La joven biotecnóloga uruguaya fue distinguida por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Habla de su proyecto, y el rol de la mujer en la ciencia.
Cuando María Pía Campot Moreira (28) vio en un mail que la habían nominado para un premio que distingue jóvenes emprendedores menores de
35 años en Latinoamérica, vio lo engorroso que era el proceso de postulación y se dijo: «¿Para qué voy a perder tiempo, si no lo voy a ganar?» Y siguió con sus
cosas. Esto es: el estudio de la microbiota humana, el mejoramiento de su emprendimiento Ente-ria, las clases en la Universidad ORT. Pasaron un par de
semanas y el último día para postularse recibió un mail desde la oficina uruguaya del BID retándola por no haberse postulado.
Le dijeron que era el último día, la oficina la había nominado y le adjuntaban una carta de recomendación. No había lugar para procrastinar, mucho menos
para darse por vencida sin jugar el partido. Entonces, María Pía resopló y puso manos a la obra en el proceso de aplicación para el reconocimiento.
Unos meses después, a fines de octubre, estaba dando clase en el laboratorio de Biotecnología de la ORT (donde se formó),
cuando recibió otro mail. Le decían desde la MIT Technology Review, la revista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que había sido distinguida
junto a una treintena de jóvenes innovadores latinoamericanos menores de 35 años. Los premiaron en las categorías inventores, emprendedores, visionarios, humanitarios y pioneros.
A María Pía la distinguieron en la última categoría por Enteria, la start up que lidera junto a tres socios hombres. En sus palabras, Enteria «es una
empresa que se dedica a hacer análisis para ayudar a médicos y nutricionistas a tratar mejor a sus pacientes o diagnosticar a tiempo. Es un estudio innovador que permite saber qué bacterias y en qué proporción viven en el intestino de las personas».
Sobre el rol de una mujer menor de 30 años liderando un emprendimiento científico junto a tres socios varones, el rol de la ciencia en la sociedad y el
potencial de Enteria hablamos en Seré Curioso.
¿Qué querías ser cuando fueras grande?
—Cuando yo era chica me gustaban mucho los
números. Sentía que iba a ir por ahí mi carrera. Pero cuando estaba por terminar bachillerato vi que no me gustaba toda esa área, que era muy común, muy
estándar. Entonces me volqué para el lado de la ciencia. Siempre tuve una vocación muy científica, me gusta encontrarles explicación a las cosas. Las
cosas que no se explican de forma científica, soy como media reacia a aceptarlas. Ahí me crucé con la carrera de biotecnología, que era una carrera nueva en Uruguay. Y me embarqué en eso, aún sin saber si iba a tener trabajo, porque era algo muy poco desarrollado acá.
¿Por qué dedicarte a la biotecnología? ¿Qué te impulsó hacia allí?
—Me interesa mucho la ciencia, me metí en la biotecnología sin saber mucho qué era, no sabía de su potencial. A medida que fui avanzando fui conociendo todo lo que se podía hacer en biotecnología. Ahora no lo dudo. Y por qué elegí ese camino: porque yo quería hacer ciencia, pero con una aplicación, no me imaginaba siendo una científica que solo hiciera investigación.
Yo no quería hacer ciencia básica, no quería solo escribir artículos, que entiendo que es algo valioso, pero no me veía yo en ese lugar. La biotecnología
apareció como un camino de ciencia, pero ciencia aplicada.
Acá tengo que hacer la pregunta del millón: ¿qué es la biotecno-logía?
—Es la aplicación o el uso de organismos vivos o sus derivados para un fin o una aplicación determinada. Nosotros tenemos biotecnología alrededor
nuestro en muchos lugares, tenemos en nuestra casa desde el yogur hasta la producción del pan o la producción de la cerveza.
Todo eso se produce con un proceso biotecnológico, porque involucra un ser vivo para un fin en particular. Por ejemplo, para tener vino, para tener
yogur, para tener cerveza. También está la biotecnología aplicada a lo que son, por ejemplo, técnicas de biorremediación, o sea,
plantas que se coman contaminantes, que reduzcan la contaminación en un curso de agua, o en un suelo. Ahí también hay un proceso biotecnológico. O
en la producción de vacunas, que involucran la producción de un organismo que produzca la vacuna por ejemplo, una bacteria o un virus, en ese caso
también hay un proceso biotecnológico. Hace dos años diseñaste con tres socios la start up Enteria, una empresa biotecnológica
dedicada al análisis de la microbiota humana. Acá se me ocurren varias preguntas.
Empezando por: ¿qué es la microbiota humana?
—La microbiota humana son todos los microorganismos que viven en nuestro cuerpo. Está la microbiota intestinal, son los microorganismos que
están en nuestro intestino, está la microbiota de la piel, y en cada parte de nuestro cuerpo tenemos una microbiota determinada. Nosotros trabajamos
en Enteria con la microbiota intestinal. Explicame para qué sirve Enteria.
—En Enteria lo que hacemos es analizar los microorganismos que vienen en el intestino. Vemos qué microorganismos hay y en qué cantidad, en qué proporción están en nuestro intestino. (…) Lo que hacemos en Enteria es proveer a los profesionales de la salud médicos, ya sea gastroenterólogos, pediatras. geriatras y nutricionistas de una herramienta (los análisis que nosotros hacemos) para que puedan tratar y diagnosticar a sus pacientes de una forma
más eficiente. Que tengan una nueva herramienta, que hasta hoy en día no la tienen. Hoy les damos esa herramienta extra con estudios ya se realizan hoy
en día acá.
Cuando empecé a hablar contigo para esta nota me dijiste: «Soy muy científica. Soy científica de profesión y de vocación». Traducime esto.
—Es tener la camiseta puesta de la ciencia siempre, en todo momento. Me gusta encontrarle la explicación científica a todo y me siento muy científica.
Me gusta apoyar la ciencia. No solo ser científica cuando trabajo, en el laboratorio, sino también en todo momento de mi vida.
Me gusta que la gente entienda el potencial y la importancia de la ciencia en la sociedad. Con todo esto de la pandemia, la ciencia ha tomado un rol protagónico, pero me parece que los científicos tenemos que tomar también la postura de demostrarle a los demás el valor de lo que hacemos. Y esto no
solo cuando trabajamos, sino en nuestra vida cotidiana también. Y es lo que hablábamos hace un rato: que lo que uno hace en ciencia tenga un sentido,
de que se vuelca en la sociedad, y que la gente lo pueda ver, lo sienta. Es algo que me obsesiona.
¿Cuánto te has involucrado en emprendimientos femeninos, desde la ciencia pero liderados por mujeres?
—Al principio, cuando empezó Enteria yo estaba medio perdida porque era mi primera experiencia en el mundo emprendedor.
Fue como ir descubriendo el mundo del emprendedurismo. A medida que me fui metiendo fui viendo desde adentro las dificultades que tenemos las
mujeres cuando quieren emprender, y cuando nos enfrentamos al mundo del negocio, un mundo muy machista. En ese sentido, por un llamado de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) estuve en contacto con un grupo de mujeres uruguayas emprendedoras, fundamentalmente del área de la ciencia y la tecnología, y formamos un grupo muy lindo, nos damos apoyo y tratamos de ayudar a otras uruguayas que quieran emprender en esas áreas.
Somos un grupo de más de 20 emprendimientos, conocidos y no tan conocidos, que nos ayudamos y tratamos de ayudar a todas aquellas mujeres que
se inician en esto. Las ayudamos a potenciarse, para ver si somos más mujeres en este mundo del emprendedurismo, y sobre todo a nivel científico, que
somos aún menos. (…)
Como docente o como líder de un emprendimiento exitoso, ¿has promovido la participación de niñas y mujeres en la ciencia?
—Es uno de mis objetivos personales. Más allá de lo profesional, uno de mis objetivos personales es que haya cada vez más niñas y mujeres en la ciencia. Está claro dónde están los problemas; a partir de la adolescencia, las chicas se empiezan a sentir inferiores, empiezan a ver las carreras científicas como imposibles de llegar.
Yo quiero que haya más mujeres en ciencia, más mujeres liderando emprendimientos científicos y desde mi rol de docente he intentado colaborar
para que eso suceda, compartiendo mi experiencia y ayudándolas a seguir ese camino.
Hay muchas mujeres en ciencia y muchas científicas, el tema es que son pocas las que llegan a cargos altos. Son… casi ninguna. ¿Por qué? Por la maternidad, por los egos, el techo de cristal, etcétera. Mujeres hay, pero no mujeres que lleguen a cargos altos, mujeres en un lugar de decisión. Por eso
me gusta fomentar eso desde mi ejemplo, porque yo lidero un emprendimiento científico y tengo tres socios hombres.
¿Sos feminista?
—Me considero feminista en el sentido de que trabajo para que las mujeres obtengan el rol en la sociedad que se merecen. En ese sentido, sí. No soy
feminista al extremo. Trato de mantener la objetividad del feminismo, de cuál es el rol de la mujer, pero tampoco atacar al hombre. Creo que debe haber
un justo balance, y lo hablo con mis socios hombres: nadie se merece más que otro, todos nos merecemos lo mismo. Creo que el feminismo es un trabajo de los dos (géneros), tanto de los hombres como de las mujeres.
Fuiste distinguida por la revista científica MIT Techonology Review, la revista de la compañía de medios propiedad del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), que premia a 35 jóvenes latinoamericanos innovadores menores de 35 años. Fuiste distinguida en la categoría «pioneros» por Enteria.
(…)¿Qué significa este reconocimiento en tu carrera?
—Es un gran reconocimiento. Empecé a caer cuando me empezó a contactar un montón de gente para felicitarme. Cuando me lo dijeron sentí un gran orgullo a nivel propio, pero no imaginaba que iba a tener en mi carrera. Empezaron a contactar-me medios, y a felicitarme que no me conoce, que nunca en su vida
me vio y que me decía que estaba orgullosa de mí, por ser uruguaya. Gente que me decía: «No te conozco, pero me encanta lo que hacés, tenés un futuro enorme, ¡te felicito!».
De ese tipo, un millón… y seguro no tienen ni idea qué es la microbiota, pero lo sentían como propio, por ser uruguaya.
Desde que gané el premio nos empezó a escribir gente de todos lados de Latinoamérica. Hasta ahora las conversaciones eran solo con Argentina, porque
era el primer lugar donde nos íbamos a probar, por cercanía, por facilidad, pero tras el reconocimiento me ha escrito gente de Perú, de Ecuador, de Chile, en España también, entonces las oportunidades se han abierto enormemente. Y acá en Uruguay me escribieron particulares, médicos, y como te dije, desde el exterior, interesados en lo que hace Enteria, para poder colaborar y poder trabajar juntos. Eso me abrió una cantidad de puertas.
Con el contexto del Covid 19 los científicos uruguayos han dejado bien parado al país, y la experiencia uruguaya recorrió el mundo por el buen tratamiento contra la pandemia. ¿Crees que hasta ese momento estaba subestimada la ciencia en Uruguay, por parte de la opinión pública y sobre todo, el gobierno?
—No sé si del gobierno, porque tiene bastante información, pero a nivel social estaba bastante subestimada la ciencia, sí. Pero creo que era más
desconocimiento, ignorancia. A medida que fueron enterándose de la importancia de la ciencia por ejemplo, a propósito de la pandemia el uruguayo se
entera y lo valora. Pero antes no se sabía. Los recursos humanos en Uruguay a nivel de ciencia son buenísimos, las publicaciones que se hacen en Uruguay
son buenísimas, la cantidad de investigaciones y estudios que se hacen es tremendo. Es falta de conocimiento, falta de difusión. Un problema que tenemos los científicos en el mundo y en Uruguay en particular es que sabemos cómo comunicarnos entre científicos, pero nos cuesta difundir hacia la
sociedad y explicarle a la gente lo que hacemos. Una de las pocas cosas buenas que trajo la pandemia es demostrarle a la gente el valor de la ciencia.
¿Hace falta más presupuesto para hacer ciencia en Uruguay y que los científicos no tengan que emigrar?
—Sí, definitivamente. Están los recursos humanos, está la formación, se necesita presupuesto para llevar adelante todo lo que se pueda hacer acá y que
los científicos no tengan que irse. Miles de científicos se van para otros países, son muy competitivos a nivel mundial, y no pueden quedarse acá, no
porque no quieran, sino porque no están los fondos para que puedan desarrollarse como científicos en Uruguay. Y eso se podría mejorar con un incremento en el presupuesto, sin duda. El famoso 1%…
—El famoso 1%. ¿Cómo se tomó en tu familia el reconocimiento del MIT?
—Las personas más felices por este reconocimiento fueron los integrantes de mi familia, sobre todo mi mamá, que siente que me gané un Premio Nobel. Me cuenta de toda la gente que la llamó y la felicitó por su hija, y me reenvía las notas que yo di, y le contesto:
«Mamá, ya sé, yo hice la nota». A mí me cuesta hacer notas, hablar con periodistas, no estoy acostumbrada. Pero entiendo que la felicidad debe ser
compartida, y para ellos es un orgullo enorme. Lo mismo el resto de mi familia, mis amigos, todo. ¿Cuál es tu próximo desafío?
—Yo lo que quiero es hacer crecer a Enteria, que Enteria sea reconocida a nivel latinoamericano en el estudio de la microbiota.
Existen empresas internacionales que estudian la microbiota, no somos los primeros, pero quiero que seamos referentes a nivel latinoamericano porque tenemos la capacidad. Ahora tenemos un nombre, somos reconocidos. Quiero aprovecharlo. ¿Sos feliz?
—Muy feliz. Muy feliz porque me encanta lo que hago. Haberme volcado hacia el emprendedurismo fue una decisión muy difícil, pero creo que estaba en el momento de mi vida para hacerlo, y no me arrepiento. Soy feliz porque hago docencia, y porque en mi vida hago lo que me gusta y me puedo dedicar a eso.
(Extracto de entrevista publicada en Montevideo Portal)