Maximiliano Campo (PC)
Desde el ascenso del Frente Amplio al poder, el PIT CNT a tenido un protagonismo sinigual en la política diaria de nuestro país
Lamentablemente hoy funciona como un brazo sindical del partido de gobierno, con esa frase que muchas veces hemos escuchado de que el movimiento sindical “no es político pero tampoco indiferente”.
Los sindicatos justifican el mal llamado “progresismo latinoamericano”, ese progresismo que va muchas veces contra la democracia republicana o que como pasó hace muy poco, atenta contra los intereses del país.
La historia del Uruguay marca una presencia sindical desde fines del siglo XIX y principios del XX, con la llegada de muchos europeos que profesaban el marxismo o el anarquismo; con Batlle y Ordoñez los gremios florecieron y fueron parte protagonista del Uruguay reformista.
En sus inicio,s no siendo afín al gobierno, el sindicato se limitaba a lo que debía, defender y luchar por los derechos de los trabajadores con la responsabilidad necesaria.
Esto ha cambiado, desde la vuelta democrática en 1985, cuando el sindicalismo uruguayo ha tomado una postura durísima e irresponsable con los gobiernos de los partidos tradicionales, pero lo increíble fue que no solo se dedicó a defender los derechos de los trabajadores, sino que también se tomó la atribución de la lucha política, alentado naturalmente por los sectores más radicales de la izquierda nacional.
Esto cambió cuando la coalición de izquierda llega al poder; los primeros cinco años fueron de una actividad sindical pasiva. Luego con Mujica fue todo color de rosa, pedido que se hacía se conseguía por ejemplo mediante los préstamos del FONDES. Pero llegó el momento de las vacas flacas y a pesar que los sindicatos acompañaron arduamente en la nueva campaña al oficialismo, al llegar al poder, Vázquez tuvo que frenar los divagues de la central obrera; por ejemplo, en un caso recordado por todos que fue el decretazo de esencialidad en la educación, o lo que sucede ahora cortando los préstamos desenfrenados que todos pagamos a ALAS Uruguay.
Llegamos a un punto en el que la central obrera ha perdido todo tipo de criterios, ha llegado a la locura de hacer un paro “contra el neoliberalismo”, lo que parece irreal y de otra época.
Ha actuado apoyado por el Frente Amplio en acciones en contra de los intereses del país, en esta última oportunidad mientras Uruguay negocia con China un TLC y por lo tanto necesita la autorización del Mercosur, trajeron a Dilma.Se puede debatir la legitimidad de la salida de la ex presidente de Brasil, lo que no se puede debatir es lo inconveniente e irresponsable de esta visita en el momento en que Uruguay necesita el apoyo del nuevo gobierno del gigante latinoamericano.
En fin, actitudes poco creíblesdel PIT CNT, hubo, hay y habrá. Me gustaría enfatizar queesta nota no es contra el sindicalismo, es contra el mal sindicalismo, ese que se dedica a hacer política abiertamente mientras su tarea es otra, ese sindicalismo patotero al estilo peronista, que entre otras cosas rodeó el Palacio Legislativo para forzar la aprobación de una ley.
Los trabajadores tienen todo el derecho de sindicalizarse y luchar por sus derechos, condiciones laborales y sus salarios.Es más, deben hacerlo, lo han hecho a lo largo de la historia del país y han conseguido grandes logros, pero el sindicalismo debe ser independiente, tanto del gobierno de turno como de cualquier partido político, no puede servir a nadie más que a los trabajadores, ya que ésa es su tarea natural.