Hoy me quiero referir a la situación de pandemia mundial de la cual, por supuesto, nuestro país no está ajeno.
Cuando todo comenzó, cuando comenzamos a oír sobre la pandemia y sobre los estragos que estaba causando a nivel global, muchos nos preguntábamos qué sucedería cuando inexorablemente llegara al Uruguay. ¿Estaremos preparados para hacer frente a algo así? ¿Quién no se lo preguntó? Han pasado exactamente dos meses desde aquel 13 de marzo, cuando recién asumido el gobierno tuvo que declarar la emergencia sanitaria tras la aparición de los primeros cuatro casos de COVID19. Un gobierno que recién desembarcaba, un escenario por demás desafiante, el sólo hecho de asumir la conducción del país, imagen cuanto
más, timonear el barco en medio de esta tormenta que se desató sin aviso previo.
Hoy debo decir que en lo personal, me siento profundamente orgullosa, pero eso es un sentimiento, por lo tanto es muy subjetivo. Dicho esto, debo decir además que este gobierno viene demostrando con creces que no solo estaba preparado para gobernar, sino que además, estaba preparado para hacer frente a una crisis sin precedentes casi en la historia del país.
Tenemos a un presidente involucrado, comprometido. Tenemos un cuerpo de Ministros que no deja lugar a la más mínima duda del nivel de profesionalismo, de trabajo en equipo.
Desde las medidas económicas que se asumieron de manera temprana, para hacer de los efectos adversos, lo más liviano posible para aquellos trabajadores que sólo cuentan con lo que generan día a día, hasta las medidas sanitarias, las cuales también se tomaron a tiempo y fueron más allá de lo indicado por la Organización Mundial de la Salud, todo, absolutamente todo lo actuado por el gobierno es irreprochable. Tanto es así, que la oposición política no ha conseguido poner palos en la rueda y no porque no hayan querido, sino porque no hay hendijas en la gestión.
Muchos han hablado de la mala suerte del presidente y lo han comparado con Jorge Batlle, cuanto tuvo que enfrentar durante su gobierno el brote de la fiebre aftosa, la crisis del 2002 y el feriado bancario. Y está bien que se los compare. ¿Será que en verdad Dios le Palabras de la señora edil Dorys Silva (PN) Palabras del señor edil Gustavo Amarillo (PN) da las batallas más difíciles a sus mejores guerreros? De la crisis del 2002, Uruguay salió fortalecido, es que tenía
un presidente a la altura de las circunstancias. Estoy convencida que de estas crisis, que es una crisis sanitaria pero que genera un efecto dominó sobre la economía y la vida del país, también el Uruguay saldrá fortalecido, porque esta vez, también hay un Presidente a la altura.
Todas las monedas tiene dos caras y esta crisis no es la excepción. Por un lado, vemos un gobierno activo y proactivo, preocupado y ocupado. Por otro lado, esta crisis sanitaria desnudó rápidamente la situación de un país que estaba muy lejos de ser un país de primera.
Por supuesto que lo primero que preocupa y ocupa, es la salud de todos los uruguayos y el presidente Lacalle ha sido muy claro, la perilla sanitaria será la que controle el resto de las perillas que encenderán nuevamente los motores de la economía.
Pero no se puede pasar por alto la situación en la que este gobierno encontró al Uruguay. Nos encontramos con la friolera de 400.000 trabajadores informales o en negro, como quieran llamarle, claramente ese número no se generó a partir del 1 de marzo de 2020.
En este país de primera, había mucha más pobreza de la que se confesaba, en este país de primera no se estaban cuidando a nuestros ancianos, que residían en hogares sin habilitación y con condiciones denigrantes.
Y podría seguir, hay mucho más para decir, pero me interesa el día de hoy fundamentalmente, reiterar mi orgullo y redoblar mi compromiso con el Partido Nacional primero y con el gobierno de coalición después, porque realmente están probando con creces y en la cancha, que estaban preparados. ¡Hechos, no palabras!