No hace tanto tiempo, unos 50 o 60 años, los valores de las personas eran muy distintos a los actuales. Y si bien no había tantos adelantos, comodidades y tecnología como los de hoy en día, creo que la forma de vida de la mayoría de la población de los países de la civilización occidental, sea o no del primero o tercer mundo, era mejor.
Hace medio siglo se medían los escalones sociales en función del comportamiento y del valor humano de las personas. Y éste es uno de los puntos que ha cambiado radicalmente en nuestra sociedad. Hoy se mide el valor de una persona o de una familia por lo que tiene y no por sus cualidades.
En los tiempos que corren no importa que una persona sea despreciable por su comportamiento o por su forma de vida, lo único que importa es que tenga mucho dinero o posesiones de gran valor.
De hecho, en la actualidad hay gente que sería considerada despreciable aunque tuviera una enorme fortuna, por la sociedad de antaño.
Y no me estoy refiriendo a la cultura o la capacidad de cada individuo, aunque esto seguramente es importante. Me refiero a lo que es como persona, sea muy pobre o con poca educación o el más calificado técnico o profesional. Su valor en la sociedad era directamente proporcional a sus valores como ser humano.
Además de este cambio también se están dejando de lado muchas cosas que eran parte importante de la sociedad. Hoy en día mucha gente deja de lado el casamiento y las parejas se unen por el concubinato. Cada vez se aprueba la homosexualidad y el aborto, que es sin duda la aprobación del asesinato de un ser que va a nacer.
Ya no hay respeto por las personas mayores ni tampoco se aplica la regla de que un hombre hecho y derecho se sienta obligado a defender a una mujer, a un niño o a un anciano que son agredidos o se encuentran en una situación difícil.
En este sentido, si bien es despreciable quien abuse de una mujer o de un menor, los movimientos feministas en cierto modo provocan mayor violencia contra las mujeres, porque algunas, indebidamente, se sienten protegidas y con una tendencia a llevar todo por delante, lo que puede provocar una agresión mayor.
El uso y abuso del alcohol y de las drogas, la comodidad antes que el trabajo y el estudio por parte de los jóvenes, los juegos sexuales y las parrandas, están destruyendo lo mejor de la población actual, que son los jóvenes, el futuro de nuestra sociedad y también, por qué no, de nuestra civilización.
Y cuidado, no debemos olvidar que precisamente éstas fueron la causa del debilitamiento y la extinción sucesiva y consecuente de todas las mayores antiguas civilizaciones, tales como la mesopotámica, la egipcia, la griega y la romana.