Atenas, la «cuna de la democracia», considerada en la literatura occidental el primer ejemplo de un sistema democrático sin importar que solo un 10%
de la población tuviese derecho a participar en la toma de decisiones. Del siglo VI a.C hasta nuestros tiempos el concepto de «democracia», del griego
dêmos «pueblo» y krateîn »gobernar», ha evolucionado. La noción de «pueblo» se ha ido ampliando a lo largo de los años en la medida en que
las constituciones liberales fueron eliminando las restricciones de género y raza del sufragio.
Mientras las democracias fueron ampliando el rango de personas que consideraban «ciudadanas», también se fueron diversificando las formas
de participación ciudadana y los modos de intervenir en las tomas de decisiones. Los espacios de reflexión y diálogo y las vías para poder ejercer los
diferentes derechos políticos están en una evolución continua: las antiguas ágoras griegas ahora son entornos digitales, y el concepto de «Ciudadanía
Digital» se ha convertido en un factor clave para el ejercicio de los derechos del siglo XXI.
Este nuevo escenario está demandando nuevas estrategias que palien las exclusiones históricas a las que la democracia se enfrenta desde sus primeros días, un marco en el que Uruguay se encuentra en una «situación privilegiada» que parte de una política digital sostenida, reflejada en la sucesivas «agendas digitales» que el país ha llevado adelante desde 2008, se afirma en Estrategia de Ciudadanía Digital para una Sociedad de la Información y el Conocimiento, documento
elaborado por la Agencia del Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información (Agesic) y la Unesco Montevideo.
EL USO DE INTERNET EN URUGUAY
Durante la III Edición de la Jornada de Ciudadanía Digital, organizada por la Agesic y Plan Ceibal, celebrada entre los días 13 y 16 de octubre, la consultora Florencia Aguirre (Agesic) expuso una radiografía de datos acerca del uso de internet en Uruguay basado en encuestas e investigaciones llevadas a cabo entre 2019 y 2020.
Explica que en Uruguay «hay un uso extendido de internet», pues nueve de cada 10 personas son usuarias de Internet, y ocho de cada 10 son usuarias de forma diaria. Sin embargo, el 10% de la población restante no se reparte de forma homogénea en la población, sino que las mayores brechas en el acceso a internet y
en las habilidades digitales refieren al nivel educativo y a la edad.
Las personas con menos nivel educativo tienen «un uso menor, menos diverso, menos sofisticado y menos crítico» de internet que las de mayor nivel educativo. Así, los datos reflejan que entre las personas de nivel educativo bajo (con el ciclo básico incompleto) el porcentaje es de un 71%, y entre las personas de más de 65 años el porcentaje se reduce a un 49%.
Un dato especialmente destacado en las jornadas fue el dispositivo a través del cual los usuarios se conectan a internet en Uruguay. Afirma Aguirre que
el dispositivo por excelencia es el celular: todos los internautas lo utilizan y el 90% lo hacen de forma diaria. La PC, sin embargo, es utilizada por el 60% de los y las internautas, y únicamente un 30% la utiliza de forma diaria. ¿Por qué es importante el dispositivo de conexión?
EL CELULAR HA MATADO A LA PC
Explica el psicólogo y sociólogo Matías Dodel que, si bien el celular es barato, pequeño y fácil, un PC tiene más memoria, más capacidad de procesamiento, un mayor tamaño de pantalla, y, en especial, un mayor acceso a las plataformas y las aplicaciones de carácter laboral y educativo, lo que incide directamente en el capitalenhancing, término utilizado para referirse a aquellas actividades más innovadoras y avanzadas que pueden mejorar las oportunidades de vida de las
personas.
Cuenta Dodel que se está produciendo una tensión entre dos fenómenos. Por un lado, se da el conocido como mobile leapfrogging, que define
el proceso a través del cual cada vez se da un mayor acceso a internet gracias a la accesibilidad de los celulares. Algunas corrientes consideran que
este fenómeno ha ayudado a disminuir de una manera rápida y económica la brecha en el acceso a internet, reduciendo la necesidad de intervenciones políticas para abordar la brecha digital.
Sin embargo, por otro lado, se da el fenómeno mobile underclass, que advierte que el acceso a Internet desde el celular ofrece un nivel más bajo
de funcionalidad, menos oportunidades y menos calidad, generando una especie de «usuarios de internet de segunda clase». Esta tensión culmina
en la pregunta: ¿está realmente el mobile leapfrogging reduciendo la necesidad de políticas de inclusión digital focaliza-das en el acceso?
Si bien el acceso es condición necesaria para fomentar las ciudadanías digitales entre los segmentos más vulnerables, este factor no es suficiente:
hay que pensar en la calidad del acceso y las habilidades con las que se cuenta para aprovechar este acceso. En Uruguay, uno de cada tres internautas se conecta a internet sólo con el celular.
Esto sucede mayoritariamente en personas de de nivel educativo bajo: un 57%. Entre la clase educativa alta solo es el 7%.
Afirma Dodel que una persona con un nivel educativo alto tiene 828% más probabilidades de vivir en un hogar con PC.
En otras palabras, frente al celular, la PC resulta ser una herramienta que ayuda a mejorar el capital (cultural, educativo, económico). Sin embargo, no es accesible a los sectores que más lo precisan. Este fenómeno responde a lo que Dodel explicó bajo la metáfora de la pirámide: donde «cuanto más ancha es la base, más se puede construir encima».
Si una persona cuenta con una base muy «ancha», con un buen estatus socioeconómico y buenos atributos individuales, tendrá un mayor acceso a habilidades y usos, que a la vez tendrá un mayor impacto en los resultados de su vida. Por el contrario, cuanto más pequeña la base, es decir, cuantas
más carencias haya, menos potencialidad tendrá la persona acceder a habilidades y usos, y por lo tanto le será más difícil llegar a mejores resultados.
En definitiva, las ventajas y desventajas de las personas se acumulan secuencialmente. En este caso, un nivel bajo de habilidades digitales tendrá impactos en los niveles superiores de la pirámide: un nivel bajo de implicación en actividades digitales disminuye las probabilidades de lograr resultados del uso de Internet
(como encontrar un empleo, buscar información de algún tema, participar en la política, etc).
Este hecho se evidenció especialmente durante la cuarentena, un período en el que la población tuvo que confinarse en sus hogares y teletrabajar en la
medida de lo posible. Desde una perspectiva laboral, educativa, e incluso de entretenimiento, las experiencias de las familias que no contaban con una PC
en casa o con buena conectividad fue radicalmente distinta a la de aquellas que sí contaban con estos elementos. Este contexto, cuenta Dodel, reavivó el
debate acerca de los impactos de las formas en las que se accede a internet, especialmente en la forma en la que esto impacta en tener una ciudadanía más
plena.
De esta forma, el experto remarca que, a pesar de que la masificación del celular esté ayudando a la reducción de la brecha digital, existe una necesidad de continuar trabajando en las políticas de acceso a internet, pues cuestiones como la calidad con la que se accede a la red tienen importantes impactos en los últimos niveles de desigualdad.
(El Observador)