El Carnaval de febrero, en abril. La pandemia del covid-19 obligó a aplazar los tradicionales desfiles de las escuelas de samba de Río de Janeiro, que tras más de dos años de sequía están listas para pisar el Sambódromo con más ganas que nunca.
Joan Royo Gual
Uno de los desfiles, el de la escuela de samba Viradouro, tratará de la pandemia de la «gripe española» de 1918 y de la explosión de alegría que supuso el Carnaval de febrero de 1919.
«El Carnaval después de la pandemia de la gripe española fue considerado el mayor de todos los tiempos. Además del factor psicológico también fue un marco de recuperación económica, y un pilar para que el Carnaval de Río fuera considerado el mayor espectáculo de la Tierra», explica, en diálogo con la Agencia Sputnik, Tarcísio Zanon, quien junto con Marcus Ferreira integra el tándem de jóvenes «carnavalescos» (directores artísticos) de la escuela de samba Viradouro.
En el libro «Metrópole à beira mar», el cronista Ruy Castro explica con detalle lo que supuso la pandemia de la gripe española para la ciudad, la más afectada de Brasil sobre todo por su condición portuaria.
Barcos procedentes de Italia trajeron el misterioso virus, que contagió a más de la mitad de la población de la ciudad (600.000 personas) y dejó más de 15.000 muertos en pocos meses. La devastación fue total: los cadáveres se amontonaban en las calles a la espera de que los camiones pasaran a recogerlos. Los sepultureros caían como moscas y los hombres sanos eran forzados a abrir fosas comunes a destajo. Nadie sabía muy bien qué hacer, pero de repente, a finales de octubre de 1918, la pandemia empezó a amainar.
«Pocas semanas antes, estábamos a milímetros de la muerte. Ahora ya eran vísperas de 1919. Quien sobrevivió no se perdería por nada ese Carnaval», dice Castro en su libro. Ese clima de expectación y ganas de celebrar la vida encuentra mil paralelismos en el clima que vive el Río de Janeiro de hoy, que aún se sacude los dolores del covid-19.
En febrero, las escuelas de samba no pudieron desfilar, pero decenas de comparsas «clandestinas» salieron igualmente a la calle sin esperar la luz verde de las autoridades. En los próximos días volverán a hacerlo. La ciudad vivirá dos carnavales con escasos meses de diferencia.
UN VIAJE EN EL TIEMPO
El desfile de Viradouro promete arrancar lágrimas a los más de 70.000 espectadores que llenarán las gradas del Sambódromo: «Será un viaje en el tiempo. La conexión con la actualidad será a través de los sentimientos», dice Zanon, que está seguro de que todo el mundo se sentirá identificado con lo que la ciudad vivió hace 113 años, porque la sensación es muy parecida y reciente. Esperan así revalidar el título de campeones de 2020, la primera conquista de la escuela tras 23 años.
Este año, las carrozas y disfraces que Zanon y Ferreira han diseñado para Viradouro rescatarán la estética de los antiguos carnavales, del Río de la «Belle Époque» que soñaba con ser la «París de los Trópicos», las épicas fiestas de celebración post-pandémica… pero también los homenajes que se hicieron a los médicos y enfermeras que en aquel entonces también estuvieron en la línea de frente, como la Cruz Roja.
También habrá espacio para la crítica irreverente. «Estarán las cloroquinas de la época», adelanta el carnavalero, en referencia al medicamento que el presidente Jair Bolsonaro se empeñó en defender durante meses a pesar de su ineficacia contra el covid-19.
En 1918 las «fake news» también hacían de las suyas, y de hecho el origen de la famosa caipirinha está ahí. Esta bebida a base de cachaça se vendió como un remedio infalible para los campesinos que enfermaban de la temida «es-panhola».
El nombre de la enfermedad también es un engaño. De española no tenía nada. Se llamó así porque la prensa española fue la primera en noticiar los casos. Los paralelismos con la actualidad también entran en terreno bélico. En aquel momento, Brasil y el mundo se reponían del dolor que provocó la Primera Guerra Mundial.
UNA CARTA DE AMOR AL CARNAVAL
El desfile también explicará al público que en el Carnaval de ese año la samba empezó a convertirse en el género musical protagonista de la fiesta, y que allí se originaron muchos de los elementos icónicos del Carnaval de hoy. El famoso Cordão do Bola Preta, una comparsa que cada año arrastra a más de un millón de personas por el centro de Río, desfiló por primera vez en 1919.
La escuela, integrada por más de 3.000 componentes y una «batería» de cientos de percusionistas, contará todo esto al ritmo del «samba-enredo», la canción compuesta ex profeso para el desfile cuya letra simula una carta de amor del Pierrot a la Colombina, dos personajes clásicos del carnaval más tradicional. Aquí, el Pierrot es una metáfora del cario-ca entristecido por la pandemia que no puede dejar de pensar en el Carnaval, personificado por la Colombina.
«En Carnaval tienes un momento de respiro sobre todos los dramas que vive el mundo. Ese momento en que pisas ese suelo (del Sambódromo) no tienes problemas, eres otro, incorporas el disfraz. Por eso es tan esperado. Para muchos ca-riocas es el momento de pasar página, cuando empieza el año de verdad», cuenta Zanon emocionado.
Y es que en Río es muy común decir eso de que «el año sólo empieza en marzo» (después del Carnaval). Este año «empezará» en mayo, prácticamente. Todo sea por la fiesta más esperada de los últimos tiempos. (Sputnik)