La COVID-19 provoca la caída de los mercados, pero impulsa el precio del oro a un máximo histórico.
La última vez que una onza del metal precioso costó más de 1.800 dólares fue en 2011, tras la crisis financiera. Ese récord fue batido en julio.
Y en agosto, su precio superó los 2.000 dólares, por primera vez.
Los comerciantes británicos dicen que el negocio está siendo dinámico, ya que la gente recurre al oro en busca de seguridad en tiempos de crisis.
«El precio sube y baja en base a las calamidades que están sucediendo en el mercado, en el mundo. Así que, igual que la COVID, el
precio comenzó a subir porque la gente se preocupó, las acciones cayeron, los tipos de interés bajaron. Históricamente, siempre que hay crisis petroleras o guerras, la gente busca el oro porque lo ven como algo seguro», explica Oliver Temple, copropietario de Gold Investments.
Mientras unos están comprando oro como inversión, otros lo están vendiendo para ganar algo de dinero.
«Ha habido muchísima más gente, en las últimas 4 o 6 semanas. En general, llegaban con algo de entre 500 y 1.500 libras esterlinas. Pero durante las últimas dos semanas hemos tenido cosas más grandes, gente que trajo lingotes de oro», cuenta James Constantinou, propietario de Prestige Pawnbrokers.
Los expertos vaticinan que el nuevo coronavirus va a seguir dañando la economía mundial y el mercado laboral durante meses.
Malos tiempos para muchos, que aprovechan otros: como las casas de empeño.