El Instituto Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo de Uruguay (INDDHH) y Unicef presentaron este miércoles los
resultados del informe «La infancia que no queremos ver» que da cuenta de los problemas que afrontan niños, niñas y adolescentes alojados en
centros de salud mental de este país sudamericano.
«A diciembre de 2019 había 5.270 niños, niñas y adolescentes en el sistema de protección especial, de los cuáles el 63 por ciento viven en un centro
de 24 horas», dice el informe.
Son 316 las niñas, niños y adolescentes que se encuentran en centros de salud mental 24 horas y del total de ese universo, el 10 por ciento está alojado
en una clínica de salud mental. El 53,4 por ciento de los internados son adolescentes entre 13 y 17 años; un 7,4 por ciento son personas mayores de 21 años o más, o sea, niños y niñas que ingresaron al sistema y continúan allí. (Sputnik)
También preocupa el 23 por ciento de niños y niñas que tienen de siete a 12 años, lo que demuestra que cada vez aumenta más el porcentaje de niños y
niñas chicos que entran en centros de atención de salud mental.
La vicepresidenta, Beatriz Argimón, tuvo a cargo las palabras previas a la presentación del informe y afirmó: «Nuestro país está dispuesto a acercarnos cada vez más a este tema. Lo queremos ver y lo hemos visto porque la propia institución fue mostrando los problemas que tenía (en referencia al
Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay).
«Hay aspectos preocupantes, por ejemplo que no existen mecanismos de denuncia formales, el tema de la aplicación de medidas disciplinarias y esos
niveles altos de seguridad centrados en el control y no en la protección de niños, niñas y adolescentes. Esto demuestra sin lugar a dudas hasta donde
hay que llevar acciones», dijo Argimón.
El informe se hizo en 10 centros de atención integral en salud mental para niños, niñas, adolescentes y adultos con trastornos mentales compensados, lo
que representa el 83 por ciento del universo disponible y dos centros de atención a episodios agudos, lo que representa el 100 por ciento del universo.
En total, fueron estudiados 153 niñas, niños y adolescentes que residen en los 12 centros monitoreados y representan el 43 por ciento de los casos, además de los 82 integrantes de los equipos de dirección y equipos técnicos y personal de atención directa y de servicio de distintos turnos.
La voz de los familiares no pudo ser consultada
Según los testimonios, en términos generales se constataron denuncias por trato distante y descuido emocional; monitoreo de cámaras inadecuado;
inexistencia de mecanismos de denuncia formalmente instalados y problemas estructurales como salas sin ventana o con puertas enrejadas.
También se registraron denuncias por malos tratos verbales y físicos por parte del personal y/o tratos amena-zantes y humillantes que, en lugar de atenuar
una posible crisis, en muchos casos los desencadenaba o potenciaba. Asimismo, se constató que la medicación es, en general, la primera y única respuesta por parte de los operadores y que, en algunos centros, incluso es usada como forma de castigo. (Sputnik)