Desde el pasado año INACOOP se ha embarcado en incorporar al mundo del cooperativismo una mirada de género que lleve a una mayor igualdad
y justicia. De este modo, días atrás, en el marco de las actividades por el Día Internacional de las Mujeres, se presentó la guía práctica «¿Cómo
incorporar la perspectiva de género en las cooperativas?». Sus contenidos recogen insumos de la consultoría realizada en acuerdo entre ONUMujeres / Programa Ganar-Ganar, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) e INACOOP.
Esta guía práctica expresa que el enfoque de género implica visualizar estas construcciones culturales (roles) y poder desnaturalizarlas, identificando cuáles son
las desigualdades y la falta de oportunidades que se generan en los distintos ámbitos de desarrollo de las personas.
Señala también que «El movimiento cooperativo tiene como principio orientador la igualdad entre sus miembros y la justicia social» y por tanto atento a
estos valores es absolutamente necesario incorporar al mismo la visión de género.
En cuanto a los compromisos que el movimiento cooperativo tiene a partir de los marcos internacionales y regionales, se destaca la Recomendación 193 de OIT
que menciona la «necesidad de que se fomente la participación de las mujeres en todos los niveles de la estructura cooperativa, especialmente en la gestión
y dirección así como la inclusión de la perspectiva de género en las cooperativas y en todas sus actividades».
El documento señala que «el modelo cooperativo es reconocido como un sistema que habilita y fomenta el empoderamiento de las mujeres en comparación
con otros tipos de vínculos con el mercado».
¿Qué sucede con las mujeres en el cooperativismo?
Cabe indicar que las mujeres han estado históricamente presentes en las cooperativas, pero sus roles de representación se han restringido a las comisiones de fomento o de educación y no ha cargos de dirección o representación.
Se visualizan como los principales obstáculos para esto que esos cargos requieren de un tiempo que muchas veces estas no poseen, derivada de los roles
tradicionales de género, que les asignan la responsabilidad de los cuidados y el trabajo doméstico.
Parte de trabajar para solucionar estas diferencias de género, es asumirlas como propias, y así poder trabajar internamente para modificar esta realidad.
Afortunadamente, desde hace unos años, el movimiento ha reparado en la necesidad de visualizar las desigualdades de género dentro del cooperativismo y
actuar en consecuencia.
¿Cómo puede cada cooperativa incorporar la perspectiva de género para contribuir con una mayor igualdad?
La guía práctica presenta un punteo específico para incorporar la perspectiva de género en la actividad.
Dentro de estos encontramos: Realizar acciones de sensibilización y formación en género, promoviendo que los y las integrantes de las comisiones directivas
sean promotores de la inclusión de la perspectiva de género en los y las cooperativistas sensibilizándolos así como asumir la corresponsabilidad en los
cuidados.
También se destaca el implementar un sistema colectivo de apoyo a los cuidados durante las actividades de las cooperativas, para garantizar a todos los socios/
as la posibilidad de participar en igualdad de condiciones.