Waldemar Cipriano Burgos es uno de los nombres más destacados de la historia del fútbol de Tacuarembó. Además de haber practicado este deporte, fue un entrenador que sobresalió por sus tácticas particulares, su seriedad para encarar el puesto, y el respeto que tenía hacia sus dirigidos y que éstos le devolvían.
Fue uno de los fundadores del Wanderers Juvenil –si no el principal impulsor– y alcanzó la gloria cuando dirigiendo a la selección de Tacuarembó se logró el campeonato del Interior en 1971.
Muchos triunfos en su trayectoria como técnico fue sumando, como Campeón del Noreste, por ejemplo; y en el ámbito local fueron varias las instituciones que contaron con sus servicios, incluso en el fútbol infantil y en la liga universitaria en Montevideo.
Humilde, con una honestidad intachable, de perfil bajo, muy certero en sus comentarios y un gran observador del fútbol local, aún en sus últimos años como un aficionado más. Fue un estudioso del fútbol, y de eso quienes lo conocen a fondo, nunca tuvieron dudas.
Debió esforzarse con completar sus estudios normales –que la necesidad laboral habían truncado– para llenar los requisitos que le permitieran obtener el título de entrenador profesional. Con esfuerzo lo logró, y el gran beneficiado no fue solamente él, sino que el deporte local se enriqueció con su aporte.
El estadio de su querido Wanderers Juvenil hace años que lleva su nombre, homenaje que pudo disfrutar y compartirlo con su familia. Ahora, sin dudas, vendrán otros homenajes y reconocimientos; todos muy merecidos por supuesto, que se sumarán a los que fue recibiendo desde que abandonara la práctica activa del deporte.
Waldemar Burgos falleció ayer 9 de marzo en la ciudad de Tacuarembó.
Un respetuoso saludo a su familia.