José Gregorio Hernández, recientemente reconocido como beato por la iglesia católica, murió hace 102 años, tras ser arrollado por uno de los pocos autos que había en la capital venezolana en 1919.
Todo ocurrió cuando iba en camino a atender a sus pacientes.
Sin embargo, ha seguido operando, atendiendo enfermos, levantándolos de su cama cuando están a punto de morir, o al menos así lo confirman muchos testimonios en todo el país.
Para creer en el hombre que fue bautizado como el «médico de los pobres» no hace falta ser católico, solo se necesita tener fe, confesó Jhonny Oswaldo
Molina Sánchez, tras asegurar que le salvó la vida.
«José Gregorio Hernández lo es todo (…) es el médico de nosotros los pobres. A mí me ha hecho muchos milagros en realidad, he estado entre la vida y
la muerte varias veces, porque he sufrido robos y por eso es que estoy aquí en silla de rueda, me dieron múltiples disparos, estuve discapacitado, parapléjico, y
a raíz de los años el cuerpo se me ha ido despertando y siempre le he pedido a José Gregorio Hernández y mi mamá también», comentó el Molina Sánchez.
Su madre, Gloria María Sánchez de 73 años, guarda desde hace 50 años una imagen de José Gregorio Hernández en el cuarto de su hijo.
Ella asegura que cuando Jhonny recibió 28 impactos de bala que comprometieron casi todos sus órganos fue él quien lo sanó para evitar que le cortaran una de sus piernas.
«Cuando a él le dieron esos tiros le iban a cortar el pie, y yo me fui para la iglesia del hospital Vargas, que fue donde estuvo José Gregorio, y yo me arrodillé y le pedí que me lo salvara y él me lo salvó», agregó.
Después de salir del hospital Jhonny Oswaldo Molina Sánchez explica que se sintió muerto en vida, que no tenía ayuda para moverse, y le era casi imposible salir de su casa al hospital. «La fe hacia José Gregorio Hernández me ha dado fuerza y voluntad en 24 años, gracias a Dios porque antes subía las escaleras de mi casa arrastrándome, pero ahorita para estar mejor necesito una operación, porque con terapia no es posible avanzar más, necesito una prótesis de cadera, eso es lo que le pido en este momento, que interceda para poder tenerla», apuntó.
DEVOCIÓN
Ana García cuenta que hace 25 años entró al quirófano para una operación de un tumor cerebral, y aunque sus pronósticos de sobrevivir sin consecuencias
eran bajos, asegura que José Gregorio Hernández la acompañó.
«Doy mi testimonio del doctor José Gregorio Hernández, hace 25 años, fui operada de un tumor cerebral y durante mi operación vi al doctor José Gregorio Hernández que pasó sus manos por mi cabeza, fue un testimonio que todos lo aprobaron porque en el lugar no había nadie con las características de la
persona que yo vi, y desde ese tiempo soy 100 por ciento devota de él y doy mi fe, de que es un médico fabuloso», apuntó.
Sin necesidad de que cumpla un milagro, o de que sea visto por los pacientes o sus familiares durante o después una operación, José Gregorio Hernández siempre está presente en las peticiones de sus creyentes cuando alguna complicación de salud se presenta en familias venezolanas.
Una estampa con su retrato en la cartera, una imagen en la casa o el negocio, suelen ser frecuentes en los hogares que veneran al declarado beato, que
desde hace mucho los venezolanos convirtieron en su santo.
(Sputnik)