Los restos encontrados en el predio de Barrio Los Molles son de Valentina Ferraz Ferreira. La justicia así lo ha informado en la tarde de este martes a su familia.
Hay muchas preguntas sobre lo que puede haber vivido Valentina desde el 9 de mayo, último día que se supo de ella. Tan solo 16 años, una adolescente con toda la vida por delante, con todo por hacer y lograr. Se sabe que tenía problemas de adicción, que frecuentaba lugares complejos y que se relacionaba con personas con las cuales una adolescente no debería relacionarse. Se sabe que tenía en su vida intervenciones de INAU, recurso al que la familia habría apelado por salvarla de situaciones que nadie quiere que un hijo o hija viva.
Hay muchas preguntas que podemos hacernos sabiendo este triste final: ¿Qué hizo la familia para evitar este desenlace fatal? ¿Qué hicieron las instituciones que tienen que velar por los derechos de niños, niñas y adolescentes? ¿Cómo se investigó su desaparición? ¿Qué acciones tomó la policía ante la denuncia de desaparición? ¿Qué hacemos nosotros como sociedad? ¿Qué hacemos cuando sabemos de una boca de venta de drogas? ¿Qué hacemos cuándo sabemos que hay alguien con consumo problemático?
¿Qué tan indiferente somos ante estas situaciones que nos rozan, nos tocan muy de cerca y que nos puede tocar con alguien de nuestra familia o cercano en cualquier momento?
Una vez más una mujer ha sido víctima de la violencia cruel. Solo el hecho de saber cómo parte de ella se encontró nos revela lo que debe haber pasado en sus últimos días, horas.
Cuántas Valentinas más están pasando por la violencia de género, más allá de las condiciones que atraviese cada una, de adicción u otro tipo de dependencia. Desde donde estemos busquemos herramientas, caminos, recursos, pidamos ayuda. Que no tengamos que llorar a más Valentinas. Que este dolor no nos sea indiferente.