Resumen: Los forenses luego del accidente de Medellín, elaboran el «Acta de levantamiento de los cadáveres». Identifican a Gardel como de 48 años, uruguayo de la ciudad de Tucuarelo, nacionalizado argentino. Armando Defino solicita copia de las actas, siendo éstas remitidas en julio de 1935 con adulteraciones. La edad y nacionalidad del cantor fueron eliminadas del expediente. Comienzan los juicios sucesorios, para suplantar la identidad del Gardel oriental, se adulteran los certificados de defunción, tanto el eclesiástico como el civil.
Un cadáver que no descansa por siete meses:
Gardel cantó su último tango el 23 de junio de 1935, la noche previa a su trágica muerte. «Tomo y obligo», fue el tango que eligió. »Antes de cantar mi última canción quiero decirles que he sentido grandes emociones en Colombia. Gracias por tanta amabilidad. Encuentro en la sonrisa de los niños, las miradas de las mujeres y la bondad de los colombianos un cariñoso afecto para mí. La emoción no me deja hablar. Gracias y hasta siempre», esas fueron sus últimas
palabras para el público. La muerte de Gardel, ocasionó una conmoción mundial. En Medellín, el cuerpo tuvo los honores correspondientes, un velatorio según el rito católico, un supuesto velatorio Masón, siendo sepultado en el cementerio de San Pedro. Apenas unos días más tarde, el gobierno uruguayo comenzó
los trámites de su repatriación, mientras en Argentina se conocían las denuncias de corrupción que sacudieron al gobierno del presidente Agustín P. Justo, quien acuerda una manipulación política para pedir por la repatriación de los restos del cantante.
El Testamento y el Gardel francés:
Armando Defino inicia la trama para apoderarse de la herencia del cantor. Semanas después del fallecimiento del artista, aparece un testamento (del cual existen serias dudas de su autenticidad), donde Gardel declara de puño y letra que nació en Toulouce (sic), Francia, (cuesta creer que escriba con faltas ortográficas su ciudad de origen), llamarse Carlos Romualdo Gardés (en todo caso Charles Romuald Gardés) sin citar ningún tipo de documento que pruebe lo que, aparentemente, él afirma a través del testamento. Por otra parte, hace constar claramente que «Carlos Gardel» es un nombre artístico, es decir, un seudónimo, sin justificar los motivos por los que toda su documentación legal, sus bienes, propiedades, cuentas bancarias, etc. figuran, sin excepción, a nombre de ese supuesto «seudónimo». Declara, además, ser nacido el 11 de diciembre de 1890, que Berta Gardes es su madre y única heredera, y nombra albacea testamentario al mencionado Armando Defino. Mediante este testamento, Berta Gardes hereda todos los bienes del cantor en la República Argentina.
A lo largo del documento el apellido de la supuesta madre aparece, dos veces, escrito sin acento (Gardes) mientras que, supuestamente el cantor, se menciona a sí mismo con acento (Gardés).
En primera instancia aparece fechado el día 9 de noviembre de 1933-ese día Gardel ya estaba en alta mar en dirección a EuropaPosteriormente el testamento
vuelve a la luz con la fecha cambiada, un número 7 bastante más grande que el resto de letras y números figura como fecha de su creación (el día 7 fue el último que estuvo en Buenos Aires).
Defino impone mediáticamente: el testamento, el sufrimiento de una madre francesa, la necesidad de traer los restos desde Medellín a Buenos Aires. Una herencia que debe quedar en manos de la viejecita que de otra forma pasaría al fisco, y un sinfín de elementos que apuntan a tocar la sensibilidad del público.
La corrupción, la crisis política, la salvación:
El periodista y escritor José Luis Torres acuñó el concepto «La Década Infame» para caracterizar el período comprendido entre el 6 de septiembre de 1930 y el 4 de junio de 1943, plagados de actos de corrupción y fraude. Si bien Natalio Botana director – propietario del diario «Crítica» no tuvo participación directa en los hechos, su figura se vio salpicada por la implicación de amigos muy cercanos y el diario «Crítica»
El tratado Roca-Runciman, de 1933 otorgó a Inglaterra exasperantes concesiones en el negocio de la carne. Poco después quedaban groseras irregularidades administrativas e impositivas cometidas por frigoríficos ingleses.
Finalizada la investigación realizada a partir de 1934, se confirmó la evasión impositiva, el fraude fiscal y el ocultamiento de informes contables.
El presidente Agustín P. Justo asistía con profunda preocupación a los acontecimientos que se desarrollaban en el senado y consultaba reiteradamente con Natalio Botana. Los resultados de la investigación comenzaron a presentarse en el senado en junio de 1935. La sesión más violenta fue la del 23 de julio del mismo año, luego de altercados y empujones;
Bordabehere (compañero del senador Lisandro De La Torre) recibió en el propio edificio del Senado, tres balazos que supuestamente estaban dirigidos a De La Torre. El senador, integraba la comisión investigadora y había criticado el acuerdo de carnes. Basado en el libro de A.
Piñeyro (Natalio Botana y Salvadora Medina Onrubia: Dos voces para Crítica Rumbo Editorial Montevideo 2014). El escándalo estremeció a toda
Argentina haciendo tambalear al gobierno ante la opinión pública. Este episodio es evocado por Helvio Botana, hijo de Natalio: «La salvación llegó del exterior.
Un mes antes había fallecido el más grande representante del alma porteña: Carlos Gardel. Natalio lo comprendió: era el símbolo de la alegría, adecuado
para ponerlo en la hora de descrédito y decepción que sacudía a la República. Finalmente, como solo ellos podían hacerlo, analizaron con el presidente Justo, esa poderosa imagen positiva que el mundo nos devolvía. Fue así que a ocultas, sabia y tenazmente, aceleraron el culto a Gardel1 y desviaron la mirada de la
opinión pública. El Estado puso su arte y Crítica lo suyo. Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante seis meses buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado se debía olvidar». H. Botana (Memorias tras los dientes del perro Peña Lillo Editor S.A Buenos Aires 1977.). También es comentado
por el historiador F. Pigna en (Los mitos de la historia argentina 3. De la ley Sáenz Peña a los albores del peronismo, Planeta, 2006).
El plan era; extender lo más posible el viaje del cadáver de Gardel y acompañar el periplo con constantes artículos periodísticos relacionados con el cantor: »La
madre de Gardel», «La infancia de Gardel», «Los amigos de Gardel», «Los amores de Gardel» «Carlitos el hijo ejemplar», «Carlitos el gran amigo», etc. Se dio a conocer ampliamente sobre la partida de Armando Defino rumbo a Colombia, sobre la exhumación de los restos en Medellín el 18 de diciembre, la
partida de Buenaventura el 28 de diciembre y la llegada a New York el 7 de enero de 1936, la salida para Buenos Aires el 18 de enero, la llegada a Montevideo el 4 de febrero, el desembarco final en Buenos Aires el día siguiente y la ubicación de los restos en el Cementerio de la Chacarita, el 6 de febrero de 1936.
Fue en realidad un velatorio de siete meses, mediante el cual el traslado del cadáver de Gardel sirvió para que se olvidara el negociado de las carnes y el asesinato de Bordabehere, además: quedó instalado un nuevo Gardel de nacionalidad francesa; historias verdaderas e inventadas, una nueva visión que da a luz un mito. Mito éste, que no surge solamente de su talento vocal e interpretativo, que no nace de ser el resultado del invento del tango canción, que no es el resumen de una vida que desde lo más bajo llegó a la cima del mundo. Es un mito que se atreve a generar un ser codeándose con lo celestial, donde
toda clase de relatos son válidos, o como cuando refiriéndose a su gran amor, se escribe: «Gardel se casó con la canción»: ubicándolo casi como un ser asexuado.
Es más, poseemos un suplemento (dedicado a Gardel en un nuevo aniversario de su muerte) de la Revista argentina «Antena» de junio de 1972 cuyo título reza: «Su vida, pasión, muerte y resurrección». Quizá uno de los títulos con más falta de respeto que hemos leído.
Próxima semana: La farsa del Gardel francés. 1 Subrayado del autor.