Con la oposición del Frente Amplio en la comisión de Trabajo, Asuntos Laborales y Gremiales, fue aprobado finalmente en el plenario, que el 30 de abril de cada año, “Día del Trabajador Rural”, sea denominado con el nombre de Ramón Pascasio Báez.
El anteproyecto fue presentado por el edil suplente Julio Balparda, basándose en la ley 19.000 de fecha 6 d noviembre del año 2012, que establece al Día del Trabajador Rural como feriado no laborable por el Poder Legislativo.
Balparda destacó a la figura de Ramón Pascasio Baéz, destacando que casi todos los recordatorios que se realizan actualmente “son dedicados a víctimas de un solo frente de batalla y curiosamente en el período pos dictadura instalada el 27 de junio del año 1973”. “Los mártires inocentes, torturados y ejecutados por la guerrilla tupamara en pre dictadura, bajo gobiernos que eran democráticamente electos, han sido muy poco recordados y homenajeados”, dijo el edil.
Según el legislador existe se percibe una forma deliberada de las distintas comisiones de Derechos Humanos que “solo reclaman verdad y justicia para su propia trinchera y en el espacio de pos dictadura”.
El edil recalcó que se debe recordar también a las víctimas de torturas y crímenes de lesa humanidad cometidos en épocas de gobiernos democráticos por la guerrilla tupamara.
El 21 de diciembre de 1971, Ramón Pascasio Báez Mena, un peón rural uruguayo, fue asesinado por la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Su muerte tuvo una gran repercusión en el país.
Pascasio Báez era un hombre nacido en 1925, que vivía en la ciudad de Pan de Azúcar, en el departamento de Maldonado. Tenía esposa e hijos y trabajaba como peón rural.
Hacia octubre de 1971, Báez transitaba a pie por el campo, intentando detener a un animal que había escapado, en la estancia Espartacus, situado en la Ruta 9 a unos 10 km de la ciudad de Pan de Azúcar. Casualmente descubrió una guarida de los guerrilleros, llamada popularmente «tatucera». Era un centro de adiestramiento y un escondite, con un arsenal de armas robadas. También se estaba preparando un sector a modo de laboratorio. Se considera que era parte de un plan para llevar la guerrilla al medio rural.
Luego de apresarlo, los tupamaros manejaban tres ideas sobre qué destino darle para impedir que los denunciase:
• Mandarlo a Chile cruzando Argentina,
• Mantenerlo en detención indefinidamente o
• Ejecutarlo.
Luego de mantenerlo cautivo aproximadamente dos meses, los tupamaros decidieron ejecutarlo inyectándole una sobredosis de pentotal. Según Zabalza, la orden provino de Tino Píriz Budes, un agente infiltrado de la Secretaría de Informaciones del Estado. Durante unos meses esto permaneció oculto; pero el 20 de junio de 1972 por las Fuerzas Conjuntas descubrieron este escondite y exhumaron los restos de Báez.
Este hecho fue reconocido décadas después por el exguerrillero Jorge Zabalza, quien lo consideró «un delito de guerra contra un ciudadano totalmente ajeno a la confrontación que se desarrollaba en el Uruguay»,dado que antiguos miembros del movimiento afirman que se hacían esfuerzos por no herir inocentes y para minimizar el uso de la violencia