Saulo Diaz (PS-FA)
Sin lugar a dudas la elección que se llevó a cabo la semana pasada en EEUU fue el foco de atención en Uruguay y el mundo. Mucho estaba en juego, no solo para los estadounidenses sino que también para el resto de la humanidad, que atentamente seguía los diferentes avatares que generó esta elección.
Para nosotros es claro que ni Hilary Clinton ni Donald Trump creaban expectativas positivas para el mundo y para el pueblo de EEUU, pero el triunfo de Trump no es aterrorizante, sino que también da gritos de auxilio al mundo entero y al mismo tiempo genera muchísimas interrogantes.
De igual forma el pueblo en EEUU resolvió como es debido la situación y es entonces nuestro deber respetar su decisión soberana. No obstante esta situación nos interpela desde lo más profundo. Donald Trump es expresión de la antipolítica, de la no ideología de la política aparentemente antisistémica, pero esencialmente antihumanista y reaccionaria.
De esta forma recurre a un EEUU desindustrializado por el neoliberalismo y obtiene apoyos amplios en sectores populares. Es parte de un fenómeno mayor.
Su caballito de batalla es apelar al miedo y lo traduce en violencia y crueldad hacia los débiles, apoyándose en su pensamiento de tipo vetusto, conservador y antidemocrático.
Es increíble que, con promesas electorales de este tipo haya contado con tal apoyo popular. Basta repasar algunas de ellas:
-Prometió acabar con la inmigración irregular, de esta forma dijo que impulsaría una ley destinada a construir un muro en la frontera sur estadounidense y que incluiría una cláusula «de completo entendimiento, de que México reembolsaría a Estados Unidos por el coste completo del muro”.
-Prometió acabar con todos los decretos promulgados por el presidente de EE.UU., el demócrata Barack Obama, entre los que figura el plan de Acción Diferida que el mandatario proclamó en 2012 y que busca frenar la deportación de los jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños y a los que se conoce como «dreamers» (soñadores).
-Aseguró que «cancelará miles de millones en pagos a los programas de cambio climático de Naciones Unidas» y los utilizará para financiar proyectos domésticos. (Es sabido que en la actualidad casi la totalidad de los investigadores de los más prestigiosos centros de investigación a nivel mundial, se han pronunciado sobre esta temática y del mismo modo han demostrado científicamente la existencia de esta compleja problemática, por lo tanto a nivel científico sobre este tema no hay discusión).
En base a lo anterior, si realmente EE.UU sigue adelante con esta absurda medida y no aporta dinero, correría peligro el importante Fondo Verde de adaptación del Acuerdo de París, que está pensado para ayudar a las economías que están sufriendo el cambio climático y permitir que se preparen tecnológicamente con la intención de «saltar» hacia una producción más limpia.
La frivolidad del terror nos debe interpelar y de este modo nos preguntamos: ¿Hacia dónde vamos como sociedad?¿Qué fenómenos como éste se parecen a los que vemos todos los días en nuestro país?¿Qué alternativa humana, solidaria y sustentable podemos hacer posible?¿Cómo hacemos de la política un espacio de transformación que convoque y de sentido entre esta incertidumbre?.
Estas preguntas que muchos nos hacemos, son para pensar, reflexionar y sobre todo, para actuar desde nuestro lugar.
El populismo ultraconservador, xenófobo, violento, precipita la caída libre de la Humanidad hacia el abismo. ¡Nos toca luchar por otra salida!