Un relator de la ONU califica de darwinismo social las filosofías que están aplicando muchos Estados, lo que describe como una falla moral de dimensiones épicas. Una de las dramáticas consecuencias de la pandemia
es que puede arrastrar a más de 500 millones de personas a la pobreza.
También denuncia los ataques injustificados a la Organización Mundial de la Salud.
La respuesta de muchos Gobiernos ante la pandemia del COVID-19 ha provocado efectos devastadores en las personas que viven en condiciones de pobreza, afirmó este miércoles el relator especial de las Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos.
«Las medidas de muchos Estados reflejan una filosofía de darwinismo social que da prioridad a los intereses económicos de los más ricos, mientras que apenas se hace nada por los que trabajan duro para proporcionar servicios esenciales o no pueden mantenerse a sí mismos», dijo Philip Alston.
El experto destacó que una de las dramáticas consecuencias de la pandemia es que puede arrastrar a
más de 500 millones de personas adicionales a la pobreza o que, como advierte la Organización Internacional del Trabajo, podrían desaparecer el equivalente a casi 200 millones de empleos a tiempo completo durante
los próximos meses, mientras que los ingresos perdidos podrían ascender a 3,4 billones de dólares este
año.
Recordó que esta crisis afecta desproporcionadamente a los pobres, quienes tienen mayores probabilidades de tener problemas de salud, vivir en viviendas superpobladas, carecen de recursos para permanecer en sus casas durante largos períodos de tiempo y tienen trabajos mal pagados que los obligan a elegir entre arriesgar su salud o perder sus ingresos.
En una falla moral dedimensiones épicas, la mayoría de los Estados están haciendo muy poco
para proteger a los más vulnerables a esta pandemia», dijo Alston quien destacó que «los gobiernos han cerrado países enteros sin hacer ni siquiera un mínimo esfuerzo para asegurar que la gente pueda salir adelante».
Muchas de estas personas están condenadas a vivir al día, sin ahorros, sin reservas de comida y no pueden permanecer confinados en casa, destacó.
Sesenta millones de chinos abandonados a su suerte El relator indicó que, por ejemplo, en China, la cuarentena de 60 millones de personas detuvo el funcionamiento de los servicios sociales, «dejando a los pobres a su suerte».
«Después de obligar a millones de personas a quedarse en casa sin un plan, algunos gobiernos han respondido con violencia gratuita y contraproducente a las personas de bajos ingresos que se ven obligadas a abandonar sus hogares para sobrevivir», afirmó.
Pese a esta realidad, indicó que algunos Estados adoptaron iniciativas importantes como los pagos directos en efectivo, la suspensión de los desahucios y la cobertura de los sueldos de los empleados con permisos, pero
que «en su mayor parte las medidas de apoyo han sido totalmente inadecuadas y se ha descuidado a las poblaciones más vulnerables».
Una situación que Alston considera «cruel, inhumana y contraproducente» ya que no les deja otra alternativa que continuar trabajando en condiciones inseguras, con el consiguiente riesgo para la salud de todas las personas.
La exclusión social en Estados Unidos A la vez, consideró que el paquete de medidas de emergencia que adoptó el Gobierno de los Estados Unidos, un país evaluado por el relator en un informe presentado al Consejo de Derechos Humanos en 2018, sirvió para extender temporalmente los programas de desempleo, pero excluyó a los trabajadores indocumentados y los que trabajan en sectores no regulados que pagan impuestos.
Detenidos, desigualdades entre países Alston también recordó que muchos países continúan deteniendo a
personas vulnerables en centros de detención hacinados y sin los cuidados sanitarios necesarios, pese a contar con alternativas. «Para algunos, esto será una sentencia de muerte», indicó.
Señaló también las grandes desigualdades entre países al indicar que mientras que en algunos se aplana la curva
de contagios, el coronavirus está a punto de causar estragos en los países más pobres.
Por ello, los «Estados ricos deberían apoyar a los Gobiernos que lo necesitan, suspender o cancelar la deuda externa y dejar de monopolizar los equipos médicos y las pruebas de coronavirus», dijo Alston.
Ataques injustificados a la Organización Mundial de la Salud Al mismo tiempo consideró que los ataques que está recibiendo últimamente la Organización Mundial de la Salud son «tan injustificados como desmesurados», y «completamente autodestructivos». «Esta pandemia ha expuesto la quiebra de los sistemas de asistencia
social en muchos países», dijo.
Mientras que algunos Gobiernos han adoptado medidas de largo recorrido que antes se descartaban como poco realistas, la mayoría de los programas han sido medidas a corto plazo y de emergencia que solo sirven para ganar tiempo en lugar de abordar los inmensos desafíos que continuarán en el futuro, según el relator.
«Ahora es el momento de realizar profundas reformas estructurales que protejan a las poblaciones en su conjunto y aumenten la resistencia ante un futuro incierto», añadió.