Hace exactamente un año, en ocasión de conmemorarse el 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el sistema de las Naciones Unidas en Uruguay alertó sobre el nivel de violencia que sufren las mujeres en nuestro país.
Lo mismo expresaban otras voces, como Mysu, Inmujeres, Mujeres de Negro, la bancada bicameral femenina, entre otras expresiones.
Según el Observatorio de Igualdad de Género, los datos recabados en 2016 sobre violencia de género indican que Uruguay mantiene una de las tasas más altas de la región en cuanto a muerte de mujeres a manos de su pareja o expareja. Uruguay queda colocado en el quinto lugar por mayor tasa de muerte: 1,4 por cada 100.000 mujeres.
En ese mismo momento, el Ministerio del Interior daba a conocer sus cifras sobre el tema, y nos decía que cada trece días muere una mujer en Uruguay por violencia doméstica, habiendo recibido en un año una 2 denuncia de agresión doméstica cada diecisiete minutos; el período de evaluación de esa Cartera es entre noviembre de 2015 y octubre de 2016. Asimismo, cuarenta y cinco mujeres fueron asesinadas, veintisiete por violencia doméstica y veinte por su expareja.
El 96% de los homicidios ocurrió en el hogar; el 37,7% convivía con su victimario en el momento del acto; el 43% de los victimarios resultaron procesados, y el 56,6% se suicidó. El derecho de las mujeres a vivir sin violencia está consagrado en acuerdos internacionales a los que nuestro país adhiere, como la Convención sobre la Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer y la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de Naciones Unidas.
No podemos decir que no se está haciendo nada al respecto. Muchas ONG trabajan en el tema y también organismos oficiales competentes a nivel nacional y departamental. Solo a modo de ejemplo, el Poder Ejecutivo remitió el proyecto de ley integral contra la violencia de género y el Poder Judicial actúa desde sedes especializadas con fiscales y con jueces capacitados en la materia, y ha dispuesto medidas concretas como el uso de tobilleras, entre otras. Además, el Parlamento ha discutido y avanzado en iniciativas en aras de encaminar al país hacia el Uruguay libre de violencia contra las mujeres y niñas. Sin ir más lejos, el 9 de octubre próximo pasado, quedó promulgada la Ley Nº 19.538, llamada de femicidio, modificatoria del Código Penal en la materia. Sin embargo, los niveles de violencia no disminuyen. Las conductas basadas en una relación de desigualdad siguen vulnerando el goce y el ejercicio de los derechos humanos y las libertades de las mujeres.
Nos consta que la violencia crece en todos los ámbitos: lo vemos a diario en las aulas, en el tránsito, en el transporte público, en el deporte y en el ámbito laboral, pero resulta fundamentalmente peligroso cuando se produce en la intimidad familiar. Ninguna forma de violencia puede parecernos natural y ninguna puede considerarse ajena. La violencia, la discriminación o la intolerancia no pueden dejarnos pasivos, indiferentes y muchos menos resignados. Sin duda, el Estado debe redoblar esfuerzos en la tarea de protegernos porque es su deber y responsabilidad, pero la sociedad también debe reflexionar para lograr el cambio. Es necesario que se desaprenda lo culturalmente aprendido; hay que desprenderse de la idea de que los cargos de jerarquía son solo para los hombres, que la brecha salarial entre hombres y mujeres es lo natural, que la mujer no es para la política, que el acoso callejero es un piropo y que la violencia simbólica se filtre hasta en la publicidad. (Suena el timbre indicador de tiempo)
Estos hechos, aceptados por todos, contribuyen a generar una violencia de género que podemos y debemos erradicar. No lo lograremos si no educamos para ello. Desde aquí invito a los colegas del Cuerpo a dar tratamiento a los proyectos de ley que aún hoy están en curso y aguardan ser considerados. En Vamos Uruguay hemos impulsado decenas de iniciativas en tal sentido que duermen en alguna comisión, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado.