El 13 de mayo de 1914, en medio de un partido de fútbol entre los clubes brasileños Fluminense y América Football Club, el futbolista Carlos Alberto comenzaría en forma involuntaria una lucha que se mantiene hasta hoy en todos los rincones del planeta y que al fin parece haber sido escuchada por las autoridades.
Esa tarde, en el estadio del «Flu», un letrero advertía: «En el equipo no pueden jugar personas que no sean blancos», una medida disciplinaria que era muy común por ese entonces y que los futbolistas negros sorteaban cubriéndose el rostro, cuello, brazos y piernas con polvo de arroz.
«¡Pó de arroz!» (¡Polvo de arroz!) fue el grito de guerra de los aficionados del tricolor esa tarde al advertir que el excesivo sudor de Carlos Alberto había dejado al descubierto el verdadero color de su piel.
Lo que no advirtieron entonces es que, muchos años después, el Fluminense terminaría por adoptar el insulto como apodo, al punto de que en la actualidad los asistentes lanzan polvo de arroz (o talco para simularlo) desde las gradas para recibir a su equipo.
La discriminación racial surgió con el origen mismo del deporte en la región, traído por ingleses, y continúa hasta hoy.
Sin ir más lejos, hace pocos días se registraron los últimos dos casos de discriminación racial en estadios de fútbol, en partidos correspondientes a la Copa Libertadores de América.
El primero fue en el Monumental de Buenos Aires, donde un aficionado de River Plate arrojó una banana a los jugadores del Fortaleza brasileño, hecho por el cual el club fue multado y el simpatizante penado por la institución con una prohibición de seis meses de asistencia a los juegos.
El segundo tuvo como protagonista a un hincha de Boca Juniors que luego de hacerle gestos racistas, simulando ser un mono, a la hinchada del Corinthians, en Brasil, fue detenido por la policía y multado económicamente, antes de poder regresar a la Argentina.
Los hechos motivaron a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) a tomar cartas en el asunto, a fines de erradicar con firmeza todo tipo de discriminación en los juegos que organiza, tanto por cuestiones de piel como de sexo u orientación sexual, etnia, idioma, credo u origen.
«Cualquier asociación miembro o club cuyos aficionados insulten o atenten contra la dignidad humana de otra persona o grupo de personas, por cualquier medio, por motivos de color de piel, raza, sexo u orientación sexual, etnia, idioma, credo u origen será sancionado con una multa de al menos 100.000 dólares americanos», dice ahora el artículo 17 del Código Disciplinario de Conmebol.
Se trata de un fuerte aumento en las penas, si se tiene en cuenta que antes de la reforma, la multa era de 30.000 dólares. La decisión, según confirmó una fuente de la casa madre del fútbol sudamericano a la Agencia Sputnik, apunta a dejar en claro que «la postura de Conmebol es clara antirra-cismo y ante cualquier tipo de discriminación».
Pero eso no es todo: el artículo en cuestión también determina que «el órgano judicial competente podrá imponer la sanción de jugar uno o varios partidos a puerta cerrada o el cierre parcial del estadio».
Además, la Conmebol instó a los clubes participantes a difundir mensajes educativos, de concientización, desarrollar ideas y estrategias con el fin de potenciar los valores deportivos y erradicar todo tipo discriminación en el fútbol.
UN RECLAMO DE LOS FUTBOLISTAS
Fue el futbolista alemán Antonio Rüdiger quien tiró la primera piedra en octubre de 2018, luego de un empate entre su equipo, el Chelsea, y la Roma de Italia por Champions League, en el que el defensor fue hostigado en forma permanente desde las tribunas por la afición romanista.
«Necesitan hacer más. Si no hacen más, son lo mismo que las personas que lo hacen», fue el dardo que este hijo de padre alemán y madre de Sierra Leona disparó contra los máximos popes del fútbol mundial.
En abril de 2019, el propio presidente de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA), Gianni Infantino, pidió «sanciones severas» para hacer frente al racismo en el deporte y el delantero del Man-chester City, Raheem Sterling, pidió que el abuso racista fuera castigado con una deducción automática de nueve puntos para los clubes, en lugar de imponer multas a las personas que cometen el agravio.
La decisión de los organismos llega meses antes del Mundial de Catar 2022 y con la olla en ebullición. Para probarlo sólo basta recordar el gesto que futbolistas de todo el mundo copiaron de la liga de Football Americano estadounidense (NFL) para apoyar al movimiento Black Lives Matter antes del comienzo de los partidos.
El silencio sepulcral que acompaña al movimiento de apoyar una rodilla en el césped finalmente hizo eco en las oficinas del fútbol mundial y, desde ahora, repercutirá en las arcas de los clubes que no quieran comprometerse con la causa.
(Sputnik)