1825 – 19 de Abril – 2018
La fecha de hoy continúa transmitiendo valores soberano – democráticos y de acción autónoma que deben ser defendidos en el día a día, por los ciudadanos anónimos, pero sobre todo, por quienes cumplen funciones de liderazgo público, porque la soberanía popular, en este lugar del planeta, es muy valiosa y ha contado con el empeño y la vida a muchos orientales.
La Comisión patriótica organizó el acto conmemorativo en Plaza 19 de Abril con la presencia de autoridades departamentales, delegaciones de instituciones educativas y organismos públicos.
La oratoria estuvo a cargo de la Profesora Andrea Tempone Tabárez del Instituto de Formación Docente :
“Hoy es 19 de abril y podría ser un día más en nuestro calendario, colmado de las actividades cotidianas y rutinarias que nos conminan a diario.
Pero no lo es, porque para quienes sentimos profundamente nuestra identidad nacional, tiene un significado especial y es por eso que, haciendo un alto en nuestras tareas, nos hemos reunido.
El significado al 19 de abril se lo ponemos nosotros. Es nuestro compromiso con la Historia lo que hace que hoy la agenda sea diferente que los hechos de este día no se olviden, y en cambio, permanezcan en nuestra memoria.
Citando las palabras de Pierre Norá: La memoria es la vida, siempre acarreada por los grupos vivos. Y, es por eso, que evoluciona permanentemente, abierta a la dialéctica del recuerdo y la amnesia, plagada de voces diferentes que la enriquecen.
Hace 193 años el Estado Mayor de un movimiento, largamente preparado y bien financiado por el sector saladerista de Buenos Aires, iniciaba un proyecto, que para nuestra historia, sería trascendente.
Este grupo estuvo encabezado por Juan Antonio Lavalleja, quien fue Teniente de Artigas, preso indultado por el Emperador Pedro I, vecino del “Rincón de Zamora”, del actual Depto. de Tacuarembó y Caballero Oriental prófugo por sus acciones antiimperialistas. El contingente que él lideró se propuso, como objetivo primordial, la expulsión de los brasileños, que desde su independencia de Portugal, en 1822, controlaban el territorio oriental.
Según la tradición este grupo de hombres, procedentes de Barracas y de San Isidro, desembarcó en un paisaje de monte criollo, lleno de arbustos y malezas, en el Arenal Grande, en un punto del arroyo “de los Ruices”, “la Graseada”, nombre verdadero de la zona, por un depósito de grasa que existía en ese lugar.
Hay 17 listas con los nombres de quienes cruzaron, las que difieren entre sí.
El número tradicional pertenece a la nómina que redactaría Lavalleja, para recompensar la operación, unos años después; y él mismo se contradice al redactar otros documentos. Hay otras dos listas de Oribe, que fue el segundo jefe de la operación y difieren también.
De la nómina reconocida se desprenden que no todos eran orientales. Tenemos el ejemplo de Matías Álvarez, el primero en morir en acción, que era porteño como varios otros y el de Felipe Patiño, “Carapé”, que nació en el Paraguay.
Y no sólo este primer grupo es el único digno a recordar y valorar. Están los anónimos, los que Lavalleja llamó “los descamisados que marchan con pie desnudo… a los que consideraba “los más eficaces y seguros instrumentos para el audaz golpe”.
Orientales o no, levantaron las mismas banderas que Artigas y defendieron sus mismos ideales, buscando liberar a la Provincia Oriental para integrarla a la gran nación del Plata.
Duras fueron las dificultades iniciales. Habían abandonado el refugio seguro que les brindaba Buenos Aires y navegado el delta, evadieron la guardia fluvial imperial que lo custodiaba. El primero de los grupos pasó días, sin los pertrechos mínimos de carne, tabaco y alcohol, en la isla que pasó a denominarse “La Paciencia” en honor a la actitud que adoptaron los libertadores.
Desde que se inició la marcha hacia el territorio oriental la incertidumbre, la zozobra y los riesgos fueron constantes compañeros de travesía, así como el hambre y la falta de higiene.
Cruzaron el río en la noche, usando la oscuridad como ventaja, en una época otoñal, donde la caída del sol traía consigo un frío considerable.
Y en concordancia con la voluntad que les llevó a iniciar la arriesgada campaña, Spikerman nos cuenta que Lavalleja, ya en tierra oriental, buscó reafirmar el compromiso de los presentes a través de un juramento, el que realizó lleno de fuego y patriotismo al que el contingente contestó con el mismo ardor, jurando llevar adelante la empresa de Libertad o Muerte.
La bandera testigo de este compromiso era la compuesta de tres franjas horizontales, celeste, blanca y punzó, que meses más tarde enaltecería la Ley de Pabellón. Los libertadores eran federales y artiguistas, por lo que no podían ser otros los colores a defender.
Pero dura fue también la continuidad del proceso.
Si bien la Cruzada contó con amplio apoyo de la sociedad oriental, no faltó la incertidumbre.
Atanasio Sierra, cuenta la espera impaciente de caballos, ya que en aquellos tiempos, disponer de una buena caballada, era lo que aseguraba el éxito de una empresa.
Hubo también deserción de soldados, acompañada de indultos necesarios, frente a la contundente presencia del oponente, que hacía a cada oriental imprescindible.
Se puso en riesgo incluso a seres queridos, como fue el caso de Josefa Oribe de Contucci, hermana de Don Manuel Oribe, quien ofició de contacto secreto dentro de la Montevideo cisplatina.
El compromiso con la causa valía tanto superar cada emergente, así como arriesgar la vida propia y ajena.
A meses de la llegada a la Agraciada y gracias la insurrección iniciada por ella, desde la capital de la zona rebelde, establecida en Florida, se convocó a los pueblos a enviar delegados para formar parte de una Sala de Representantes, autónoma y soberana.
Por todo lo mencionado, que el 19 de abril, 193 años más tarde, sigue hablando de compromiso, de fidelidad, y de valentía.
Nos plantea que lo simple y cómodo no siempre es lo útil. Y que a veces, las misiones y propósitos que nos parecen imposibles, son alcanzables si se llevan adelante con decisión, ideales claros y trabajo colectivo.
La fecha de hoy continúa transmitiendo valores soberano – democráticos y de acción autónoma que deben ser defendidos en el día a día, por los ciudadanos anónimos, pero sobre todo, por quienes cumplen funciones de liderazgo público, porque la soberanía popular, en este lugar del planeta, es muy valiosa y ha contado con el empeño y la vida a muchos orientales.
Es por todos estos motivos que para nosotros, el 19 de abril es una fecha cargada de significado, que sigue mereciendo ser incluida en la memoria histórica nacional”.