La asunción de Francisco Bustillo como nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay significa un giro, a primera vista drástico, en la postura que tuvo este país durante los últimos 15 años con respecto a Venezuela. En menos de 20 días, el flamante canciller calificó de «dictadura» al Gobierno de Nicolás Maduro
La interrogante que se hacen analistas es si con esto Uruguay, que hasta ahora se había alejado de instancias regionales de presión a Maduro como el Grupo de Lima y por el contrario había sido pieza importante en los esfuerzos de diálogo como el Grupo Internacional de Contacto (GIC) y el Mecanismo de Montevideo, asumirá un discurso beligerante contra Caracas. O acaso esto sea solo una señal de una aspiración a ocupar un rol más amplio en el campo de los
principios, de defensa de los «valores democráticos» en América del Sur, con lo que podría también hacer referencias a la situación en países tan diferentes como Nicaragua o Bolivia.
«Lo primero que hace Bustillo es expresar que Venezuela es una dictadura. Hay que ver cuál es la intención de la cancillería detrás de esta acción. Si es una acción particular con Venezuela o es que Uruguay quiere jugar un rol articulador en la región por la democracia. Ahí habría que ver cuál es la posición con
respecto a Bolivia, Nicaragua, Cuba y Brasil», dijo a Sputnik la doctora uruguaya en relaciones internacionales Lorena Lamas.
La investigadora del Centro de las Negociaciones Internacionales de la estatal Universidad de San Pablo, Brasil, opinó que lo más probable es que Uruguay permanezca en los grupos internacionales que promueven el diálogo entre la oposición venezolana y el Gobierno de Maduro, pero sin participar de negociaciones u otras acciones directas.
En otras palabras, para Lamas, Uruguay no tendría una «actitud proactiva con respecto a este tema» y no trataría a Venezuela como un asunto principal de la agenda.
Bustillo asumió como canciller el lunes 6 de julio, tras el alejamiento de Ernesto Talvi del cargo justamente por diferencias sobre expresiones respecto a la situación en Venezuela con el presidente Luis Lacalle Pou.
NUEVA POSTURA
Bustillo dijo el lunes pasado que el Gobierno de Venezuela es una «dictadura» y que su país no promoverá más instancias de diálogo para acercar a la administración de Maduro y la oposición. «Conforme al derecho internacional público (…) Venezuela es una dictadura (…) Vamos a seguir perteneciendo a los mismos, vamos a acompañar a los mismos, pero ya no vamos a promover más acciones en favor de un diálogo en el que sobran conversaciones, pero falta la voluntad de una de las partes», afirmó Bustillo.
El flamante canciller aludía al GIC, creado en 2017 cuando la crisis política se intensificó en Venezuela entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, e integrado por Alemania, España, Francia, Holanda, Italia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Uruguay, y al Mecanismo de Montevideo, llevado adelante junto a México.
La respuesta de su homólogo venezolano ante este anuncio no se hizo esperar. Jorge Arreaza le exhortó a evitar «ideologizar» la política internacional de Montevideo. «Bienvenido, canciller Bustillo. Le sugiero refrescar sus amplios conocimientos sobre los principios del Derecho Internacional, estudiar el Derecho Constitucional de Venezuela y evitar ideologizar la política exterior de su país por afinidades.
¡Que vivan (los libertadores Simón) Bolívar y (José) Artigas!», escribió Arreaza en su cuenta de Twitter.
GPS MARCA AL NORTE
Por otro lado, Lamas sostuvo que también será importante ver las posturas que adoptará el nuevo canciller uruguayo en la relación con EEUU.
«Se va a intentar tener una buena relación, pero también se habla de China. Hay que ver cómo lo articulan. Uruguay puede mostrar una señal de interés en acercarse a EEUU. Lo de la presidencia del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) es una señal importante. Ahora hay que ver cuáles son las posibilidades reales en trasformar en acuerdos comerciales, que es lo que pretende Uruguay», reflexionó. Uruguay anunció hace unas semanas su apoyo a
la candidatura de Mauricio Claver-Carone, alto asesor del presidente Donald Trump, para presidir el BID, organismo que nunca ha estado encabezado por un estadounidense en sus seis décadas de historia. Claver-Carone, de ascendencia cubana, actual asistente adjunto de Trump y director para
asuntos de América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, es conocido por su activismo anticastrista y su firme oposición al Gobierno de Venezuela.
El 1 de junio, Talvi expresó que era un error la decisión del Gobierno uruguayo de respaldar al candidato de Washington para presidir el BID, informó el semanario local Búsqueda.
Distintas fuentes políticas cercanas al presidente señalaron a Búsqueda que Talvi no estaba del todo cómodo con la injerencia de EEUU en la política internacional de Uruguay, y que así se lo hizo ver a Lacalle Pou.
Según las fuentes, Washington está dispuesto a «bloquear» cualquier intento de desembarco de China en la región mediante acuerdos comerciales.
SIMILITUDES
No obstante, Lamas aseguró que a pesar de que existen posturas diversas con respecto a Venezuela, Bustillo no significará un gran cambio con respecto a la gestión de Talvi o de las anteriores administraciones del Frente Amplio (centroizquierda), defensoras del diálogo en Venezuela. «Creo que Talvi no marcó un gran cambio con respecto a las gestiones anteriores y todavía no logramos ver los matices que pueda tener la gestión de Bustillo. Me parece que habrá más
coincidencias que matices», sostuvo. Esas coincidencias son factibles considerando que Bustillo es un «diplomático de carrera», que ha ejercido cargos durante los gobiernos del Frente Amplio, agregó la especialista.
Además, es amigo del presidente de Argentina, Alberto Fernández, a quien conoció cuando él era embajador en Buenos Aires y el actual mandatario se desempeñaba como jefe de Gabinete del Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), que siempre mantuvo una cercanía con Caracas y se distanció de Washington.