L os juglares, de acuerdo a los re latos, antaño recorrían parajes entonando letrillas dedicadas a acciones, a personas reales o de ficción. El tiempo fue
desdibujando la realidad de la cual nacieron algunos cánticos; o partían de una ilusión, que, con habilidad, se supo difundir, transformándose en un
embuste que poco o nada tenían de realidad, pero atraía a los espectadores.
Desde hace decenas de años nuestro país también los ha tenido y tiene, donde sus relatos no son sobre antiguos recuerdos o recados de la historia pretérita, sino de una realidad que nunca se vivió. Quedaron personas que convivieron esos tiempos y la irrealidad, de relatos ensalzando e idolatrando a individuos de oscuro tránsito en el quehacer nacional.
Estos sujetos, con habilidad y el respaldo de altas esferas foráneas a las que ensalzaban, armaron un escenario con falso libreto histórico nacional de los últimos cincuenta años; con intentos de cuestionar hasta nuestro héroe máximo y su vida. Mistificando individuos con el supuesto atributo de pobres héroes, que derrotarían al poderoso gobierno.
Con destreza distribuyeron sus cánticos entre los más jóvenes y hasta en el resto del mundo. Allí la mentira reiterada, con hábiles cantantes de loas, vendieron una fábula, con la cual algunos de ellos, también se beneficiaron.
¿Por qué se difundió?, porque el pueblo estaba extasiado por actores autoproclamados como héroes nacionales, que maliciosamente difundieron la mentira mediante sus secuaces, cargando sobre la masa estudiantil.
Hoy, estando en el llano, pretenden reavivar sus historias de jóvenes juglares, narrando fantasías que ellos nunca vivieron pero pretenden justificar. Sin entender que están bañadas de sangre, sacrificios, pérdidas morales y físicas del pueblo uruguayo.
Pero, hay personas que sufrieron malogros familiares, quienes reclaman terminar con la patraña, recordando secuestros inocultables, asaltos y asesinatos que los juglares pretenden transformar en nimios daños derivados de sus acciones.
Llegando al colmo del desatino, van al Parlamento a ensalzar y edulcorar las acciones de ladrones, asesinos y secuestradores, pretendiendo liberar
al pueblo de una de una inexistente sumisión, dándole una libertad que ya tenía.
No había forma de esconder que sus antecesores intentaron tomar el poder por la fuerza de las armas. Se consideran en su derecho de haberlo cometido para liberar a un pueblo que ya goza de su libertad, viviendo en una de las mejores democracias de las Américas, un pueblo que no necesita ser guerrero ni vengativo porque ya es libre.
Jamás aceptaron la realidad de que desencadenaron una guerra, considerándose unos jóvenes visionarios que todo lo podían y no tenían que rendir
cuenta de las muertes y desmanes llevados a cabo por años. Poniendo inaceptables letreros que señalan «memorial a los fusilados de Pando» olvidando el recuerdo de los desmanes que ellos mismos cometieron. No resiste lógica alguna de lo ocurrido. Sus juglares se encargaron de endulzar y considerar héroes a aquellos que terminaron presos debido a sus propias acciones incomprensibles e injustificadas.
Y así crearon la película que lograron a inventar, para tratar de llegar el poder por la fuerza de las armas, provocando una guerrilla que dejó al país en ruinas para liberar a un pueblo tranquilo, pacífico y feliz, que de pronto fue agredido para darle la libertad que ya tenía.
La pregunta es ¿cuándo veremos la realidad? ¿O se continuará en la oscuridad y creyendo lo que ellos pregonan: que el pueblo vivía en una opresión
inexistente? No señores, la guerra contra los tupamaros comenzó para someter a una horda de ladrones, secuestradores y asaltantes, (la mayoría de los cuales
también fue engañado, creyendo que estaban liberando al pueblo uruguayo), de la mentira de que se encontraba en la más horrible sumisión.