MADRID (Europa Press) – Un nuevo instrumento único, junto con un potente telescopio y un poco de ayuda de la naturaleza, ha permitido asomarse a las guarderías galácticas en el corazón del joven universo.
Actualmente, los astrofísicos utilizan los cuásares -agujeros negros supermasivos que emiten luz- como «luz de fondo» para detectar las nubes, y aunque este método permite a los investigadores localizarlos, la luz de los cuásares sólo actúa como pequeños pinchos a través de una nube masiva, lo que dificulta los esfuerzos para medir su tamaño y masa totales.
«Las galaxias con lente gravitacional aparecen estiradas y brillantes, lo cual se debe a que hay una estructura gravitacional masiva delante de la galaxia que dobla la luz que proviene de ella mientras viaja hacia nosotros.
Así que acabamos viendo una versión ampliada del objeto: es como si usáramos un telescopio cósmico que aumenta los objetos y nos da una mejor visualización», añaden los científicos.
Asimismo los científicos sostienen que, «la ventaja de esto es doble: Una, el objeto de fondo se extiende por el cielo y es brillante, por lo que es fácil tomar lecturas del espectro en diferentes partes del objeto.
En segundo lugar, como las lentes extienden el objeto, se pueden explorar escalas muy pequeñas. Por ejemplo, si el objeto tiene un año luz de diámetro, podemos estudiar trozos pequeños con muy alta fidelidad». Las lecturas del espectro permiten a los astrofísicos «ver» elementos del espacio profundo que no son visibles a simple vista, como los agujeros negros gaseosos difusos y las posibles galaxias que contienen.
Con esta nueva tecnología disponible, los astrofísicos van a poder profundizar en el hecho de cómo se formaron las estrellas en el universo primitivo.