Con razón de lo publicado en la edición de ayer, Diario El Avisador les hace llegar documentos pertenecientes a la “MONOGRAFÍA DE TACUAREMBÓ” escrita por el Pbro. Jaime Ros. Pero también daremos algunos datos de como era nuestro San Fructuoso en la época, escrito por el autor de dicha monografía.
Fundación de S. Fructuoso
El Coronel D. Bernabé Rivera dio cumplimiento al mandato del Presidente de la República, D. Fructuoso Rivera, de fundar por estas alturas un pueblo, que sirviera como muro contendor contra las incursiones de los matreros y gente de mal vivir, que desde el Imperio del Brasil hacían sentir su presencia aterrorizando al disperso vecindario y despojándolo de sus bienes.
En febrero de mil ochocientos treinta y dos, al fundar el Coronel Rivera a este pueblo, a quien denominó S. Fructuoso en memoria de su hermano el Presidente de la República, ipso facto quedó constituido en el centro de la Quinta sección Judicial del Departamento de Paysandú, con su Juzgado de Paz, Comisaría y Vice-parroquia, amén de ser el lugar de residencia del Jefe de Frontera, que estableció aquí su cantón.
No desconocía el Coronel Bernabé Rivera, que no es difícil encontrar pueblo y ciudades, sin fortificaciones, sin defensa militar… pero no se encontraría nunca un pueblo sin templo, que con su torre nos habla del cielo. Es que el hombre, como dice Tertuliano, es naturalmente religioso, vale decir, cristiano.
Por eso al trazar la planta urbana de S. Fructuoso, reservó un solar de 33 y 1/3 varas de frente por 100 de fondo en la plaza mayor, hoy 19 de Abril, en la calle Joaquín Suárez entre 18 de Julio y 25 de Mayo, para la futura iglesia parroquial.
Los coroneles Britos, Cáceres y el vecino Gerónimo Jacinto, compenetrados e de la urgente necesidad de esa obra, de su peculio particular, en el citado solar edificaron un modesto templo de palo a pique y totora en el año 1933, cuando tenía ya, alguna densidad.
El coronel Narvajas coadyuvó a esa obra levantando una suscripción, que dio como resultado $ 150.00, que se emplearon en la puerta y en una pieza para vivienda del sacerdote que habría de administrar esta feligresía.
– Creación del Departamento –
El 14 de Junio de 1837 el Senado y la Cámara de Representantes dictaron la ley creando el Departamento de Tacuarembó, cuyo centenario hemos celebrado jubilosamente recientemente.
La Ley citada establece lo siguiente:
Artº 1º. El territorio que hoy comprende el Departamento de Paysandú será dividido en tres Departamentos con la denominación de los pueblos de Tacuarembó, Salto y Paysandú, que se hallan dentro de su superficie y deslindados del modo siguiente:
1º Del Departamento de Paysandú, conservando su antigua denominación, tendrá por límites los ríos Daymán, Uruguay, Negro y Salsipuedes hasta las vertientes del primero en las alturas conocidas con el nombre de Cuchilla de Salto, que se desprende de la de Haedo.-
2º El de Salto abrazará la superficie que encierran los ríos Cuareim, Uruguay, Daymán y nominada de Haedo hasta encontrar el origen del primero.-
3º El de Tacuarembó lo formarán el Rio Negro hasta su rigen en la cuchilla denominada Grande, el giro de ésta hasta las vertientes del Cuareim; la de Haedo hasta el Salsipuedes y las aguas de este
– La Parroquia de S. Fructuoso –
San Fructuoso tenía un pobre, un modestísimo templo para el culto nacional desde el año 1833, pero dependía de la Parroquia de Paysandú.-
D. Ramón de Cáceres, a la sazón Juez de Paz, viendo que el sacerdote que atendía el nuevo templo, no podía subvenir a sus necesidades personales y a los gastos del culto, dada la pobreza del pueblo, reunió al vecindario y solicitó su ayuda para dar un sueldo fijo al precitado sacerdote.- y el propio Sr. Cáceres manifiesta que quedó asqueado de la ruindad y egoísmo de aquella gente.-
No obstante ese fracaso no desiste de su afán de construir un nuevo templo, más digno del progreso del pueblo.- Y como Presidente de la Comisión de Obras Públicas – dependencia de la Comuna de Paysandú – bregó valientemente para conseguirlo.-
El año 1834 la Suprema autoridad Eclesiástica de la República, con feliz acuerdo elevó esta Vice-parroquia a la categoría de Parroquia, siendo su primer Cura Vicario D. Plácido de Benedictis. Al efecto se remozó el primitivo templo dándole más capacidad y comodidad para vivienda del párroco.-
un descendiente del General laguna ha tenido la gentileza de enviarnos la nota original, que copiamos a continuación y que agradecemos. Está perfectamente conservada y exhala un exquisito vaho de vetustez, que es como un sello de veracidad.- Dice así:
Curato y Vicarias San Fructuoso.- Deseando que los fieles cristianos que actualmente se hallan entre la jurisdicción del nuevo Curato, concurran a la consagración de la nueva Iglesia Parroquial, a fin de que oigan la primera Misa que debe celebrar el 30 del corriente, invita al Sr.. General de la División de Operaciones del Norte, a tan loable objeto.-
Con este motivo saluda a V.S. atentamente.-
D. Plácido De Benedictis, Cura Vicario.
Tacuarembó, Agosto 22 de 1834.-
Sr. General en Jefe de la División de Operaciones del Norte – D. Julián LLaguna.-
– LA PIEDRA FUNDAMENTAL –
El 29 de junio de 1899, a las tres de la tarde fue colocada la piedra fundamental de la actual iglesia, en la segunda columna del crucero, que queda a la derecha del altar mayor. Vino expresamente de Montevideo, Monseñor Ricardo Isasa, en compañía de los Sacerdotes Augusto Rey y Luis Paseggi, para bendecirla. Actuaron como padrinos el Dr. Juan Zorrilla de San Martín y la Señora María Catalina de Borda.-
Desde una espaciosa tribuna adornada con follaje y banderas nacionales, el Dr. Zorrilla pronunció un memorable discurso, que conmovió hasta arrancar lágrimas, a aquella inmensa muchedumbre, que se había congregado para presenciar esa ceremonia y escuchar la palabra mágica del bardo nacional.
A la noche en el Teatro escayola, se realizó un espléndido acto literario musical con los elementos más sobresalientes de la localidad, donde el autor de Tabaré, recitó un trozo de su inmortal poema, que electrizó a la selecta concurrencia y el Pbro. Rey, eximio pianista, interpretó magistralmente trozos de música clásica.
Fue esa una memorable velada, cuyo recuerdo perdura aún en los sobrevivientes.