En Navidad, año a año sobreviene a nosotros «la buena noticia de Jesús» que nos recuerda que, desde su nacimiento en el pesebre de Belén, está presente siempre entre nosotros.
Nos alegra ante Su presencia redescubrir en la fragilidad del niño al Dios con nosotros.
Atraviesa desde entonces esa historia que le pertenece y que nos participa e invita a construir con Él.
De alguna forma es experiencia de vida lo que nos dice el Profeta Isaías:
«El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una Luz».
La luz de la Fe nos acompaña y nos ayuda a discernir los signos de los tiempos y las realidades temporales en las que estamos inmersos.
La luz de la Fe nos invita a la renovación en la vida, en los sentimientos, en las actitudes.
En este año en que un sin fin de situaciones nos ha puesto ante el límite de la salud y la vida como humanidad, no ha faltado esa luz que nos invita a
caminar y nos ilumina el camino.
Hemos sorteado innumerables dificultades y necesarias han sido las reubicaciones para ante las adversidades continuar el camino con la certeza
del que nacido en Belén y Resucitado desde el Gólgota de Jerusalén está con nosotros.
Nos mueve la certeza de su cercanía y acompañamiento en el camino de la vida, renueva, e inspira, hace surgir los más noble del sentimiento humano
como fruto del sembrarse en le corazón de la humanidad que se transforma en fruto abundante de Gracia expresada en la Caridad, en el cuidado
de uno mismo como del prójimo; suscitando el alto valor de la fraternidad y hermandad universal basado en la Caridad de Cristo que se expresa a través de las relaciones humanas y de expresiones de pertenecía a una única familia humana.
En esta Navidad renovemos la Fe del Misterio que celebramos: «y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros».
Hacia Él convergen nuestras miradas, se encaminan nuestros pasos, para admirar el acontecimiento tan extraordinario que sólo por su propia humildad
pudo ser contenido en la humanidad, en la creación.
Se hace pequeñez humana para que el hombre pueda aproximarse a Él, contemplar su gloria en el despojo, en lo absurdo. «y nosotros hemos visto su
gloria», no menor privilegio tuvieron aquellos y nosotros que lo celebramos.
Gloria que nos envuelve con Su Luz y nos hace partícipes de ella.
Gloria anunciaron los ángeles, Gloria que disfrutaron los pastores, Gloria que se hizo atrayente para los Magos de Oriente.
Esa misma Gloria que por los ojos de la Fe descubrimos y ¨hoy hemos visto cosas maravillosas¨ nos invita a seguir construyendo este mundo desde
una comunidad eclesial que se haga testimonio de la presencia de Jesús en su seno. La Iglesia es de Jesucristo, y nosotros, sus miembros estamos llamados a anunciarlo como Misión primera y con premura, sabiéndonos por Él enviados.
Hoy junto a Maria que lo presenta en el portal de Belén, lo queremos presentar también nosotros, aquí en la Diócesis de Tacuarembó – Rivera, ser Él
el presentado, aquel a quien primero ven, aquel que sostenemos en nuestras manos, en nuestras palabras, aquel que está por delante nuestro para ser luz
en nuestra tierra, en nuestras vidas, para nuestros hermanos, en nuestros hermanos.
Con los deseos de una celebración de la Navidad según su contenido y nuevo año 2021 y en el contexto de esta hora que vivimos, los saludo fraternalmente y con mi bendición. ¡FELIZ NAVIDAD!!!
+Pedro Wolcan Olano Obispo de Tacuarembó