Desde que llegó la pandemia al Uruguay, se han tomado por parte del gobierno varias medidas para limitar lo más posible el daño que la misma produce. Algunas han sido y son muy positivas: crear el GACH, promover acciones en base a la evidencia científica, «apelar» a la mínima movilidad posible, fomentar el teletrabajo, el uso del tapa bocas y nariz, un llamado a desalentar (o directamente prohibir) actividades que juntan gente fundamentalmente
en lugares cerrados, etc. Todo eso estuvo bien, y, sobre todo en los primeros meses, logró que Uruguay fuese un ejemplo a nivel mundial. Pero entre los conceptos que manejó el Poder Ejecutivo hay dos que están ligados y en mi opinión, merecen ser discutidos: la llamada «libertad
responsable» y el concepto de «las burbujas».
En teoría, ambos conceptos podrían llegar a ser correctos: yo, libremente, me muevo, pero tengo en cuenta responsablemente cómo y cuándo lo hago, dado que se asume que tengo claro dos cosas:
a) no me debo contagiar,
b) si lo estoy (aún sin saberlo, sin tener síntomas), no debo transmitir el virus a nadie. Clarísimo. Y además, me muevo en una «burbuja»: o sea, defino nuevamente en forma libre) un grupo de gente reducido a la cual sigo viendo, lo cual sería mi «burbuja».
También en teoría es correcto: si solamente entro en contacto con un reducido grupo de personas la probabilidad de que entre el virus baja, y si lo hace, será
fácil seguir el hilo de contagios. Hasta acá todo bien. Cada una de estas definiciones parece, a primera vista, correcta. El problema, en mi opinión, es cuando
ambas definiciones se juntan. Pongamos, para ser claros, un ejemplo típico de clase media.
Imaginemos una pareja de alrededor de 65 años, que goza de razonable buena salud, con hijos. Dada su edad, es altamente probable que sus hijos anden entre
30 y 40 años, y que, a su vez, tienen hijos… los queridos nietos. La pareja, posiblemente jubilada, en forma responsable sale de su casa (uno de ellos por vez)
para comprar alimentos. Y decide, más allá de lo que duele, dejar de ver a los veteranos amigos con los que en la época pre pandemia se veía.
Solamente lo hace por zoom (recordemos que son clase media). Y, charlando entre ellos, resuelven que su burbuja (o sea, que las personas a los que van a
seguir viendo) son los hijos, yernos y nueras, y los nietos. Suena razonable. Y, punto importante, cumplen al mismo tiempo con las ideas de «libertad responsable» y definir una «burbuja».
Pero la vida es más compleja. Resulta que los hijos de la pareja inicial puesta como ejemplo, al tener pareja, también hacen lo mismo. Trabajan, y ven a sus
suegros. A su vez estos, en forma también responsable, definieron a su «burbuja» y ven solamente a sus dos o tres hijos y a los nietos respectivos.
Pero los hijos de ambas parejas veteranas (que podrían ser varios) al trabajar y vivir tienen sus contactos vitales, a los que definieron como parte de su
«burbuja». Por lo tanto, si se siguió mi razonamiento, rápidamente se verá que la «burbuja» inicial, hecha en forma responsable, que incluía pocas personas,
va creciendo cada vez más.
En la práctica, más allá de la buena voluntad y de la seriedad, deja de ser tal para transformarse en una super burbuja que abarca, en la práctica, varias decenas
de personas. O sea, lo que fue originariamente una burbuja (honesta y responsablemente planteada), se va transformando en una especie de red que dejó de
ser una burbuja para transformarse en un grupo de personas directa o indirectamente interconectadas (una red), con lo cual el concepto de «burbuja» se
desdibuja y pasa a otro modelo que nada tiene que ver con la idea original, más allá de que cada uno que tomó decisiones lo hizo en forma responsable y siguiendo las indicaciones.
Y en lo anterior me dediqué solamente a considerar a gente de clase media (o clase media para arriba), que puede, desde el punto económico (y cultural) actuar
como nos pide el gobierno. No quiero ni pensar cuando no se recibe dinero (por trabajo o jubilaciones) en forma regular y hay que salir todos los días a buscar
el dinero para, simplemente, comer.
Ahí, lo de la «burbuja», humanamente no tiene sentido (a no ser, claro está, que el gobierno, tome medidas económicas de apoyo para estos sectores, que
son demasiados) para que dentro de lo posible el concepto de «burbuja» (que mostré equivocado en la práctica) al menos «tienda» a funcionar.
Y vayamos a la «libertad responsable», tan cara al Poder Ejecutivo. En teoría, es perfecta. A no ser que la pensemos. Y la pregunta cae por su peso: ¿qué es la
«libertad responsable»? Son dos conceptos «libertad» y «responsable».
La libertad, a falta de mejor definición, es que está permitido hacer todo aquello que no está prohibido. Pero en este caso hay que juntarla con lo de «responsable». Y precisamente acá está el problema. ¿Quién define lo que es responsable? ¿Todos tenemos la misma concepción? Me atrevo a decir que no. Para mí, libertad responsable implica, por ejemplo y entre otras cosas, no ver prácticamente nunca (sobre todo en el último mes) reducir al máximo mis salidas, no ver a mis hijos, yernos y nietos (con todo lo que eso nos implica afectivamente a mí y a ellos), dejar de ver a tantos amigos. Para otro grupo de uruguayos
puede significar cuidarse, pero ir a boliches. Para otros, quizás, puede querer decir «bueno, un asado lo podemos hacer… total mi barra está sana». Y podría seguir, porque hay casi infinitas variables. El problema es que lo de «responsable» queda al criterio de cada uno, porque cada uno tiene derecho -hasta que se diga lo contrario- entender lo de «responsable» a su leal saber y entender. Y ESTO ES PELIGROSO.
Entiendo por qué el gobierno piensa así. Es liberal, extremadamente liberal… diría «coheremente liberal»: ya se sabía (más allá de que no existía todavía la pandemia) la ideología de Lacalle Pou cuando, legítimamente, ganó las elecciones. Y lo aplica a todo. Y así estamos con la pandemia.
Finalizo, porque esta nota está resultando larga. El martes el gobierno tomó algunas medidas, que, en general, van en la dirección correcta. Pero por favor que
no insista más con los conceptos de «burbujas» ni de «libertad responsable».
Ninguna por su lado, y menos aún juntas, funcionan. No se precisa ser Premio Nobel para verlo: alcanzan los informes diarios de la evolución de la pandemia.
Es necesario que se tomen más medidas. Que sean claras. No puede quedar en mi «libertad responsable» ir en semana de turismo a pasear, por ejemplo, a Rivera. O ir a un hotel que tenga piscina. O, ejemplo lamentable, que el presidente decida que los bancos oficiales tendrán un régimen especial mientras que con los privados no se mete. (Y aunque no se vincula con esta nota lo quiero decir: ¿por qué se descuenta solamente a los salarios de más de 120 mil pesos nominales a los públicos y no a los privados, que hay unos cuantos?).
Pienso que EL GOBIERNO TIENE QUE SER CLARO. DECIR: «ESTO SE PUEDE, ESTO NO». Y QUE EL NO, SEA NO.
Están aumentando los afectados, se están saturando los CTIs, están muriendo cada día más uruguayos por el coronavirus.
Ya no se trata de quedar bien en la TV (cosa que todo presidente quiere), hoy se trata de salvar vidas. Y por este lado, jugando con definiciones sin sentido
real como «burbujas» y «libertad responsable», ya sabemos, por la propia práctica, que no sirven.
ESPERO QUE EL PODER EJECUTIVO REACCIONE.
(UyPress)