Juan Manuel Rodríguez (PN) – Lo que queda claro de todo este conflicto, hijo del agujero negro de Ancap, es que los mercados híper regulados y los monopolios estatales, solo traen conflicto, prepotencia y pérdidas para el consumidor y para el pueblo en general.
Ancap define el precio de los combustibles según una paramétrica indescifrable, que mantiene hoy, con un barril de petróleo a 40 y pocos dólares, los precios de los combustibles por encima de los fijados cuando el barril llegó a 100 dólares, hace solo un par de años atrás. El conflicto con los estacioneros, es porque Ancap al tener el monopolio de toda la cadena, fija el precio de venta y también el margen de ganancia de los vendedores y de los transportistas.
Tanto el sobreprecio que pagamos los consumidores, como el recorte a las ganancias de los estacioneros, tiene por único fin recaudar, para intentar tapar las enormes pérdidas que ha tenido el ente durante los últimos años, fruto de negocios a veces turbios y siempre deficitarios.
Eso en un mercado libre no pasa.
Si en Uruguay se pudiera importar y vender combustible, (como pasa con cualquier otro producto, aún los producidos aquí) si Ancap estuviera en competencia y también las estaciones entre sí, los márgenes de ganancia se regularían solos. Sin necesidad de acuerdos y tendiendo siempre a un equilibrio a la baja, fruto de la libre competencia entre las partes y en beneficio de los consumidores. Esto no es teoría y se prueba científicamente cada vez que alguien va a la verdulería.
Creo que no hay que escatimar en esto la discusión de fondo, que es la perversidad de los sistemas monopólicos que toman a la sociedad como rehén. Y es oportuno recordar lo exitosas que han sido para todos, cada una de las medidas de desregulación que el país ha tomado y que hoy ya nadie cuestiona ni discute.
Como muestra dos botones:
Uno, la desmonopolización de los seguros que hasta 1992, tenía el Banco de Seguros del Estado. Hoy en libre competencia, el banco sigue siendo el más importante del mercado, pero la presencia de otras empresas expandió la oferta e hizo mucho más accesibles las pólizas.
Otra, la Ley de Nuevo Marco Regulatorio Energético, que en 1997 le quitó el monopolio de producción de energía eléctrica a UTE. Fue basada en esa ley, que se gestó la gran revolución en nuestra matriz energética que hemos visto estos años, principalmente en las llamadas energías limpias o renovables, como la eólica o la biomasa. La inversión privada fue fundamental en ese sentido y ahora con UTE también participando, se lograron bajar muchísimo los costos de producción de energía. Todavía falta verlo reflejado en las tarifas… infelizmente UTE continúa monopolizando la distribución y venta, fijando a su antojo el precio final.
En la Declaración de Principios del Partido Nacional se puede leer: «Establecer los mecanismos necesarios que eviten la formación de monopolios públicos o privados, contrarios por definición al interés de los habitantes, a su prosperidad y al efectivo ejercicio de su libertad.»
Por eso es muy fácil saber frente a estas disyuntivas de qué lado estamos los blanco: estamos como siempre del lado de la libertad. En este caso la libertad de comerciar, de emprender, de innovar. Pero principalmente del lado del consumidor final que, a fin de cuentas, somos todos los uruguayos.