Hay numerosa literatura sobre la relación, desde su creación hace unos mil quinientos años, del juego del ajedrez con las tres grandes religiones judía, musulmana y cristiana. En esta ocasión y descartando a los religiosos críticos con su práctica, se hace un recorrido por esos santos y religiosos
católicos, unos conocidos y otros menos, que defendieron su práctica y cuyo nombre permanece vinculado a los 64 escaques.
La lista la debe encabezar la Patrona española del ajedrez, Santa Teresa de Jesús o de Ávila (1515-1582) de la que el pasado año se cumplió el medio
siglo desde su nombramiento por el Vaticano como doctora de la Iglesia. Un reciente Congreso ha recordado en Ávila este hecho participando incluso el propio
papa Francisco.
Ya hemos escrito de su relación en varias ocasiones, sobre todo a raíz del 75 aniversario de su declaración de mutuo acuerdo, por la Iglesia española y la
Federación Española de Ajedrez (FEDA) como Patrona de los ajedrecistas en España.
Todo apunta a que jugaba al ajedrez aunque no se conserva ninguna partida que hubiera disputado. En la serie de Televisión Española de 1984 sobre la santa, interpretada por Concha Velasco, hay una escena donde aparece ante un tablero.
Pero ya antes, en España hay que citar al primer santo relacionado con el noble juego, el llamado monje ermitaño, obispo de Astorga, San Genadio (865-936)
cuyo nombre enlaza con unas históricas piezas de marfil descubiertas en Peñalba de Santiago. Serían cinco piezas mozárabes.
Lo mismo pasa con San Rosendo (907-977) quien da nombre a las ocho piezas de cristal de roca que se conservan en la catedral de Ourense donde lucen desde 1958.
En lo que hace referencia a los papas, el papa Nicolas II (990 ó 995-1061) y el cardenal Hildebrando, futuro papa Gregorio séptimo (1015-1085) discutieron sobre ajedrez, indicando que los dados aparecen en los evangelios (cuando los romanos se juegan la túnica de Jesucristo), el entonces obispo dijo que
eran juegos diferentes elogiando el de los 64 escaques.
El papa Inocencio tercero (1161-1216) fue acusado de haber escrito una moral de Ajedrez.
Al parecer dijo en una ocasión que, si algún hombre jugaba al ajedrez y peleaba en consecuencia y mataba a su oponente, no sería homicidio. Precisamente, el
escritor franciscano Juan de Gales le escribe defendiendo el ajedrez.
En ‘La moralidad del tablero de ajedrez’ cita como al final del juego, las piezas se colocan en una bolsa de la que se sacaron y así no se sabe cual está arriba
o abajo, no hay diferencia entre el rey que puede terminar abajo y el peón que aparece en la parte superior. Así, hace un paralelismo con la parábola de San Mateo, 20, 1-16, los últimos serán los primeros.
Giovanni de Medici (1475- 1521), el que fuera futuro papa desde 1513, León décimo, era un verdadero aficionado y fue quien permitió definitivamente el
juego del ajedrez en el ámbito eclesiástico tras anteriores prohibiciones. Entre otros jugaba con una mujer, la marquesa de Mantua, Isabel d’ Este (1464-
1539).
En Italia, un grupo de religiosos y seglares le preguntó al cardenal, arzobispo de Milán, Carlos Borromeo (1538- 1584): Eminencia, si le dijeran
que va a morir, ¿qué haría? Respondió: «Terminaría esta partida de ajedrez, la empecé para la Gloria de Dios y debería terminarla con la misma intención».
En 1549, el papa Pablo III (1468-1549) jugó al ajedrez con Paolo Boi (1528-1598), quien era uno de los jugadores más fuertes del mundo. El Papa ofreció a Boi hacerlo cardenal por sus actividades de ajedrez, pero él se negó. Más tarde, lo intentó de nuevo el papa Pío quinto (1504-1572), que le tenía aprecio, ofreciéndole ser sacerdote, pero él se negó.
Boi es conocido por la leyenda que cuenta que jugó una partida, datada en 1571 en Venecia, contra el Diablo disfrazado de mujer.
Giacomo Boncompagni (1548-1612), duque de Sora, hijo ilegítimo del papa Gregorio trece (1502-1585), fue un mecenas del ajedrez italiano. Su padre lo
nombró jefe del ejército papal.
Cuando su padre, el Papa, murió, Boncompagni fue el hombre más poderoso en el centro de Italia. Contaba con una variada biblioteca con libros de ajedrez
y auspició uno, escrito por el médico Girolamo Cardano (1501-1576) que nunca ha sido encontrado.
Otro nombre vinculado fue el actual patrón de los periodistas, San Francisco de Sales (1567- 1622), quien lo definió como «juego legítimo» y que sirve «a
la mente» donde solo se debe evitar los excesos que considera en jugar partidas largas, de más de cinco o seis horas, ya que se acaba exhausto y cansado de
espíritu, según refleja en el capítulo ‘Pasatiempos y recreaciones’ de su libro ‘Introducción a la vida devota’ de 1608.
Precisamente, al año siguiente, 1609, se deroga la condena del ajedrez por parte del papa Pablo V (1550-1621). Desde entonces, varios de los máximos
responsables del Vaticano se apasionaron con los 64 escaques, entre los más recientes, León trece (1810-1903), el efímero Juan Pablo I (1912-1978)
y Juan Pablo II (1920-2005), este último fue nombrado por la federación internacional, FIDE, en 1999, ‘Gran Comandante de la legión de grandes maestros’.
En Inglaterra, el arzobispo de Canterbury Thomas Becket (1118-1170) quien jugaba con el rey Enrique II (1133-1189).
La película muda ‘Becket’, dirigida en 1910 por Charles Kent (1852-1923) comienza con una escena en que ambos aparecen jugando al ajedrez, gana Becket lo que provoca al rey, que conoce entonces con la llegada de un mensajero el fallecimiento del arzobispo de Canterbury, Teobaldo de Bec (1090-1161) y fruto de ese enojo por la pérdida de la partida es cuando nombra a su amigo y confidente, como sustituto del fallecido.
También en la película Becket (1964), protagonizada por Richard Burton (1925-1984) y Peter O’Toole (1932-2013), hay una escena en la que el rey
francés, Luis séptimo (1120- 1180) se encuentra jugando una partida y el propio Becket alude al juego considerándose «un peón» de la voluntad de Dios.
Posteriormente, el arzobispo y cardenal Thomas Wolsey (1471-1530) fue un ávido jugador de ajedrez. Fue capellán del rey Enrique octavo (1509- 1547) del que perdió su favor al no conseguir su anulación con su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536).
Por ultimo, no hay que olvidar la importancia del alfil, que ya desde la Edad Media fue representada por un Obispo, como se pudo comprobar y ayudó a
datar el histórico ajedrez de Lewis. Así, lucían unas mitras altas, cuyas características aparecieron en la Iglesia a partir del año 1150, dato por el cual los estudiosos los datan en el siglo doce, entre 1150 y 1200.
Es curioso recordar que hoy en día sigue siendo la denominación de la pieza en Noruega, Biskop e Islandia, Biskup, que son los lugares que se barajan
como origen de los trebejos, aunque el término también se conserva en Inglaterra, Bishop, así como en Portugal y Galicia, Bispo.
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