Descubierto en 1817, es el metal más liviano de la tabla periódica. Proviene de la palabra griega «lithos», que significa «piedra». Pero se lo suele conocer por su utilidad para el desarrollo de baterías en dispositivos móviles, y por su relevancia para fabricar sistemas de almacenamiento de energía, con el consiguiente impulso que ha proporcionado a la generación de vehículos eléctricos.
Ana Delicado Palacios
Argentina, país al que recursos naturales no le faltan, ha sido agraciada con este oro blanco que reposa en el norte de su territorio. Esta región de alta montaña salpicada de salinas y lagunas salobres, conocida como Puna, hace del país la segunda nación del mundo con más recursos de litio, solo superado por Bolivia.
El denominado «triángulo de litio», que reúne a Argentina, Bolivia y Chile, almacena el 85 por ciento de las reservas mundiales de este mineral, pero solo el territorio argentino tiene más de 870.000 hectáreas disponibles para explotación en las provincias de Catamarca (norte), Salta (norte) y Jujuy (norte).
Argentina se ubica en el tercer lugar mundial en reservas, por detrás de Chile y Australia, según un listado del Servicio Geológico de los Estados Unidos en el que Bolivia ni siquiera aparece porque no tiene sus recursos cuantificados.
La nación sudamericana retrocede al cuarto puesto después de Chile, Australia y China con el 7,5 por ciento de la producción total, basada en la extracción de cloruro y de carbonato de litio, el cual equivale al 93 por ciento de sus exportaciones.
EN MARCHA
Ese cuarto lugar se sostiene con los únicos dos proyectos operativos: Mina Fénix en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca, que opera desde 1997 una subsidiaria de la estadounidense Livent, Minera del Altiplano; y el Salar de Olaroz, en Jujuy, donde interviene desde 2015 un consorcio con la australiana Orocobre, la japonesa Toyota Tsusho y la empresa Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (Jemse).
La primera empresa, que tiene una capacidad productiva de 20.000 toneladas de carbonato de litio, que para hacerse una idea es el volumen que requieren las baterías de 600.000 vehículos eléctricos, anunció que duplicaría su capacidad productiva. La segunda, que ya genera 17.500 toneladas, apuesta por 25.000 más.
Con 32.620 toneladas de litio exportadas en 2021, el Estado argentino recaudó 208 millones de dólares, lo que equivale al 6,5 por ciento de las exportaciones mineras, que llegaron a los 3.200 millones de dólares.
Además hay otros seis proyectos de litio en construcción, todas iniciativas privadas, que en total tendrían una capacidad operativa de 144.000 toneladas y que podrían estar funcionando a partir de 2024, cuenta a la Agencia Sputnik el director nacional de Promoción y Economía Minera, Jorge González.
El más avanzado es el de Cauchari Olaroz en Jujuy, en manos de la firma Exar, controlada por la canadiense Lithium Americas, y en la que aparece JEMSE, además de la china Jiangxi Ganfeng Lithium.
«Después hay dos proyectos en factibilidad, tres en prefactibilidad, cinco en evaluación económica preliminar, y veinte en exploración avanzada, además de varios en exploración inicial y prospección», enumeró González.
Consultado sobre la industrialización del litio, el funcionario hizo énfasis en el «proceso clínico sumamente complejo de quitar impurezas de la salmuera, con un proceso de encalado», que requiere la extracción del mineral.
«Eso pasa por distintas etapas para sacar el resto de los remanentes que tiene y lograr ese carbonato de litio al 99,5 por ciento de pureza o más para que pueda ser usado en una batería, lo que conlleva una apuesta de infraestructura, en medio de la Puna, gigante», sostuvo.
La investigación académica sobre el mineral indica, por otro lado, «que el carbonato se va a empezar a usar menos y se va a tender a usar el hidróxido, así que el mercado te lleva a hacer ese proceso químico adicional», añadió el director de Promoción y Economía Minera.
SIN ESTADO PRESENTE
Salvo la testimonial presencia de una sociedad estatal como la de Jemse, el Estado argentino no tiene injerencia en la cadena de valor, más allá de la creciente creación de la estatal YPF litio y de los métodos de extracción que trata de mejorar el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenamiento de Energía de Jujuy (CIDMEJu).
Argentina se desmarca así de la visión estratégica implementada por Chile y Bolivia, donde el mineral es considerado un recurso estratégico, y en consonancia, el Estado promueve empresas nacionales y elabora sus propios derivados que requieren desarrollo tecnológico.
El de Argentina, en cambio, se limita a recaudar tributos. Obtiene el 85 por ciento de las tasas que paga la minera –el otro 15 por ciento queda en la provincia–, en una ecuación que a la empresa le permite ganar entre el 20 y el 30 por ciento de lo invertido después de pagar un 8 por ciento en impuestos, según un estudio realizado en 2018 por la Secretaría de Minería.
De las salmueras, el líquido que contiene el cloruro de litio y otras sales disueltas, también podría extraerse potasio, tan útil para fertilizar suelos menos fértiles que los de Argentina, como los de Brasil.
Es otro capítulo pendiente de un libro que todavía tiene páginas por escribirse. (Sputnik)