El sector eólico vivió el segundo mejor año de su historia en 2021 a nivel mundial, pero la industria considera que sigue siendo necesario un «importante impulso político» del sector para poder satisfacer los objetivos climáticos globales.
Esas son las dos principales conclusiones del informe anual de Global Wind Energy Council (GWEC), el organismo que agrupa a las empresas del sector, presentado en la ciudad española de Bilbao como previa al congreso Wind Europe, que arrancará el 5 de abril.
Crecimiento insuficiente
Según los datos publicados por GWEC, pese al lastre que supuso la pandemia de COVID-19, la industria eólica aumentó su capacidad en 93,6 giga-watios (GW) el año pasado, lo que supone un crecimiento interanual del 12%. Sin embargo, el organismo lamenta que «este crecimiento debe cua-druplicarse para el final de la década» si el mundo quiere cumplir los objetivos climáticos suscritos por la mayor parte de la comunidad internacional.
«La energía eólica se encuentra en una trayectoria de crecimiento positiva, pero no está creciendo lo suficientemente rápido ni lo suficientemente extendido como para llevar a cabo una transición energética global segura y sostenible», señala el informe.
Con el ritmo actual de instalaciones, los expertos de GWEC prevén que en 2030 dispondremos de menos de dos tercios de la capacidad de energía eólica necesaria para mantener los niveles de calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados —tal y como marcan los Acuerdos de París— y cumplir la ruta hacia la neutralidad de emisiones en 2050, lo que «nos conducirá a incumplir nuestras metas climáticas».
Frenazo de China y EEUU
Mientras que los dos mayores mercados del mundo, China y EEUU, instalaron el año pasado menos capacidad eólica terrestre que en 2020 —30,7 GW y 12,7 GW respectivamente—, otras regiones experimentaron crecimientos récord. Por ejemplo, Europa, América Latina y África y Oriente Medio aumentaron sus instalaciones terrestres en un 19, 27 y 120% respectivamente.
Por su parte, el mercado de la energía eólica marina experimentó en 2021 el mejor año de su historia, con la puesta en marcha de 21,1 GW, lo que representa una capacidad tres veces mayor que el año anterior. China fue el principal responsable de este crecimiento, ya que sus instalaciones marinas representaron el 80% de la nueva capacidad instalada, lo que le permite superar al Reino Unido como el mayor mercado del mundo en cuanto a instalaciones totales.
El informe de GWEC constata que el impacto de la COVID-19 generó una ralentización en la puesta en marcha de nuevos proyectos. Pese a ello, las subastas de 2021 demostraron que el aumento del despliegue eólico sigue siendo una apuesta estratégica para muchos países.
La capacidad licitada en esas subastas aumentó un 153% respecto a 2020, con 88 GW adjudicados en todo el mundo, en su mayoría procedentes de instalaciones terrestres.
La industria pide políticas «proactivas»
El director ejecutivo de GWEC, Ben Backwell, afirmó que el sector eólico «sigue dando pasos adelante», pero advirtió que para alcanzar un nivel de producción suficiente para asegurar la descarbo-nización de la economía y asegurar la seguridad energética «será necesario un nuevo enfoque más proactivo en la elaboración de políticas en todo el mundo».
Entre sus propuestas, el informe de la GWEC pide facilitar la concesión de permisos para la puesta en marcha de proyectos eólicos –lo que la industria califica como «trabas burocráticas»–, fomentar la colaboración publico-privada para «afrontar la nueva geopo-lítica de la cadena de suministro» o la puesta en marcha de «una inversión sin precedentes».
«Los acontecimientos del último año, en el que las economías y los consumidores se han visto expuestos a una extrema volatilidad de los combustibles fósiles y a unos precios elevados en todo el mundo, son un síntoma de una transición energética vacilante y desordenada», opinó Backwell. Añadió que la operación militar de Rusia en Ucrania ha puesto de manifiesto «las implicaciones de la dependencia respecto a las importaciones de combustibles fósiles para la seguridad energética».
Por ello, Backwell concluye el informe del GWEC señalando que «los últimos 12 meses deberían servir como una enorme llamada de atención para que avancemos firmemente y adoptemos sistemas energéticos del siglo XXI basados en las energías renovables»
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