¿ Cuántas veces buena parte de Europa se ha levantado en armas, obligando al mundo a polarizarse, (cuándo no), y participar para sus ambiciones? Causas iniciadas o derivadas de magnicidios, holocaustos y demás. Asombrando la capacidad destructiva que consienten las tecnologías nacientes, haciendo palidecer a la humanidad.
Hay que pensar un poco…
Analizado el hecho de que, concluidos los enfrentamientos, esos países- más bien sus habitantes y sus clases dirigentes-, se afanan para renacer desde los escombros, y lo hacen. El hecho común es que «triunfadores» como «perdedores» se levantaron de la nada.
De sus cunas arrasadas renacen y obtienen prosperidad. Hechos consumados en escasas decenas de años, no centenas. Esta capacidad está originada en el ímpetu de esos pueblos, sumado el talento para reconvertirse de guerreros en labradores de sus nuevos destinos. Con el ingrediente de una clara visión de futuro, que, con empeño logran, volviendo a destacarse y situarse a la vanguardia del mundo.
Para ese fin, se unen y trabajan, expresión de una cultura ancestral, iniciada en el trabajo, lo cual saben hacer. Coexistiendo mentes pensantes y comienzos básicos, para la ardua tarea a emprender. Mientras que aquí, en Uruguay, nunca hubo cataclismos de esas magnitudes. La tierra es generosa, permite tomar de ella sus frutos, lo cual en otras regiones no es así.
Vinieron los colonizadores, conocedores del trabajo en sus tierras agrestes y lograron ir adelante.
Con el transcurso del tiempo, lo que no se logró, fue esa fe en el trabajo ni en el progreso, sintetizado en la expresión de la visión de un francés, a inicios del siglo XX, «lo que aquí se perdió, es el músculo».
Entre nosotros es evidente que lo perdido es la fe y el impulso del trabajo. Descansando en el Estado, se perdió la gimnasia de trabajar, de espaldas a quienes mantienen el sistema que les da de comer.
Si hubiese unión en lugar de división y ganas de trabajar, con un presente que cuenta con mentes pensantes y no hay que salir a buscarlas, el derrotero se conoce. Por lo tanto, en lugar de desunir y solo pedir, juntarse, ya que llegó la hora de «hacer músculo» para trabajar, sabiendo que hay futuro, si se busca y ejecuta.
Dr. Carlos Sarroca Solé