Hay una serie de errores que solemos cometer al correr que nos llevan a abandonar la actividad
Cuando empezamos a correr es muy común cometer una serie de errores a causa de que, al ser una actividad individual y que no requiere maquinaria, no
nos informemos de cómo realizarla correctamente. No necesitamos tener la técnica y conocimientos de un corredor de maratón, pero siguiendo esta
serie de consejos conseguiremos evitar lesiones y, también muy importante, no abandonar el running de manera prematura por falta de motivación o capacidad para mantener el ritmo.
1. Nos pegamos atracones de correr El running no consiste en salir de casa y echar a correr como si no hubiera un mañana. Entonces nos daremos cuenta de que a los 5 minutos no podemos más y es entonces cuando empezamos a pensar que por qué se nos pasó por la cabeza hacer deporte. En las primeras semanas debemos realizar un entrenamiento basado en alternar caminar y correr. Así iremos poco a poco, acostumbrando al cuerpo
a la actividad, y evitando esas odiosas fatigas. El ritmo debe ser suave, y adaptado a nuestra capacidad individual, sin importarnos cómo lo haga el resto
de corredores.
2. No llevamos un calzado adecuado No hay ninguna necesidad de comprarse las zapatillas de running más caras y punteras de la tienda deportiva, pero sí que es necesario calzar unas adaptadas a este deporte. Debemos de comprender que en esta actividad los pies llevan, literalmente, todo el peso de
la misma.
3. No sabíamos que teníamos que estirar Los estiramientos son muy importantes en cualquier actividad deportiva, y al correr también. Cada vez se desecha
más la idea de estirar antes de correr, porque los músculos no se adaptan bien a los estiramientos en frío, en tal caso sería más importante hacer un ligero
calentamiento caminando. Sin embargo, después de correr sí que es imprescindible estirar. Con los estiramientos reducimos la tensión provocada en el músculo tras haber estado corriendo, mejora la flexibilidad, la amplitud de movimientos, y también la coordinación, facilitando así el movimiento.
4. Quizá tengamos una mala postura Adquirir una mala postura al correr nos entorpecerá el movimiento y nos puede traer malas consecuencias. La cabeza debe mirar al frente; los hombros hacia atrás y abajo, obligándonos a llevar una postura erguida, pero relajados; los brazos irán cerca del cuerpo, formando un ángulo de 90º y se moverán de manera coordinada, y las manos irán cerradas en puños, pero sin apretar, sólo ligeramente cerradas. Es común ver a personas que llevan los brazos o las manos moviéndose descoordinadamente o, al contrario, los llevan excesivamente agarrotados, cargando mucho así los hombros, cosa que es incorrecta.
La espalda debe de ir recta y, si seguimos bajando, las rodillas no se deben de elevar en exceso, así que no tenemos que ir dando zancadas, pero tampoco arrastrar los pies. Estos deben de pisar suave, sin dar golpes en el suelo, y aterrizaremos preferentemente con el pie entero, no sólo la punta.
Otro apunte al respecto es que los pies deben de aterrizar en línea con el cuerpo, ni más adelante (nos frenaría), ni más atrás (nos desequilibraría).
5. No tenemos una rutina ni objetivos claros Como decíamos al principio, correr no consiste sólo en salir y correr hasta que cansemos. Debemos poner en
marcha un plan de entrenamiento concreto, que nos diga cuánto correr, cómo y cuándo. Al poco de empezar a correr veremos que, si lo hacemos a un ritmo
adecuado que permita a nuestro cuerpo a ir adaptándose y no fatigándose en exceso, empezaremos a querer correr por superarnos a nosotros mismos poco a poco.
6. Queremos entrenar más de lo que podemos Por último, debemos de tener muy presente que en el deporte el descansoforma parte del entrenamiento. Entrenar todos los días está dedicado a niveles superiores, que no tenemos por qué querer alcanzar. Los días que corramos vendrán fijados por nuestro
plan de entrenamiento, normalmente serán 3 días a la semana, pero podemos rebajarlo a dos si sólo queremos correr por mantenernos activos.
Sara Menéndez Espina