Esta enfermedad que atacó al mundo, nos ha dejado a todos más solos, más aislados y más necesitados de reencuentros. Yo por razones de fuerza mayor, soy
hija única desde hace 40 años. Mis padres murieron también solos, más solos.
No voy a discutir con nadie, me desgarra, no tengo más ganas, ni me ayudó a nada en todos estos años. No sé nada de mi hermano desde hace 40 años. Hace poco se cumplió un nuevo aniversario y pocos días después tendría que haber cumplido años. Era tres años más chico que yo.
Seguí toda la discusión en el senado. No sé nada de leyes ni de política y la verdad no me interesa. Pero fue una página más de este interminable libro que vengo leyendo desde hace tanto tiempo. Otra página triste. Me interesaba saber si un ciudadano, sea senador, general o una persona común podía aportar algo más ante un juez, o un fiscal sobre un caminito, una pista, algo más para encontrar los restos de mi hermano.
Yo sé que muchos de ustedes estarán cansados de hablar de este tema, pero les pido que me presten un poco de atención, que compartan unos minutos conmigo, que me acompañen.
Además de la ausencia permanente, de los objetos, las fotos, los rincones que están cargados de recuerdos, están esas fechas horribles. Los cumpleaños, las fiestas de fin de año, incluso mi propio cumpleaños, donde siempre hay una ausencia que todos tratamos con cuidado, con delicadeza, pero es una parte inolvidable de mi vida. Cualquier lucecita, cualquier esperanza es a la vez una puertita que se abre y luego un portazo en las narices. Y el miércoles pasado creo que me dieron el último portazo. Porque yo me aferro a todas las posibilidades. Sé que no hay ninguna posibilidad de que esté vivo, hace mucho que lo sé,
pero encontrar el final de su vida, de su historia y sus restos es muy importante.
Voy a decir una cosa muy dura, incluso perdí el rencor, la bronca. Es tanta la soledad, la desesperación que ni siquiera lo que me importa ahora es que los culpables paguen sus culpas. Quiero saber algo, lo mínimo, pero lo fundamental.
Yo sé que los políticos, los militares, los abogados, los jueces van a decir que de las declaraciones de un comandante en jefe del Ejército que en aquellos años debía tener la edad de mi hermano y era un joven oficial, casi seguro que no se avanzará en el reencuentro con mi hermano. Pero es una esperanza. Alguien en algún momento, en especial si no tuvo directa relación con los hechos, se le puede abrir el corazón y entenderme a mí y a todos los que buscamos lo mismo.
Porque aunque parezca mentira cuando aparece otro ser humano desaparecido, todos nos curamos un poquito, algo pequeño pero importante de nuestro dolor y de nuestra soledad y pensamos que todavía hay esperanzas.
Hoy estoy más sola, más triste y sin esperanzas y quiero compartir esa sensación y esta realidad con ustedes.
Una hermana, una madre y una uruguaya que busca hace 40 años.
(de Uypress)