Gardel graba en Columbia
La «Casa Tagini», representante de la empresa fonográfica «Columbia Récords» en Buenos Aires, con estudios en la Avenida de mayo 601 al 611, y con local de venta de aparatos reproductores, cilindros y discos, contrata a Carlos Gardel con exclusividad por cinco años. El contrato es firmado el 2 de abril de 1912, con el compromiso de registrar 15 temas, de los cuales uno quedó sin editar.
El contrato mencionaba de esta manera al cantor: «Carlos Gardel, de profesión actor nacional, escritor de versos y prosa, improvisador de música popular (con residencia en Buenos Aires)».
No se determina un domicilio y ello estaría indicando que el cantor no vivía con Berta Gardes. En efecto, Gardel por esta época dormía en casa de sus amigos y compinches de aventuras. Los más habituales eran dos: Benito Bianquet, el que fuera luego famoso bailarín de tangos a quien su madre, desde muy niño, le puso por apodo «El Cachafaz», vocablo de origen italiano que se aplicaba a las personas pícaras, traviesas y desenfadadas; el segundo compañero de aventuras, por esa época, era conocido como «El Flaco», que en realidad se llamaba Alfredo Carozzi y del que no se tienen demasiadas noticias.
Volviendo a las grabaciones realizadas en el sello Columbia resulta interesante destacar el simple hecho de que, si durante los cinco años establecidos en el contrato no hubo otro convenio con la misma empresa, anulando o reformando el contrato anterior para grabar más discos, es porque en realidad aquellas grabaciones no tuvieron el éxito esperado, muy por el contrario, nos habla bien a las claras del fracaso comercial que tuvieron.
Lo más probable es que los mencionados discos no despertaron el interés del público debido a la notable pobreza en el acompañamiento musical, pues Gardel no dominaba la guitarra lo suficiente como para estar a la altura de su arte y la guitarra era algo tan importante por aquellos años que no era tolerable que un «cantor nativo» (como se llamaba por entonces a los folcloristas) tuviera un acompañamiento tan pobre.
Estas placas discográficas aparecieron a la venta en Buenos Aires, recién durante el mes de marzo de 1913, según lo anunciaba la popular revista Fray Mocho en la edición correspondiente al mencionado mes.
Resulta en extremo curioso que en aquel anuncio apareciera Carlos Gardel (con su fotografía), que recién se iniciaba, al lado de artistas veteranos como Arturo Mathon y José Betinotti.
Gardel estilista
Por esta época inicial, Carlos Gardel expresa su arte desde una forma muy particular, aunque muy propia del Río de la Plata: el estilismo. Esto consistía en una improvisación melódica destinada a cantar versos memorizados.
Es importante tener claro que un estilista interpretaba versos escritos por un poeta popular o por el mismo estilista. La música en cambio, dependía pura y exclusivamente del cantor; incluso cada poema podía llegar a tener infinidad de melodías, todas improvisadas en el mismo momento en que el artista se disponía a cantar.
Se decía entonces que cada intérprete tenía su propio estilo para cantar una obra determinada. De ahí que en el contrato firmado con Tagini, Gardel no dice ser cantor, sino que es «improvisador de música popular».
Hasta entonces, el canto consistía en improvisar versos sobre una melodía fija o con muy pocas variantes como lo eran la cifra (usada hasta alrededor del año 1870) y la milonga, que desplazó a la cifra en el arte de payar.
Pero desde 1890 en adelante, poco a poco las jóvenes generaciones iban imponiendo lo contrario; y así, el canto fue durante algún tiempo una improvisación melódica cuyas formas dependía de la capacidad y del sentido estético de cada artista para improvisar la melodía del canto.
Los llamados, en esa época que estamos transitando, estilistas, no deben ser confundidos con los «estilistas» que vinieron después de 1915 aproximadamente dedicados a cantar estilos con música compuesta y estudiada de antemano.
Los primeros estilos, si bien eran entonados con melodías simples (muchas veces monótonas) no dejaban de tener una interpretación seria y profunda por parte del cantor.
1- EL TIRADOR PLATEADO
El primer tema que Gardel lleva al disco corresponde a unas décimas que pertenecen a Juan «Torora», seudónimo de Juan Escayola (primo de Carlos Gardel), destacado cultor nativo y uno de los primeros cantores que aparecieron en Uruguay en momentos en que la payada estaba aún en su pleno apogeo. Si bien la letra del poema es de Oscar Orozco, Torora Escayola agrega unas décimas que son éstas las que Gardel utiliza para grabar.
Cabe acotar que es sumamente sugestivo que el primer tema grabado por el artista sea precisamente de autoría de un Escayola.
2- YO SE HACER
La segunda obra que Carlos Gardel lleva al disco corresponde a unas décimas de Andrés Cepeda tituladas «Hernández». Cuando Carlos Gardel decide grabarlas y les pone música de cifra, registra la obra bajo el título «Yo sé hacer».
Este poema, al igual que su autor, merece un detenido estudio para comprender el real significado del mismo y la singular vida que llevó su creador.
La música de «Yo sé hacer», algunos años más tarde, Carlos Gardel la usará para interpretar la cifra «El pangaré».
Andrés Cepeda nació en Coronel Brandsen el 18 de mayo de 1869 y desde muy joven, aún adolescente, se instaló en las orillas de Buenos Aires (como solían hacer muchos paisanos).
Tras delinquir en varias oportunidades, comenzó a ser perseguido por la policía, pasando la mayor parte de su vida prófugo o preso en la «Penitenciaría Nacional» donde escribió la mayoría de sus versos que los estilistas de la época popularizaron por los arrabales y barrios porteños apartados.
De este autor, que en las últimas décadas del siglo XIX comenzó a ser conocido como «El poeta carcelario» o, también, como «El loco Cepeda», Gardel grabó siete obras:
1- Yo sé hacer (cifra)
2- Es en vano (canción)
3- La mariposa (décima)
4- Pobre madre (décima)
5- El almohadón (décima)
6- Un bailongo (milonga)
7- El poncho del olvido (décima)
A raíz de su actividad delictiva, Cepeda usó varios nombres durante su corta vida. En el hampa porteña y en los sumarios policiales aparece mencionado también como Andrés Romero o Manuel González.
En 1906, tratando de aliviar su situación, Cepeda le escribe al Jefe de Policía de Buenos Aires la siguiente carta:
«Sr. Jefe de Policía de la Capital, Coronel Ramón Falcón. Presente.
Respetable Sr: Con el respeto que su distinguida persona merece, el que suscribe se permite molestar la atención de Vuestra Señoría con estas líneas, las cuales persiguen el sólo fin de manifestar a Vuestra Señoría lo siguiente:
Sr. Jefe, cuatro años y meses hace que, debido a una disposición policial, recorro las comisarías del Municipio a los efectos del reconocimiento y como comprendo que ya no queda un solo agente ni empleado que no esté cansado de verme en todos los calabozos, vengo humildemente a manifestárselo a Vuestra Señoría abrigando la esperanza de que tomará en consideración lo conocido que soy y se apiadará de mí pues, como digo, durante el tiempo que menciono, solamente horas logré permanecer libre.
Debo hacer presente que desde que existe esta disposición, sólo unos cuantos desgraciados estamos sujetos a ella, motivo por el cual sólo servimos de incomodidad en las comisarías; pero como tal vez Vuestra Señoría ignora esto, me permito hacerlo notar como también digo que la mayoría de los que andamos en la gira no estamos en la galería pública como yo que sólo pesa sobre mí una condena de Juez por tentativa de estafa.
Por estas razones, y sin discutir los actos de su mando solicito a Vuestra Señoría se digne ordenar me dejen cumplir mi arresto en el Depósito de Contraventores, favor que sabré agradecer eternamente pues, como digo, yo solo de estorbo sirvo en las comisarías. Dios guarde a Vuestra Señoría por muchos años.
Firmado: Andrés Cepeda… 12 de septiembre de 1906″.
Andrés Cepeda, que acumuló, en sus cuatro décadas de vida, 23 entradas, tenía una gran facilidad para improvisar y escribir versos. Fue guitarrero y cantor; y, aunque, no tuvo oportunidad de grabar discos, fue un personaje casi legendario que dio mucho que hablar por aquella época. Murió en Buenos Aires el 30 de marzo de 1910.
El periódico «La Nación», al día siguiente, cuenta que murió peleando
contra varios en el Paseo Colón, entre Méjico y Venezuela, frente al café «La Loba Chica». El velatorio, realizado en la calle San Juan, entre Solís y Entre Ríos, se vio interrumpido por la policía que detuvo a la mayoría de los asistentes.
Al igual que otros poemas de Cepeda, «Yo sé hacer» es una protesta contra las injusticias sociales de la época. El personaje central de la obra, es un gaucho que no comprende la causa por la que las tareas que sabe hacer no le sirven para ganarse la vida dentro del contexto de la nueva organización social y así, sin posibilidades de trabajo ni escuela, se siente «un desgraciado de este suelo en que es nacido».
La nueva organización social del país comenzó con el exterminio de casi la totalidad de la población autóctona, esto es, indios y gauchos, porque, según el régimen imperante, no se adaptaban al trabajo y en especial a la disciplina que al régimen le convenía, es decir, obedecer en silencio, sin protestar.
Y ante la necesidad de mano de obra se decidió traer gente de Europa, en lo posible, ingleses porque según Juan Bautista Alberdi (el padre de la Constitución Argentina) eran trabajadores silenciosos y, por sobre todo, «gente apta para vivir en libertad».
A medida que se diezmaba la población gaucha e iba aumentando la población europea, la gente autóctona tenía cada vez menos posibilidades de trabajar ya que se prefería antes al extranjero que al argentino. Esa imposibilidad para trabajar y ganarse la vida a pesar de los conocimientos para las tareas rurales que tiene el gaucho es lo que expresa Andrés Cepeda en su poema «Hernández» (en alusión al autor de Martín Fierro) que Carlos Gardel llevó al disco bajo el título «Yo sé hacer».
LA DÉCIMA
Tanto la cifra «Yo sé hacer» como el estilo «Sos mi tirador plateao», según las versiones realizadas por Carlos Gardel, poseen una melodía monótona y lenta. Prácticamente no existen diferencias suficientemente claras como para distinguir fácilmente que se trata de dos géneros distintos. Por este motivo, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, a estas canciones se las llamó décimas.
El estudioso Félix Coluccio, en su importante «Diccionario Folclórico Argentino» dice refiriéndose a la décima: »Canción pampeana de diez versos, que alguna vez ha llegado a confundirse con la cifra».
Es importante destacar que la décima y la cifra, fueron también confundidas con el estilo; de donde podemos deducir entonces que hubo un momento en la historia de nuestra música rioplatense en el que la cifra y el estilo sonaron muy parecidos.
Esta confusión llegó a un punto tal que en 1955 Roberto Grela le acopló a la cifra «Yo sé hacer» el acompañamiento de su guitarra a la manera de un estilo.
Este trabajo fue editado en 78 r.p.m. con motivo de cumplirse el 20º aniversario de la desaparición del cantor y nunca ha vuelto a ser editado; fue un intento del sello Columbia por darle difusión a aquellas grabaciones que no tuvieron el favor del público debido al pobrísimo acompañamiento original, a cargo del propio Gardel, en guitarra.
El repertorio inicial de Gardel, como el de casi todos los artistas de aquella época (primeros años del siglo XX) estaba directamente relacionado con la exaltación de la personalidad del gaucho en particular, de su filosofía de vida y de todo lo gauchesco en general.
A pesar de tantos estudios y estudiosos, es necesario aclarar que el vocablo «gaucho» ya existía en la lengua española desde mucho tiempo antes de que el mismo gaucho apareciera en la pampa. En efecto, «gaucho» era una voz usada entre los españoles para indicar que algo estaba torcido y posiblemente esa palabra llegó hasta nuestras tierras en boca de los tripulantes de aquel origen quienes al ver a nuestra gente vagando a campo traviesa, apartados de la civilización europea, los llamaron gauchos porque, según ellos, habían elegido un rumbo torcido para sus vidas.
3- LA MAÑANITA
La tercer obra que Gardel registra, pertenece al cantor, guitarrero y poeta gauchesco JOSÉ ANTONIO SALVADOR DEL VALLE.
Sus versos fueron publicados en los periódicos de su barrio (Barracas) y de Avellaneda donde luego se radicó. Su innumerable cantidad de poemas, al no haber sido nunca recopilados se fueron desperdigando y perdiendo en el tiempo. Del Valle nació en el barrio de Barracas el 21 de enero de 1893 y debutó como autor en 1909 con las décimas tituladas «La mañanita».
Es probable que Gardel haya encontrado estos versos en alguna publicación y a raíz de su grabación entabló amistad con su autor. Posiblemente en el repertorio de Carlos Gardel haya habido otras canciones compuestas sobre letras de Salvador del Valle que fueron llevadas al disco como pertenecientes a Gardel y Razzano, u otros autores.
El dúo Gardel-Razzano, el último día del año 1929, registró también de Salvador del Valle, la zamba «Serrana Impía». Del Valle falleció en Avellaneda (Provincia de Buenos Aires) el 18 de octubre de 1968.
UNA GRABACIÓN INÉDITA
Después de la décima titulada «La mañanita», Carlos Gardel realiza una grabación que nunca ha sido editada y que, durante muchos años fue una verdadera incógnita el título de aquella obra. Tampoco, hasta el día de hoy, se ha encontrado la matriz en los archivos de la empresa Columbia.
Si bien han sido muchos los estudiosos que aportaron diversos títulos probables para la obra en cuestión, todo se aclaró cuando el investigador Héctor Ernié halló el contrato firmado por el cantor para llevar al disco estas canciones que estamos comentando. Según el mencionado contrato, la canción en cuestión se titula «El prisionero».
4- POBRE MADRE
Tras aquella grabación, no hallada hasta el momento, la discografía de Carlos Gardel continúa con la obra «Pobre madre», décimas escritas por Andrés Cepeda donde aparece por vez primera en el repertorio grabado del cantor, el tema de la madre y el típico sentimiento de culpa por parte del hijo que se considera responsable de todos los sufrimientos de su madre a la que siempre vuelve, o recuerda, arrepentido por los males, reales o imaginarios, que le ha causado.
Este tema sería, años más tarde, abundante, y redundante, en las letras de muchos tangos.
La letra completa de esta obra, «Pobre madre», consta de seis décimas de las que el cantor sólo tomó tres para musicalizarlas y llevarlas al disco.
Fuente: Armando Lofiego 2015: Carlos Gardel, su arte, su tiempo y la historia.
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