Opinión – Diputado Edgardo Rodríguez
Este 5 de febrero se cumplió un nuevo aniversario del Frente Amplio. Los partidos de izquierda tienen larguísima tradición en el Uruguay. El Partido Socialista viene de 1910 y el Comunista de 1920.
Ya antes existían agrupaciones libertarias, que lucharon contra la dictadura de Terra y contra el fascismo en el mundo, como también lo hicieron blancos y colorados progresistas.
Sin embargo, sus luchas no lograban incidir decisivamente en el rumbo del país porque, en definitiva, eran partidos pequeños. A partir de los años cincuenta comienza un proceso de unidad de las fuerzas de izquierda, unidad que también se da en el movimiento sindical y estudiantil (Congreso del Pueblo mediante) y que cuaja , finalmente, el 5 de Febrero de 1971, donde aquellos viejos partidos más otros movimientos de izquierda que fueron surgiendo y grupos escindidos de los partidos tradicionales y personas independientes (incluyendo prestigiosos militares, como el propio Liber Seregni), constituyen una agrupación política de cambio y justicia social; de concepción progresista, democrática, popular, antioligárquica y antiimperialista.
A partir de aquel momento hemos sido protagonistas de primera línea en la vida del país. Particularmente a partir de gobernar Montevideo y desde 2005 en el Gobierno Nacional y varias intendencias.
MISMOS PRINCIPIOS, NUEVOS SUEÑOS
Ese es el lema actual. Porque seguimos aferrados a los mismos principios, a las mismas ideas originales, pero adecuándonos a los nuevos tiempos, a los nuevos desafíos y problemas que presenta el mundo hoy, tan diferente al de los años 70.
El martes pasado tuvimos oportunidad de participar en el acto central en Montevideo. Allí vimos con nuestros propios ojos a miles y miles de frenteamplistas, con su clásica alegría, con la bandera nacional más arriba y enseguida la de Otorgués. Allí pudimos escuchar a Carolina Cosse, a Daniel Martínez, a Bergara, a Oscar Andrade y al presidente del Frente, Javier Miranda. Una nueva generación de dirigentes, que, afirmada en aquellas raíces fundacionales, está mirando con claridad la realidad actual y cómo lograr ubicar a nuestro país en este caótico mundo en el que vivimos.
Seguimos siendo contrarios a la oligarquía, seguimos siendo enemigos de los imperios, seguimos buscando la igualdad y la justicia. Pero debemos ajustar la herramienta política, la organización, para dar una respuesta a la altura del desafío.
Estamos viendo lo que sucede en Argentina donde se intenta llevar adelante un modelo neoliberal (que varios aplaudieron cuando ganó Macri) con pésimos resultados; vemos a un Brasil arrasando los derechos de los más humildes y con planes privatizadores para hacer dinero rápido. Estamos viendo como Estados Unidos y otras potencias mundiales arman y desarman gobiernos y generan guerras según su conveniencia. Las guerras y pujas comerciales están a la orden del día. Y ahí se tiene que insertar Uruguay.
Pero hay otra característica, otra seña de identidad del Frente, desde su nacimiento: la autocrítica, el no estar conforme nunca. Porque si somos autocomplacientes, la quedamos. De ahí que el Frente ha sido capaz de tomar medidas durísimas con los compañeros que se han desviado. No hemos visto, francamente, la misma actitud en otros partidos. La ética, aquel caro principio de nuestros fundadores, la reivindicamos y la practicamos, duela a quien duela.
A 48 años de fundado, el Frente está más vivo que nunca. Es muy difícil que un partido político en el Uruguay de hoy, pueda convocar a un acto como el que convocó el Frente esta semana. Un acto inicial con mucha gente, con 4 candidatos, pero con un mismo programa.
El año, políticamente, está comenzando. Será un año trascendente, donde se definen cosas importantes para la gente. Se vislumbran dos modelos, uno de ellos, es claro, conocido y confiable. Desde 1971 se ha intentado sembrar miedos. En aquella época se decía que, si ganaba el Frente, se iban a llevar a los niños para Cuba o que acá iban a mandar los rusos. Se ha dicho tanta cosa.! Hoy se intentan meter otros miedos y otros cucos. Pero el pueblo uruguayo tiene una madurez política y sabe separar la paja del trigo.