Tras haber practicado la medicina y su enseñanza, siendo hoy mero observador del desempeño actual, lleva a la tristeza y sinrazón, de por qué los
actos violentos, los descréditos hacia esa actividad, y los costos que debe padecer la población, para acceder a lo que tiene. No todo es así, pero el común es lo que predomina.
El origen lo considero como ocurre en toda la enseñanza. Se han vivido décadas de desmoronamiento de la estructura, apoyada en una férrea
acción política, que induce y lleva a una pérdida de valores básicos, de formación decadente, sin miras en el presente y menos en el futuro. Se ha
deshumanizado y apoyado, actuando bajo «protocolos». Muestra de la falta de conocimientos básicos y de experiencia.
La medicina práctica tiene su formación cardinal en estructuras y funciones, donde la deducción y lógica apoyada en una buena metodología son el resultado del éxito. Por lo tanto, hay mucho que estudiar y otro tanto en la práctica de la clínica.
Apoyada por sus mayores quienes transmiten sus experiencias y buenas prácticas, termina siendo lo que vulgarmente es catalogado como boliche.
Una expresión del conjunto de estudio, práctica y años de razonamiento metodológico..
Hay un gran conocimiento de la ciencia y del arte, de interrogar, analizar y, conocer a la persona y su entorno. Valores básicos a respetar y enaltecer, ya que sin pacientes no hay medicina. El enfermo no es un número, es una persona semejante al doctor. Valorar a quien consulta, respetar y entender que comparece porque sufre un quebranto y busca ayuda.
Seguido de un correcto análisis de la dolencia, donde el examen físico es obligatorio y no el triste doctorcito detrás del escritorio, que mira con aire
superior al paciente, allá, a lo lejos.
Finalmente, por más artilugios y consultas, no van a superar el examen físico y una deducción adecuada del caso.
En lugar de un «pase a consulta con…». (Eso es lavarse las manos y pasar la pelota a otro.) Es fácil resumirlo, ya que quien termina siendo el rehén, es el hospital o como se llame, que es a quien le echan las culpas finalmente, no entendiendo que es una sumatoria de acciones que confluyen en una atención desastrosa, con las consecuencias conocidas.
Las desgracias las paga el paciente, la sociedad y los costos monetarios se disparan. Bien sabemos lo que se gasta en salud, pero las quejas siguen. Mientras,
los seguros ofrecen irse a otro lado; entonces ¿dónde quedó la medicina uruguaya? ¿Dónde están los prohombres que engalanaron a la Facultad de Medicina? ¿Por qué son tan pocos los que se destacan hoy, o se fueron? ¿A quiénes se conoce en las grandes ligas? O, seguiremos con los méritos de papel y sus
grados, de valor 0 fuera de fronteras.
Por lo tanto, hay que cambiar y no seguir apegados al amiguismo o al llamado de alguien para tergiversar un concurso.
Se necesita de medicina para el siglo XXI. No es plata lo que se necesita, sino honestidad, modestia, sensatez y respeto por los semejantes, que se ganan con estudio e investigación clínica y básica, sumados al respeto en todo y por todo.
Contamos con un gran capital: los jóvenes, sin distinción de sexos, porque es cabeza lo que se requiere. Por igual interesados en ser mejores y competir en el mundo. Además, quedan islas del conocimiento, que han mantenido el país a flote.
Quienes, impulsadas por las nuevas generaciones, posibilitan y posibilitarán el país en el siglo XXI.
La información está, hay que saber buscarla. Los nexos, se indagan y están, aquí o más lejos. No existe distanciamiento físico, sino mental.
El gobierno apoya a los que buscan progreso.
Hay ciertos Institutos que deberían afrontar la situación, médicos que pueden apoyar a los jóvenes emprendedores. Así también demos valor a los productos básicos, a la inteligencia y el país sale adelante, porque hay gente con voluntad y conocimientos.
Dr. Carlos Sarroca Solé médico-cirujano