«En cierto modo, Uruguay puso un tapón a la pandemia», indica la publicación británica, que asegura que el ejemplo uruguayo «ofrece varias lecciones al continente y al mundo».
El British Medical Journal es una de las publicaciones más prestigiosas del mundo en temas de salud. Se edita desde octubre de 1840 y desde entonces concita la atención de autoridades médicas de todas partes del mundo por sus artículos sobre temas de alto impacto.
En su última edición, uno de estos reportes es sobre la estrategia de Uruguay ante la COVID-19, con el título: «Uruguay está ganando contra la COVID-19. Así es cómo lo hace».
En su resumen indica que «Uruguay es un caso aparte en una región arrasada por la pandemia» y explica «cómo medidas simples y seguir la ciencia lo ha puesto muy arriba de países más ricos que están batallando contra el nuevo coronavirus».
Tras explicar la situación vivida por Sudamérica, con más de siete millones de infecciones registradas, el BMJ apunta que en el cono sur «hay un claro caso aparte» metido entre Brasil y Argentina.
«En cierto modo, Uruguay puso un tapón a la pandemia. Su población relativamente pequeña de 3.5 millones hizo más fácil pero nunca garantizó su éxito. Panamá, que alberga a cuatro millones en Centroamérica, tiene registrados más de 100.000 casos y 2.000 muertes», agrega el autor del artículo, Luke Taylor.
Narra luego las cifras de infección (al momento de escribir la nota, 1527 infecciones y 42 muertes), destacando que no hubo nunca cuarentena obligatoria y que las escuelas reabrieron hace ya meses.
«Muchos países sudamericanos actuaron también rápidamente con medidas de cuarentena obligatorias y más estrictas -entre ellos su vecina Argentina- pero
aún así vieron cómo se elevaron los casos», agrega Taylor.
Marcos Espinal, director del Departamento de enfermedades transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud, dijo a la publicación que
«Uruguay continúa dando esperanza a la región». «La respuesta del país puede ofrecer varias lecciones al continente y el mundo, entre ellas cómo testear en
forma más eficiente usando un sistema inicialmente ideado para enfrentar la sífilis en la Segunda Guerra Mundial», señala el BMJ.
ACCIÓN RÁPIDA
La publicación destaca el accionar rápido de la Presidencia, al suspender todos los eventos públicos y cerrar las fronteras tras detectar los primeros casos de coronavirus, pero con la particularidad de que se pidió la cuarentena voluntaria en lugar de decretarla. Esta acción enlenteció la propagación del virus «y
le ganó tiempo vital al país para preparar sus hospitales y su sistema de testeo, según el equipo de científico que asesoró al Gobierno». «Significó también que se pudo detener la propagación del virus antes de que volviera exponencial, como sucedió en los países donde golpeó más fuerte», agregó.
«Al actuar realmente rápido fuimos capaces de identificar completamente y parar la cadena de transmisión de cada brote», dice al BMJ el bioquímico
Rafael Radi, coordinador general del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH).
Así ocurrió con el famoso brote del casamiento y también con los siguientes, con el resultado de que la transmisión local generalmente se cortaba al segundo o tercer grado de contactos, evitando la aceleración del contagio. Tanto la urgencia como las decisiones basadas en evidencia científica «caracterizaron la respuesta del Gobierno desde entonces». «Todas las decisiones pasaron a través de un comité multidisciplinario que redireccionó su investigación a la COVID-19», apunta Taylor.
El virólogo Gonzalo Moratorio, también citado en el artículo, señala que los tomadores de decisiones, científicos y autoridades de la salud se alinearon perfectamente y con gran sentido de la oportunidad.
DE LOS TEST Y ALGO MÁS
Algo en lo que «Uruguay tuvo éxito y otras naciones no, fue en el testeo», prosigue la publicación. Se hicieron 233.7 testeos por cada caso confirmado, en comparación con 1.7 de Argentina, 1.9 de México y 3 de Colombia. Para ello fue clave el desarrollo a nivel nacional de un kit de diagnóstico,
dice Moratorio, que lideró el equipo que lo consolidó. «Latinoamérica depende mayoritariamente de insumos médicos del exterior, lo que la hace vulnerable a la escasez del mercado. Cuando en marzo se produjo un cuello de botella de kits de diagnóstico comerciales y de reactivos, a raíz de políticas proteccionistas y un aumento de la demanda global, la región quedó supeditada a competir con el resto del mundo para conseguir los test de PCR», agrega el British
Medical Journal.
Moratorio narra que mientras Estados Unidos y Europa sellaban la industria biotécnica, Uruguay reunió varios elementos y los combinó con su conocimiento para volverse independiente en materia de testeo.
Desarrollar un kit de diagnóstico nacional protegió a Uruguay de los problemas de disponibilidad de mercado y potenció su capacidad de test de 200
por día a 1.000 por día a finales de mayo.
A ello se suma una red de laboratorios de diagnóstico. 24 se crearon en cuestión de semanas, tanto en institutos de investigación como en hospitales públicos y laboratorios académicos. Descentralizar los test (no depender de Montevideo) redujo muchísimo el tiempo que llevaba conocer los resultados, reporta el artículo.
Para ganar aún más tiempo, dijo Moratorio, se sumó el muestreo grupal (pool testing) de PCR, en el que varias muestras se analizan simultáneamente.
Esto es especialmente útil cuando se analizan grupos grandes donde se presupone que la mayoría de los casos son negativos. Por ejemplo, se colocan nueve muestras juntas y se analizan como una sola. Si da negativo, significa que ninguna poseía el virus y se gana mucho tiempo.
Esta es una técnica «útil en los lugares donde la prevalencia del virus es baja», como ocurre en Uruguay (con menos del 1%). Si la muestra da positivo, se analiza cada caso individualmente o, para ganar aún más tiempo, se usa una estrategia matemática en la que se superponen grupos más pequeños del lote inicial en una forma que permite detectar más rápidamente cuáles son los casos positivos.
Esta técnica, usada en los años 40 para testear masivamente a soldados en busca de sífilis, permitió en Uruguay una reducción del 80% en la cantidad de test realizados, asegura Moratorio.
Para él, la verdadera clave del éxito es otra, sin embargo. «Pensar afuera de la caja y ser capaz de reformular y adaptar métodos y recursos que teníamos al comienzo, así como construir nuevos, fue la clave para combatir la pandemia», concluye.
Montevideo Portal