El sábado 25 de abril se conmemoró el Día Internacional contra el Maltrato a niñas, niños y adolescentes (NNA), en estos tiempos de pandemia y aislamiento físico (no de aislamiento social, por cierto) este día se plantea como propicio para proponer aspectos prácticos para el cuidado de niñas, niños y adolescentes, los que también deben ser tenidos en cuenta al tomar las medidas de protección frente a la pandemia y sus consecuencias familiares y sociales.
Si bien se trata de profundizar la reflexión, promover la concientización y renovar el compromiso de todos y todas con la promoción del derecho a la no violencia de los NNA, en este momento en particular, existe un
aumento en la posibilidad de que se desencadenen situaciones de violencia.
En muchos casos (sin justificar ningún tipo de violencia) el aislamiento, la situación laboral estancada, el ocio obligatorio pueden desequilibrar situaciones apenas equilibradas en aquellos adultos con tendencia a la resolución violenta de los conflictos o, en casos de abuso o violencia instalada previamente, con mayor
tiempo compartido con la persona violenta o abusadora, la violencia, en sus muchas formas, se dè, con el agravante de la dificultad de que ser detectada, mitigada, abordada y/o denunciada por las instituciones que muchas veces ofician de protectoras (el CAIF, los centros educativos, los servicios de salud, los clubes deportivos, por citar algunos).
A esto se suma la tendencia de niños, niñas y adolescentes a pasar más tiempo conectados a pantallas o plataformas virtuales, lo que puede exponerlos en mayor medida a situaciones de explotación sexual o acoso en
línea, ya que los depredadores buscan aprovecharse de la situación creada por la pandemia.
Por lo dicho, es sano que los adultos referentes controlen (más aún que lo habitual) el acceso de Niños, Niñas y Adolescentes a juegos, series, películas o plataformas interactivas, y denuncien en caso de descubrir interlocutores sospechosos.
Por otro lado, vinculado a lo del principio, corresponde estar atentos como simples ciudadanos y más aún si se tiene la posibilidad de interactuar con familias, de las señales de violencia que puedan surgir en el hogar: lesiones físicas sin una causa aparente, descuido en la higiene personal (en el marco de la atención sanitaria de control o de urgencia), retraso excesivo o ausencia del envío de tareas indicadas por docentes de primaria o secundaria en el marco de la actividad educativa.
Por último, tener presente que cuidarnos entre todos es la indicación y quedarnos en casa, salvo necesidad, es parte de aquel cuidado, con niñas, niñas y adolescentes, hoy más que nunca, la paciencia es revolucionaria.