar a los profesionales del departamento. La idea de las autoridades es que en el IMAE del norte también se den clases y funcione la cátedra de Cardiología, algo similar a lo que ocurre actualmente con Neurocirugía. A mediados de mayo hubo una reunión en la que participaron jerarcas de ASSE, de la Universidad de la República, del hospital departamental, del Hospital de Clínicas y del MSP, para afinar detalles.
¿Por qué este anuncio sería distinto a los demás? El rector de la Universidad de la República (UdelaR), Roberto Markarian, cree que hay «mucha voluntad política de parte del nuevo directorio de ASSE», cuyo principal objetivo es descentralizar las prestaciones.
En Uruguay había hasta 2017 seis IMAE cardiológicos y todos funcionaban en Montevideo, por lo que solo en la capital se realizaban angioplastias primarias, el procedimiento recomendado para desobstruir los vasos tras un infarto cardíaco. Este tratamiento debe hacerse durante las primeras dos horas porque, de lo contrario, el músculo será irrecuperable.
En ese momento todos los pacientes del norte del río Negro recibían en sus localidades fármacos para disolver los coágulos y, si sobrevivían, eran trasladados a la capital para acceder a una angioplastia. La distancia generaba grandes inequidades, que lograron achicarse cuando se inauguró un instituto cardiológico en Salto en agosto del año pasado.
Markarian reconoce que hay «intereses de las corporaciones» detrás de los IMAE, sobre todo porque en estos centros médicos todavía se admite el lucro. Cardiología no es la única disciplina en la que se especializan, también hay de traumatología, diálisis, prótesis, trasplante renal y de médula ósea. Las técnicas que realizan son complejas y costosas, por lo que son financiadas por el Fondo Nacional de Recur- sos (FNR).
«La Universidad está comprometida con esto porque tenemos un IMAE en el Hospital de Clínicas y está bien instalado, está funcionando. Extender a la región norte del país un servicio tan importante nos resulta imprescindible, sobre todo porque está a la mano hacerlo», afirma.
La inversión en el hospital de Tacuarembó correrá por cuenta de ASSE, que deberá construir un CTI de cardiología. También tienen que crear una red de telemedicina que permita conectar los centros de salud que dependerán del instituto del norte. Los recursos humanos saldrán de la Universidad y no cobrarán honorarios extra por los procedimientos, ya que el dinero que pagará el FNR por cada uno de los procedimientos irá directamente a la dirección del Hospital de Clínicas, que administrará el proyecto.
Este es el punto que genera dudas entre las autoridades. Los cardiólogos que trabajan en el hospital universitario están involucrados, en su mayoría, con los IMAE privados que funcionan en Montevideo, en donde sí cobran por los tratamientos. El Estado paga $ 135.952 por las angioplastias primarias y $ 555.488 por las cirugías cardíacas, que también serán realizadas en Tacuarembó. En ASSE no están tan seguros de que los médicos acepten viáticos a cambio de viajar tres veces por semana, cuando en la capital reciben miles de dólares por hacer esos mismos tratamientos.
Markarian asegura que ya habló con ellos y notó «muy buena voluntad» para ayudar a extender el IMAE universitario. «No hay reticencia de ninguna manera, todo lo contrario. Es cierto que hay mucho dinero en juego, son máquinas muy delicadas y también son pacientes difíciles. Pero para nada hay reticencia».
También preocupa que los institutos capitalinos estén de acuerdo con que un centro público en el norte realice cirugías cardíacas, el bien más preciado en este rubro. Según datos del FNR de 2017, el Sanatorio Americano fue el que practicó más operaciones a corazón abierto ese año, con 571 intervenciones: la mutualista recibió US$ 10,3 millones por ese servicio. El segundo lugar lo ocupa el Instituto Nacional de Cirugía Cardíaca (que funciona en el Servicio Médico Integral), que facturó más de US$ 7 millones por 395 operaciones.
Los detalles que resta afinar hicieron que el ministro Basso no se animara a dar fechas de inauguración cuando fue citado al Parlamento a mediados de mayo por este tema. Sostuvo que todos los organismos involucrados trabajan para que el IMAE de Tacuarembó funcione «lo más pronto posible», pero agregó que por «razones de respeto» no volverá a anunciar un mes exacto, como ocurrió antes.
El legislador del Partido Nacional Martín Lema, quien citó a Basso a la Comisión de Salud de Diputados, considera que el gobierno realizó muchas promesas que fueron incumplidas, por lo que valora que el ministro no haya dado una nueva fecha para evitar generar ilusión en la gente. «Es lo que menos queremos, nos hubiera gustado que propusiera una fecha concreta. Pero también demuestra un gesto de sinceridad y no se va a generar la frustración de antes», sostiene.
Un problema de dinero
Detrás de los obstáculos para concretar el IMAE de Tacuarembó hay un problema de dinero. De acuerdo con cifras del FNR del año pasado, recientemente publicadas en el sitio web del FNR, en Uruguay se hicieron 12.137 procedimientos cardiovasculares, que incluyen angioplastias y cirugías cardíacas. Al menos 11.244 tratamientos tuvieron lugar en instituciones privadas, mientras que 893 (7% del total) fueron practicados en el Hospital de Clínicas, el único público y sin fines de lucro del país.
Abrir un IMAE en el norte que dependa de ASSE y de la UdelaR implica dividir la cantidad de pacientes. Esa ecuación quedó demostrada el año pasado, cuando el MSP autorizó la instalación de un instituto cardiológico en el Centro Médico Quirúrgico de Salto, que es una extensión del que funciona en el Sanatorio Americano de Montevideo. Las autoridades estaban convencidas de que esa mutualista tendría pérdidas anuales de entre US$ 500.000 y US$ 2,5 millones, pero las predicciones no se cumplieron.
Las cifras muestran que en 2017 el 2,3% de los procedimientos cardíacos cubiertos por el FNR tuvieron lugar en el norte del país, aunque en ese centro no haya cirugía. Salto concretó 195 angioplastias primarias desde mediados de agosto, cuando empezó a funcionar. El director de la mutualista salteña, Arturo Altuna, dice que hasta mayo de este año se hicieron más de 250 angioplastias, por lo que esperan alcanzar las 500 en diciembre. El FNR estimaba que en Salto se practicarían unas 250 anuales, la mitad de lo que efectivamente ocurrió.
Tampoco hubo que hacer cirugías cardíacas de urgencia, un miedo que tenían en el MSP. Salto no tiene un lugar donde practicar esas intervenciones, por lo que las autoridades sanitarias plantearon que la mutualista debía asegurar los traslados a Montevideo si los procedimientos simples se complicaban. Entre las condiciones que estipuló el ministro Basso para autorizar el IMAE norteño, contar con un helicóptero era una de ellas.
La puesta en práctica del IMAE salteño tuvo consecuencias directas en los centros montevideanos; en definitiva, la torta fue repartida entre más comensales.
Aunque en 2017 hubo en todo el país 200 pacientes cardiológicos más que el año anterior, cuatro institutos realizaron menos procedimientos. Ese fue el caso del Instituto Nacional de Cirugía Cardíaca (que funciona en el Servicio Médico Integral), que en 2016 practicó 1455 angioplastias, mientras que al año siguiente fueron 1347. Esos 108 procedimientos de diferencia implicaron una pérdida de US$ 490.000.
También sufrió el Instituto de Cardiología Integral, que está instalado en la Médica Uruguaya. El año pasado realizaron 1034 tratamientos, pero en 2016 habían sido 1065. Esas 31 angioplastias menos trajeron como consecuencia una pérdida de US$ 140.473. Lo que más impactó en este caso fue que un cardiólogo salteño que trabajaba allí renunciara y se radicara en el norte. Antes, sus pacientes pedían por favor internarse en la Médica Uruguaya para ser atendidos por él.
El Clínicas fue otro de los perjudicados, ya que en 2016 se hicieron 692 procedimientos, mientras que en 2017 fueron 688. Los cuatro tratamientos de diferencia significaron US$ 18.126 menos.
Si bien el Sanatorio Americano de Montevideo sintió una baja en la cantidad de angioplastias, no se vio afectado porque comparte los ingresos con el IMAE salteño. Lo que ocurrió en este caso fue que hasta agosto derivaban los pacientes del norte al instituto capitalino, pero ahora se atienden en Salto. En esa mutualista se habían realizado 2.380 tratamientos en 2016 y el número descendió a 2.293 al año siguiente: los 87 procedimientos que facturó el Centro Médico suman un total de US$ 394.232.
La única manera de que el resto de los IMAE del país no sufran aún más las consecuencias de un nuevo centro en Tacuarembó es aumentar los aranceles que paga el FNR por los tratamientos. Fuentes del organismo consideran que no se puede destinar más dinero estatal, porque también se financian otros procedimientos costosos. De hecho, cuando se autorizó el de Salto, una de las condiciones era no pagar ni un peso más por las intervenciones cardiológicas. En ese momento una de las instituciones cuestionó que si perdía los pacientes del interior se quedaría sin el 20% de sus ingresos.
Nadie discute que el litoral y el eje de la ruta 5 deben tener sus IMAE. El problema es que en la década de 1990 se abrieron más de lo que debían; para tres millones de habitantes, Uruguay tendría que contar solo con tres. El último que se inauguró fue el del Sanatorio Americano en 2003, el más grande del país.
Cerrar uno de los centros cercanos al obelisco nunca fue una opción. El desafío es equilibrar la balanza y tratar de complacer todos los intereses, no solo los asistenciales sino también los empresariales.