En 2022 hubo más de 7.000 fallecidos por encima de los nacimientos
En Uruguay, los muertos empiezan a ser más que los nacidos vivos.
El Observador accedió a los datos 2022 mediante una solicitud de acceso a la información pública dirigida al Ministerio de Salud.
El envejecimiento poblacional —como le dicen los técnicos a ese proceso en que la población más adulta supera en cantidad a la más joven— redunda, con el correr de los años en una reducción del crecimiento vegetativo.
Ocurre que los más adultos tienen más chances de morirse que los más jóvenes, y si hay más adultos, por decantación matemática, habrá más potenciales fallecidos en el año.
Tres sorprendentes gráficos que dejó la población uruguaya en 2022
Pero desde diciembre de 2020 y hasta este 2022, Uruguay atravesó un fenómeno que aceleró cualquier cambio al que iría a conducir la tendencia: hubo un exceso de muertes. Porque además del surgimiento de una novel enfermedad de la que antes los uruguayos no se morían (covid-19, la cual no existía), la pandemia llevó a que se incrementaran las defunciones por otras enfermedades.
En 2021 esa aceleración quedó bien marcada: hubo una diferencia de 6.565 muertos más que nacidos vivos durante el año. En 2022, pese a haberse reducido un poco el exceso de muertos, esa distancia se ensanchó todavía más: más de 7.000 fallecidos por encima de los nacimientos.
Esta diferencia es todavía muy preliminar y se sugiere tomar con cautela. Sucede que el MSP entregó cifras de mortalidad hasta fines de octubre, por lo cual el estimado de fallecidos en noviembre y diciembre se obtiene por los registros de defunción del Ministerio de Educación y Cultural (los cuales no suelen diferir demasiado con las cifras finales que se depuran cada año).
Las enfermedades cardiovasculares, las patologías respiratorias y las muertes inclasificables son algunas de las causas de fallecimiento que más contribuyeron al exceso de muerte del último año. Por “exceso de muerte” se entiende la cantidad de personas que fallecieron en un período por encima de lo que cabría esperarse según la marcha histórica de defunciones.
El Observador