COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
I.- VIVIR SERIAMENTE POR DENTRO
La vida se posee tan solo ofreciéndola, entregando el espíritu al que demanda amor, sirviendo mareas de aire al que se ahoga, asegurando una mano tendida, extendiéndola siempre a todos, procurando agua al que se muere de sed, dando sol al que tirita, pues no hay mayor arte que formar parte de la infusión celeste.
Sacrifiquemos nuestras manos, hechas para cimentar caminos, abrámonos a los horizontes compartidos y cerremos espacios viciados, estos son los que nos muelen volviéndonos piedras, sabiendo que sin pulso no hay néctar que ofrecer a los demás, que son los que nos ríen y los que nos riegan de entusiasmo.
Aquel que nada ofrenda en su andar es un corazón fenecido, ha de ponerse en disposición de levantarse al romper el alba, debe de salir al ruedo existencial a cultivar su propio jardín, y antes de que le sorprenda la noche, con su vestido de sueño, debió regalar al mundo algo de bien, para otorgarse algo de paz.
II.- VIVIR SENCILLAMENTE POR FUERA
En la sencillez de la naturaleza se vierten los más níveos cantos, se derraman los perfumes más puros de un desvivirse por vivir, y las fragancias más sublimes, aquellas que nos renacen la voz, para poder conectarnos entre nosotros y adherirnos al Creador, que es el que tiene la gracia del verso como sentido de universo.
Estamos en el mundo para encontrarnos con los demás y vivir, para crear comunión de latidos y comunidad de pulsos unidos, para reunirnos corazón a corazón e interrelacionarnos entre sí, para juntarnos con el hermano que habita en el poema viviente, pues todo ser vivo, vive en la poesía de Dios, que no tiene muros.
Jamás nos tapiemos unos a otros con la hipocresía, descubramos el cubre engaño con la claridad de la franqueza, quitémonos ahora las pompas frívolas, pues más vale un instante de luz desprendida que mil años de simulación; con la doblez del yo, nada se reconcilia, al no tejer la verdad con la bondad, ni destejer la ficción con el albor.
III.- REALIZAR ARQUEO DE LO HALLADO
Hacer arqueo de lo hallado es un modo de avanzar en el vivir, es una manera de cohabitar en las vivencias del ser y del obrar, porque si ser es estar, estemos con la decencia de uno mismo, y dejemos a los habladores que hablen como les venga en gana, pues no hay cotilleo que dure más de un día en el mar del olvido. Nos conviene navegar en el sueño del desvelo y despertar siempre, con el ánimo de haber subsistido en el tiempo a pesar de las cruces, con el valor de vivir con los enemigos hasta volverlos amigos, que la amistad lo es todo a partir del vínculo de la consideración por alguien, hasta la familiaridad, desde ese otro yo que se hace tú.
Tras haber dejado morar el buen vivir de la fuente que soy, el río agranda su cauce de experiencias y achica los espacios sin nada, cohabita y coexiste sin molestar, nutriéndose de las esencias, robusteciéndose de abecedarios naturales bajo el badén del sol albergando conciertos astrales, adyacentes al espejo de la luna.
Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor